Por Ezequiel Quinteiro

El especialista en Medio Oriente, profesor en la carrera de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y Director del CEMOI (Centro de Estudios del Medio Oriente y Países Islámicos) Norberto Méndez, otorgó un extenso reportaje a La Política On Line donde sostuvo que "no puede negarse que los atentados ocurridos" el 11 de septiembre "configuraron el argumento ideal para la construcción del nuevo enemigo" y sin vacilar afirmó que "nos enfrentamos a una guerra que han declarado los detentadores del poder económico contra todo aquel que asome la cabeza para oponerse al desempleo, el hambre, la discriminación, el sometimiento nacional".

La Política On Line: ¿Qué cambios observa en el mundo desde el 11 de Septiembre?

Méndez: El 11 de septiembre no significó un gran cambio cualitativo si se lo compara con la caída del Muro de Berlín, símbolo dramático del fin del sistema de la Guerra Fría y la consecuente instalación de un nuevo orden internacional, ni tampoco tuvo la trascendencia de los cambios económicos que inauguraron la nueva era de la globalización que estamos viviendo. De todos modos significó un salto cuantitativo en la tendencia ya prevaleciente desde el gobierno de Clinton en cuanto a la expansión del capital global internacional y la consolidación del bloque de poder del Grupo de los siete países más poderosos del mundo(G-7) y dentro de éste a EE.UU. en su rol de única potencia hegemónica.

Ya desde la guerra de Yugoslavia, EE.UU. estableció el corredor territorial desde los Balcanes al Medio Oriente que le permite el control directo del acceso a las fuentes de energía.

Pero no puede negarse que los atentados ocurridos en esa fecha configuraron el argumento ideal para la construcción del nuevo enemigo a combatir en los años venideros y obligar a sus competidores a alinearse dentro de esa estrategia global. Los ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono brindaron la oportunidad dorada para llegar hasta Asia Central vía dominio de Irak y Afganistán, cerrando así un círculo de poder que por medio de bases militares instaladas en países del Cáucaso y del ex-Asia soviética musulmana, dejan configurada una verdadera Pax Americana. Queda por verse si este dominio puede sostenerse en el tiempo y si la economía propiamente norteamericana podrá solventar el poderío de este gran imperio.

Hoy ya se escuchan voces de alarma hacia el interior de EE.UU. de aquellos sectores que le critican a Bush que esta expansión es exagerada con respecto al poder real que detenta Washington. Las acusaciones de "overstretching" resuenan sobre todo en los altos mandos del Pentágono que desconfían del belicismo de los asesores neoconservadores a quienes desprecian, por querer utilizar a las fuerzas armadas en aventuras colonialistas al estilo del siglo XIX.

La secretaria de Estado Condolezza Rice sería el fiel de la balanza entre Bush, los sectores cada vez más críticos del profesionalismo militar y estos halcones neoconservadores que no trepidan en la propia privatización del poder armado para llevar a cabo operaciones encubiertas libres de todo control estatal (caso Irak).

Es una expresión más de las contradicciones entre la nación-estado norteamericana y los conglomerados globalistas del gran capital.

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LP: ¿Considera que nos enfrentamos a un mundo más inseguro e incierto?

Méndez: Si recordamos los augurios optimistas que apostaban a un mundo de comercio y paz luego de la post-guerra Fría (así profetizado por Richard Rosencrance, Paul Kennedy, Robert Keohane, Joseph Nye, y el mismo Francis Fukuyama de esa época, entre otros), podríamos decir que ha sucedido todo lo contrario: los conflictos étnico-nacionalistas, los fundamentalismos religiosos, la proliferación de armas pequeñas y medianas, el racismo y la xenofobia como reacción a las migraciones masivas de los excluídos de la globalización, el guerrerismo unipolar en un mundo sin contrapesos, la situación actual es decididamente más insegura e inestable que en la época de la Guerra Fría.

LP: ¿Piensa que la perdida de libertades civiles es uno de los daños más severos que ha sufrido la ciudadanía, especialmente la norteamericana?

Méndez: La restricción a la libertad de expresión como supuesta defensa contra el terrorismo, los limites a la libre circulación internacional en un mundo que se postulaba sin fronteras, la violencia de los puestos de control de una Europa sitiada, nos muestran una sociedad mundial amenazada por la manipulación del terror, que en los casos de EE.UU y Europa, tiene éxito al aceptar como mal menor el achicamiento de las libertades que hicieron característica a la cultura occidental.

El legado del 11 de septiembre

LP: ¿Cuál es la relación de la guerra de medio oriente con el 11 de septiembre? ¿Existe una proliferación de grupos terroristas?

Méndez: Desde el día después al 11 de septiembre los sectores dominantes que se colocan bajo la protección del poderío militar norteamericano delimitaron un arco que va de Medio Oriente al Asia Central y Meridional como zona critica de acción y entrenamiento de los que califican como peligrosos grupos terroristas.

