Mauricio Macri terminó el 2014 reuniéndose con líderes gremiales y a todos les dijo lo mismo: Necesita fiscales para asegurar sus chances de pelear la elección presidencial.

El problema es que la reunión no terminó bien. A fines de diciembre, sindicatos de la CGT oficial lo recibieron en la sede de Obras Sanitarias que conduce José Luis Lingeri y escucharon su pedido. “Puedo ser presidente, pero necesito fiscales”, confesó.

Pero minutos después, Macri les adelantó sin medias tintas que se opone a la reelección indefinida de los secretarios generales de sindicatos, una posición compartida por otros candidatos presidenciales pero que en ese marco cayó inoportuna.

“No podes pedir un favor y al instante plantear una crítica. La reunión se terminó ahí mismo”, relató a LPO uno de los presentes.

Llegaron réplicas de todo tipo. “¿Sabés que nosotros le damos salud a 20 millones de personas? ¿Vos podrías financiar eso?”, lo desafiaron, cuando también deslizó cuestionamientos sobre la administración de las obras sociales.

Para asustarlo, los sindicalistas le contaron las historias de grandes carteles de droga que lograron controlar territorios a fuerza de infiltrarse en servicios sociales y de salud. "Si querés avanzar por ese lado no hay problema, anda negociando con los carteles de droga", lo chicanearon. “¿De dónde sacan eso, cómo tienen esa información?”, consultó Macri, que estuvo acompañado por Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli.

Lo escuchaban los anfitriones de la Federación de Sanidad (José Luis Lingieri no estuvo), Armando Cavallieri (Comercio), algunos referentes de los Gordos y el taxista Omar Viviani, entre otros.

Las invitaciones para la reunión fueron cursadas por carta y no todos quisieron estar. “A las reuniones políticas voy si me llaman. No por correspondencia”, le explicó a LPO el jefe de uno de los gremios de la CGT oficial.

La Unión Tranviaria Automotor (UTA) tampoco fue y, fiel a su estilo en los últimos meses, se hizo valer y recibió a solas a Macri. “No quisimos ir porque no nos sentimos parte de ese esquema. Pero sé lo que pasó.”, le dijo a LPO un importante dirigente del estratégico gremio de los colectiveros.

"Macri siempre habla de los fiscales en las reuniones. Confía en Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, pero desconoce el alcance real de una ayuda así", señaló ante LPO el operador de un gremio ligado al camionero, cuyo poder de fuego como comisario de urnas pareció no ser tanto cuando apoyó a Francisco de Narváez en las elecciones del 2013. 

La falta de fiscales es una de las grandes preocupaciones del PRO, sobre todo para las zonas álgidas como el Conurbano bonaerense. 

Su reciente aliada Elisa Carrió ya sufrió de esa medicina: En 2007 fue candidata presidencial y terminó ese domingo denunciando robo de boletas en el Gran Buenos Aires y de hecho su candidato en Lomas de Zamora ganó la elección, que terminó en manos del entonces intendente Jorge Rossi. Lo mismo le pasó a Pinky cuando con la Alianza ganó La Matanza y horas después el "recuento" oficial dio triunfador al peronista Alberto Balestrini.

Como sea, en paralelo a estas fallidas reuniones, Macri armó un equipo para que vaya construyendo un esquema de trabajo con los sindicatos en caso de llegar a la Presidencia, que lejos está de ir a una confrontación.

Tal es así que en los borradores que trabaja ese grupo de técnicos, la eliminación de la reelección sindical no es prioridad, sino asegurar la paz social, aumentar la productividad y reducir al mínimo los conflictos gremiales.

Mucho menos está en carpeta empujar a una división sindical como hizo Cristina Kirchner. “Macri está acostumbrado a negociar con los gremios y lo demostró en su gestión”, explicó a LPO uno de los especialistas que colaboran en esa tarea.