El Plan B del que la presidenta se vanaglorió por no necesitar, está entre los folios del Presupuesto 2009 que se trata en el Congreso. Si la crisis financiera llega a Argentina, si la reestructuración de la deuda y refinanciación de los préstamos garantizados fracasa y si los commodities siguen bajando, el Gobierno tendrá que cumplir con los vencimientos del año que viene y, para ello, necesitará acudir a las reservas del Banco central y los fondos del Nación.

Una vez que esté cerrado el canje de bonos con los holdouts y la refinanciación de los préstamos garantizados, el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, estima que necesitará reunir unos US$ 2500 millones el año próximo para cubrir todos los pagos de intereses y las amortizaciones de la deuda pública, asegura el diario La Nación.

Si la reestructuración fracasa o no alcanza el nivel previsto, y los mercados internacionales siguen vedados para el país -una eventualidad posible frente a la crisis financiera internacional- el Gobierno hará uso de otra opción para fondearse: recurrir a dinero del Banco Nación o del Banco Central. En cualquiera de los dos escenarios, se profundizará el financiamiento con los organismos internacionales de crédito y se buscarán recursos en el mercado doméstico, aun en situaciones de "stress financiero", según indicó Lorenzino ayer, durante su exposición ante la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados.

Esta opción de recurrir al Banco Nación y al Central está plasmada en el proyecto de ley del presupuesto y generó un cruce entre Lorenzino y diputados de la oposición. No resultó extraño: los legisladores vislumbran la posibilidad de que la Casa Rosada decida echar mano a las reservas -una de las joyas que le gusta exhibir al kirchnerismo- para pagar los vencimientos de la deuda. Lorenzino dijo que se trata de una alternativa que se incluyó para contar con "todas las herramientas necesarias y razonables para cubrir las obligaciones" y que no se hará "nada que ponga en riesgo las variables que le dan solidez a la economía".

A pesar de las aseveraciones del secretario de Finanzas, el diputado Claudio Lozano (Proyecto Sur-Capital) cuestionó la capacidad de pago argentino, pues se encuentra vinculada a los llamados superávit gemelos (fiscal y comercial), muy ligados a los precios de las commodities, que están en retroceso.

Luego recordó que el superávit primario está en alza, no sólo en términos nominales, sino también en relación con el PBI, y dijo que el Gobierno necesitaba contar con "todas las herramientas" para cumplir con las obligaciones de la deuda. Fue la primera vez que justificó la polémica iniciativa. “Todas las herramientas” significa poder echar mano a las reservas del Banco Central para financiar al Tesoro y, así, pagar la deuda al Club de París o a los bonistas. Reservas que garantizan los depósitos que se encuentran en los bancos comerciales. Un respaldo más que necesario si la crisis financiera global toca las puertas de la Argentina.

Otra de las objeciones de la oposición cuenta La Nación, es que pese a todas las tratativas que está impulsando el Gobierno para renegociar la deuda pública con sus acreedores, nada de esto se verá reflejado en el presupuesto del año próximo, ya que el oficialismo ha decidido no efectuar modificaciones. Esto significa que mantendrá el cálculo de un resultado financiero en 11.000 millones de pesos, cuando seguramente esta cifra variará.

El oficialismo decidió no sólo no incorporar correcciones en los supuestos macroeconómicos, sino apurar la sanción del presupuesto. La semana próxima emitirá el dictamen respectivo para, dentro de dos semanas, llevarlo a la Cámara de Diputados.