De esta manera son estigmatizados los movimientos de resistencia que en Afganistán, Irak, Palestina o Líbano resultan ser un obstáculo para el dominio total del recurso energético que mueve a la sociedad de consumo.

Como ejemplos es bueno recordar que a partir de los atentados a las Torres Gemelas, el entonces Primer Ministro israelí Ariel Sharon decidió que el presidente palestino Yasser Arafat era un terrorista igual que Osama bin Laden y que por lo tanto Israel no tenía interlocutores para la paz y de esta manera cortaba toda posibilidad de diálogo. El gobierno de George W. Bush fue más allá porque declaró sin evidencia sólida que los autores de los atentados eran comandados por Osama Bin Laden, un ex-mujahid entrenado por la CIA para derrocar al gobierno legal de Afganistán apoyado por la URSS y que si el nuevo gobierno Taliban no entregaba al líder saudita, EE.UU. atacaría las bases de los mujahidin que hasta entonces había apoyado.

Para asegurarse el logro de su meta, los soldados norteamericanos destruyeron a todo el país, matando a miles de civiles, mujeres y niños pero nunca encontraron ni lograron capturar a Bin Laden ni a su protector, el emir Omar.

Luego continuó el mandato que le fue conferido por los episodios de setiembre de 2001, acusando al semi-derruído y embargado Irak de ser el reservorio de las armas de destrucción masiva que amenazaban la propia existencia de EE.UU y de albergar a terroristas que buscaban combatir al bien e impedir que EE.UU. cumpliera la misión de atacar al mal en todo sitio.

Para ello destruyó y sigue destruyendo a uno de los países más ricos del Medio Oriente, heredero de un territorio que fue cuna de la civilización.

Aquí tampoco se lograron los objetivos buscados: no se hallaron armas de destrucción masiva como ya lo habían advertido los especialistas de Naciones Unidas que el mismo EE.UU. había apoyado para que descubrieran lo que no había.

Una de las consecuencias más trágicas del 11/9 fue el apartamiento de las leyes del derecho internacional que prohíbe tomar venganza contra todo un estado por delitos cometidos por individuos ciudadanos de esos estados.

No era retroceder a la ley del Talión sino introducir una innovación aún más dura: todo el cuerpo por un ojo o por un diente.

Por todo esto el concepto "terrorismo" hoy ha perdido más que nunca un significado objetivo para convertirse en un instrumento ideológico esencial de la construcción del enemigo de los poderosos. En la actualidad vale más que nunca, la frase: el terrorista que yo condeno es el combatiente por la liberación que apoya el otro.

Las mismas Naciones Unidas no han logrado ponerse de acuerdo en la conceptualización de la figura del terrorismo porque muchos países consideran injusta la asimilación del terrorismo con los movimientos de resistencia y de liberación nacional.

Sobre lo que no cabe duda es que ha aumentado notablemente el terrorismo de Estado, la legitimización de la tortura, la demonización de todo colectivo que se opone activamente al modelo de exclusión y empobrecimiento al que quiere condenarse a todos aquellos que el poder económico considera prescindibles o antagonistas.

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LP: ¿Hay un cuestionamiento a la unilateralidad de los Estados Unidos?

El unilateralismo se ha constituido en la nota característica de las últimas administraciones norteamericanas pero este planteo se extiende por todo el mundo sin demasiada oposición de los que pueden oponerse (la Vieja Europa, algunos países asiáticos) y cuenta con la aprobación de los países donde la corrupción es la forma de gobierno establecida.

Existe un cuestionamiento a esta política por parte de juristas de nivel internacional pero éste no tiene un correlato en la acción concreta de los organismos internacionales encargados de velar por la justicia internacional.

LP:¿Es esta una guerra global sin enemigos claros y definidos?

Mendéz: Nos enfrentamos a una guerra que han declarado los detentadores del poder económico contra todo aquél que asome la cabeza para oponerse al desempleo, el hambre, la discriminación, el sometimiento nacional, etc.

Como ha sido siempre pero con la nota distintiva que la falta de proyectos alternativos y la inexistencia de un contrapoder organizado se ha globalizado de tal manera que se hace muy difícil enfrentar a este capitalismo mundial en crisis pero que puede arrastrarnos a todos a su propio abismo.

Si por enemigos claros queremos decir naciones-estado, potencias al estilo antiguo, podríamos afirmar que el mundo de naciones quedó atrás y en las guerras asimétricas contemporáneas los poderosos naciones-estado se enfrentan a pequeños grupos armados que parecen invisibles porque hoy solo queda la opción de golpear y correr, la emboscada por sobre la batalla, las miles de pequeñas estratagemas a las que están resignados los débiles y los oprimidos.