Editorial
La crisis de la CTA espeja la fractura de Kirchner al progresismo
Por Silvia Mercado
El ex presidente logró producir una severa grieta en la central obrera creada por Víctor de Gennaro. Pero detrás de la pelea electoral, se esconden los profundos realineamientos que el fenómeno kirchnerista provoca en el progresismo argentino. La inédita construcción política y gremial de la CTA, que explica el actual conflicto.
No debería asombrar la curiosa situación surgida de la votación directa para elegir 16.000 cargos en 6.000 mesas de todo el país dentro de la CTA, la central sindical surgida en 1991 para denunciar la connivencia de la CGT con las políticas privatizadoras de Carlos Menem. Organizaciones de derechos humanos, de la cultura, e incluso de periodistas, viven una divisoria de aguas llamada Néstor Kirchner, y la caracterización de su gobierno viene promoviendo duros enfrentamientos en la gran familia del llamado “campo popular”, con acusaciones que serán difíciles de superar aún si el kirchnerismo abandona la escena nacional en el 2011.

Era fácil para estos militantes “resistir” al menemismo, a De la Rúa e incluso a Eduardo Duhalde, pero cuando Kirchner se consolidó en el poder en el 2005 y 2007, y sobre todo cuando perdió las elecciones de 2009, no fue sencillo resistir a la inyección de fondos que bajó en forma consistente desde oficinas del Gobierno nacional, siempre con fuerte contenido ideológico.

Pero la palmaria paridad en las elecciones directas para elegir la nueva conducción de la CTA, demuestra que el matrimonio presidencial no tiene fácil ni lo que parece un trámite sencillo.

La lista 1, que postula a Pablo Micheli, ganó en 17 provincias, incluída Capital Federal, y también Santa Cruz, donde el kirchnerista Edgardo Depetris sufrió una dura derrota. La lista 10, que postula a Hugo Yasky, ganó Buenos Aires, Santa Fe, Río Negro, Chaco y Formosa.

Pero el problema se encuentra en la Provincia de Buenos Aires. Ambas listas coinciden en que ganó la 10, pero discrepan en la diferencia. Para la 1, la lista de Yasky tuvo 7.491 votos más. Para la lista 10, ganaron por 22.000 votos.

Algo poco recordado por estos tiempos, es que el propio Yasky fue el candidato a secretario general por la Lista 1, “Germán Abdala”, en el 2006. Había llegado a esa posición luego de concretarse las asambleas distritales de la agrupación sindical, que promovieron un recambio dirigido a posicionar a la CTA y a Víctor De Gennaro dentro de un movimiento más amplio llamado la “Constituyente Social”, con explícitas pretensiones políticas.
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Hugo Yasky y Roberto Baradel, cuando anunciaron su "triunfo" en las elecciones, que luego tuvieron que relativizar.

La primera ruptura de Yasky

Pero algo sucedió en el camino. Y Yasky no esperó que la “Germán Abdala” siguiera su largo y complejo sistema de toma de decisiones, y se apuró en comunicar su intención de ser reelegido, abandonando la agrupación que lo había consagrado y creando la Lista 10, “CTA de los Trabajadores”. O sea, rompiendo las reglas.

El dato parece irrelevante en la era de política mediática a la que estamos acostumbrados. Que alguien decida autopostularse a un cargo, abandonando a quienes lo consagraron, suena normal en la política que todos conocemos. Pero en la CTA, una organización que tiene tantos defectos como la democracia directa misma, que practica a rajatabla desde que nació, es la primera vez que sucedió algo semejante.

La CTA no es una organización sencilla de entender. Por empezar, está integrada por sindicatos, pero también por organizaciones sociales, de jubilados, de desocupados, de ocupantes e inquilinos, y ahora también de pueblos originarios. Incluso cuentrapropistas pueden ser parte de la organización. Está tan ubicada a la izquierda del espectro político argentino, que troskystas y comunistas también la integran. Y nunca abandonó el sistema de voto directo que, hasta ahora, es lo que impidió la fractura.

Acostumbrados a tratar con líderes sindicales verticalistas, que dan una orden dentro de su sindicato que se cumple sin más, los peronistas no entienden cómo es posible que cada vez que le pidieron a un referente de la CTA que mediara para moderar un conflicto en alguna oficina pública, no pudo lograr nada.

La desconfianza hacia la CTA

Los radicales les temen. En general, no tienen buenas relaciones con los sindicalistas, pero con gente de la CTA muchas veces caen directamente en el maccarthysmo. En Jujuy, por ejemplo, Milagro Salas es un hueso duro de roer para un político respetado en el resto del país, como es Gerardo Morales.

Los medios y periodistas tradicionales también se sienten incómodos frente a la CTA. Suelen plantear a la agenda pública cuestiones que no tienen el respaldo de las clases medias urbanas, las grandes consumidoras de medios (como la oposición a la jubilación privada en 1995 o la asignación universal por hijo en 1999), así que prefieren mantenerlos lejos.

Gente diversa como Hebe de Bonafini, Horacio Verbitsky, Luis D’Elía, Martín Sabbatella e incluso Marcela Bordenave (viuda de Germán Abdala y funcionaria de Cancillería), que respaldan a Kirchner, la CTA que representa De Gennaro, es una “organización inservible, de gente muy bien intencionada sin aspiraciones de poder ni capacidad de transformación”. Los insultan porque estuvieron junto a Eduardo Buzzi en el conflicto Campo/Gobierno, y hasta los consideran aliados de la oligarquía.

En cambio Nora de Cortiñas o Adolfo Pérez Esquivel, Miguel Bonasso, Juan Carlos Alderete y Humberto Tumini, siguen apostando a una forma de construcción colectiva, sin prisa ni pausa, alejada del pragmatismo y fuera de todo marketing urbano.

La irrupción de Kirchner


Kirchner logró dividir al “campo popular” con la misma eficacia que tuvo en muchas áreas. En la noche del 23, mandó a un grupo ajeno a la central sindical a copar la sede de la CTA, donde estaba trabajando la Junta Electoral, que se sintió amenazada, y abandonó el lugar. Ambas listas habían acordado abstenerse de usar esas instalaciones hasta conocerse el resultado electoral, pero cuando la lista 1 se aprestaba a dar la conferencia de prensa, a las 22, desde algún lugar llegó la orden de que la lista 10 diera imagen de victoria y avanzaron sobre el local de la calle Piedras.

- Si ustedes tienen la mayoría de la conducción actual de la central, ¿por qué no usaron esas instalaciones como sede de la lista?, preguntó LPO.

- “No lo hicimos, porque no corresponde”, contestó rápido un referente de la “Germán Abdala”, asombrado por la pregunta.

- ¿Si la Junta Electoral dictamina la victoria de la Lista 10, ustedes se quedan o se van?

- “Nunca vamos a dejar este proyecto de vida que es la CTA, pero no podemos estar seguros de lo que hagan ellos cuando se confirme su derrota”, se lamentó.

El martes estarán en Buenos Aires las juntas electorales de todas las provincias, respaldando con su presencia los números que enviaron por actas a la Junta Electoral nacional, y que tienen ambas listas. Es de esperar que ambos acepten, simplemente, el resultado electoral. Y que ninguno salga huyendo, para esconder su derrota.
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