Hace quince días La Política Online brindó la primicia del pésimo momento que vivía Martín Redrado que lo había llevado a meditar su renuncia, que finalmente descartó.

Hoy en su columna de los lunes, el periodista Carlos Pagni agrega el nombre de un posible reemplazante: el actual director del Banco Central, Arnaldo Bocco.

Pero lo cierto es que más allá del placer que la causa a Néstor Kirchner desestabilizar a sus funcionarios, y más aún cuando levantan el perfil, como lo está haciendo Redrado a caballo de la crisis financiera, fuentes kirchneristas afirmaron a este medio que “por ahora sigue Martín”.

¿Cómo surgió entonces el nombre de este antiguo colaborador de Carlos “Chacho” Alvarez? Muy simple, es de los pocos “presentables” y con perfil progresista que hay dentro del directorio del Central, ante la hipótesis de una eventual salida de Redrado.

Licenciado en Economía de la Universidad de Córdoba, con un master en Flacso y un Ph. D en la York University de Canadá, cuenta con un currículum respetable como banquero, que incluye la presidencia del BICE y un cargo de director en el Banco Ciudad.

El tema es que quienes lo conocen saben que este economista que se acercó a los Kirchner de la mano de Alberto Fernández, con los aproximadamente 25 mil pesos que gana por mes, más viáticos, más el poder de fuego que le otorga conocer y votar las intervenciones en el mercado cambiario y financiero, ya está más que contento.

“Está muy tranquilo, ¿Para qué buscaría la Presidencia, para tener que hablar todos los días con Kirchner?”, bromeaba un operador kirchnerista que lo conoce de cerca y recuerda con humor su habitual pereza a la hora de madrugar.

Sin embargo, también es cierto que Bocco a quien lo separa no sólo un enorme universo estético de Redrado, no ha disimulado sus diferencias con el presidente del Central, y en más de una ocasión ha votado en el directorio en contra de sus instrucciones.

Además, los “pingüinos” de pura cepa como Gabriela Ciganotto y Waldo Farías que Kirchner introdujo en el directorio del Central, por limitaciones propias y cierta dificultad congénita para levantar el perfil, no aparecen como el recambio más potable en medio de una crisis financiera. Aunque con Kirchner nunca se sabe.

El fantasma del default

Como sea, no son días fáciles para Redrado. Pagni revela hoy números inquietantes. En el segundo trimestre de este año la salida de capitales fue de 8500 millones de dólares. En el tercero, de 6000 millones de dólares. En octubre, de 4200 millones de dólares. En lo que va del año la salida fue de 18.700 millones de dólares. Como las exportaciones aseguran un ingreso, en el mejor de los casos, de 12.000 millones de dólares, la pérdida de reservas del Banco Central es cada vez más significativa, señala el periodista.

La salida de capitales se financia con los pesos que abandonan los depósitos bancarios. Los del sector privado se redujeron en octubre en un 6%. Se eleva la tasa de interés -hoy las colocaciones de más de un millón de pesos rinden un 27% anual-, el crédito desaparece y cae el nivel de actividad. Técnicos del Indec confiesan que, en agosto, la medición de esta variable detectó una suba de 3,5%, pero Guillermo Moreno ordenó publicar otra, de 6,5%. Ahora no disimulan la inflación: exageran el crecimiento.

Se suma a esto la continuidad del riego de default, anticipado por La Política Online. El pago de 18.500 millones de dólares por los bonos que vencen el año próximo sigue siendo una gran dificultad para los Kirchner. Ellos suponen que con los recursos incautados a los trabajadores se evitará un nuevo default. Muchos dirigentes políticos creen lo mismo. Es la razón principal del respaldo del Congreso a la estatización. Pero tal vez sea un espejismo.

En Hacienda calculan que con el flujo adicional que recaudará la Anses (15.000 millones de pesos), más los intereses por ese dinero (5000 millones de pesos) el fisco exhibirá un superávit primario cercano a los 12.000 millones de dólares. Le seguirán faltando 6500 millones de dólares para cubrir los vencimientos. Se podrán reprogramar los 2500 millones de dólares en papeles en poder de las AFJP y de bancos locales. Todavía faltarían 4000 millones de dólares. ¿De dónde sacar ese dinero ahora que Chávez se ha empobrecido? ¿Quién le prestará a un país cuyos bonos cotizan a precio de default? El presupuesto puso a disposición las reservas del Banco Central. Demasiado riesgoso, en medio de una corrida, apunta el periodista.

Cada vez más economistas dictaminan que los recursos previsionales expropiados no alcanzan para despreocuparse de la cesación de pagos. Se basan en los efectos que tendrá en las cuentas públicas la abrupta caída de la actividad económica. Prevén que el PBI, en vez de crecer, se contraerá. Cada punto de esa retracción, sumado a cada punto de caída en el precio de las commodities, supone un recorte de 15.000 millones de pesos en los ingresos fiscales calculados por el Gobierno. Es decir, lo que trae la incautación es mucho menos que lo que se lleva la recesión. Por lo tanto, el default sigue estando a la vuelta de la esquina.

Se suman así, elementos que empiezan a configurar una tormenta perfecta, que el kirchnerismo azuzó con la estatización de las AFJP, medida muy acertada para generar un “Shock de desconfianza”, como ingeniosamente lo bautizó Pagni.