Por Pascual Albanese y Jorge Raventos10/04/2009
La crisis financiera internacional golpea por igual a todos los sistemas políticos. Pero sus consecuencias varían según los países. Su impacto sacude a los institucionalmente más fuertes y voltea a los más débiles. El adelantamiento del cronograma electoral implicó el reconocimiento oficial de que, por sus debilidades institucionales intrínsecas, la Argentina se encuentra en la segunda categoría. Y la combinación entre el agotamiento el sistema de concentración de poder político y económico, de carácter hegemónico, construido en estos años por Néstor Kirchner, y los inevitables efectos económicos y sociales de la crisis global indica que nos acercamos nuevamente a una crisis de gobernabilidad.
Es necesario repararse para enfrentar una situación de emergencia, que exigirá una recomposición del poder político, a partir de una amplia concertación de fuerzas políticas y sociales que permita salir de la crisis en un marco de fortalecimiento del sistema democrático.
Por imperio de las circunstancias, más por las falencias ajenas que por sus propias virtudes, recae otra vez sobre el justicialismo y muy especialmente sobre sus actuales liderazgos territoriales, en primer lugar los gobernadores, que durante una inevitable etapa de transición están obligados a asumir un inexcusable protagonismo institucional y político.
Con independencia de los resultados electorales del 28 de junio, cada vez más previsibles, estamos en vísperas de un giro fundamental en la situación política. A partir de entonces, será objetivamente imposible gobernar la Argentina como se hizo en los últimos seis años. Más que de un juicio de valor, se trata de un juicio de viabilidad. Esta constatación objetiva obligará al justicialismo a asumir decididamente, en las condiciones que impone la realidad, el liderazgo de esta Argentina en crisis.
Esta caracterización no implica conferir derechos ni reconocer méritos particulares. Supone, nada más y nada menos, una asignación de responsabilidades. No significa tampoco subestimar la importancia primordial del concurso activo de todos los sectores políticos y sociales. Pero es imprescindible formular una alternativa de gobierno que, dentro de la institucionalidad democrática, permita responder el desafío que marca la hora.
Los acontecimientos en marcha exigen la configuración de un gobierno de unidad nacional, surgido de la crisis, que asuma la misión de afrontar exitosamente una etapa de emergencia y de transición. En lo inmediato, es el gobierno de unidad nacional, con el activo respaldo de todas las fuerzas políticas y sociales, tendrá que ceñir su acción a un programa básico de coincidencias, que tendrá que ser ratificado por un acuerdo multisectorial, rubricado por el futuro Congreso Nacional como el “Consenso del Segundo Centenario”.
Cuatro ejes para después de las elecciones
Esencialmente, ese programa requiere fundarse en cuatro dos ejes fundamentales. El primero es la unidad nacional, a partir del restablecimiento del Estado de Derecho y la restitución del federalismo y del abandono de toda política de confrontación y de división de los argentinos, lo que implica poner fin ya mismo al conflicto agropecuario.
El segundo eje es un replanteo de la política económica, sobre la base de la recreación de un clima de confianza interna y externa que permita atraer una oleada de inversiones productivas para salir rápidamente de la recesión.
En tercer término, implementar una política social orientada a paliar la emergencia, empezando por la implantación de la Renta Básica Universal, que garantice un ingreso mínimo y cobertura social para todas las familias argentinas (sobre la base de la experiencia exitosa de la provincia de San Luis).
En cuarto lugar, la reinserción de la Argentina en el nuevo escenario global que surge de la actual crisis internacional, lo que exige el fortalecimiento de la asociación con Brasil y el gobierno con el presidente Lula, la negociación de un acuerdo de largo plazo con China y el aprovechamiento de la oportunidad que nos brinda la asunción del presidente Barack Obama para articular un vínculo estratégico con Estados Unidos.
Gobierno de unidad nacional
En las condiciones que plantea la actual crisis política, ese gobierno de unidad nacional tendrá que contar con el respaldo activo de una Junta de Gobernadores, que incluya también al Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, como órgano permanente de consulta y apoyo al Poder Ejecutivo Nacional.
Prepararse para el día después significa hacerlo ahora, con independencia del calendario electoral. Porque, por definición, el día después no está fijado con antelación en el almanaque. Y por la naturaleza de la crisis política que se avecina, el día después puede ser el día menos pensado.
El martes 7 de abril, el centro de pensamiento Segundo Centenario dio a conocer el documento “Crisis de Gobernabilidad: El día después-Carta a los gobernadores justicialistas”, que este artículo resume.