La "Gestapo K": vigilan a Alberto y a Stornelli
Así lo afirman Iván Velázquez y Pablo Carpintero, dos ex agentes de la Secretaría de Inteligencia. Dejaron el país mientras se los acusaba de promover los últimos cacerolazos vía mails y de “hackear” al titular de la Corte Suprema.
Los dos ex espías de la SIDE, especialistas en contraterrorismo y creadores de un software de un millón de dólares que sirve para infiltrarse en correos electrónicos, se miran como un par de chicos que acaban de cometer una travesura y ahora temen que sus padres vayan por ellos para tirarles de las orejas. Pero ya no son niños y no se trata de pequeñas diabluras: Conocen los secretos de la que ellos denominan como la “Gestapo K” y ahora tienen miedo de que los maten. Los acusan de alentar el levantamiento del campo por una cadena de emails y de “hackear” la casilla electrónica del presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. Ellos desmienten ambas cosas, desde luego, según publica el diario Perfil.

Mientras tanto una cadena de emails inunda las redacciones con fotos privadas del CEO de Clarín, Héctor Horacio Magnetto, y de la rubia que acompañó en el famoso vuelo de Antonini Wilson, Victoria Bereziuk. ¿Tienen ellos algo que ver? Lo niegan, desde luego.

Iván Germán Velázquez y Pablo Alfredo Carpintero se codearon en más de una oportunidad con hombres de la CIA y de la Mossad israelí para cruzarse datos sobre presuntos fundamentalistas islámicos, redes de los guerrilleros de las FARC y los terroristas vascos de la ETA. Pero también hacían otras cosas: pinchaban teléfonos, interceptaban emails y se infiltraban en grupos piqueteros. Las últimas órdenes que les dieron en la SIDE, no las cumplieron: tenían que investigar y “chupar” los correos electrónicos del jefe de Gabinete, Alberto Fernández; del ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli; de Juan Manuel Abal Medina, icono del peronismo de los 70 y uno de los nombres que sonaba para ocupar la jefatura de la SIDE del actual Gobierno; y “de Cristina Kirchner, para abajo”, lo que excluía a la Presindenta. La oposición, completa, y muchos periodistas, también formarían parte del listado.

Desde que se negaron, los espiados y los perseguidos pasaron a ser ellos. No sólo habían desobedecido una orden, sino que habían quedado en medio de una interna fatal que sólo los espías de la central de inteligencia conocen: la guerra subterránea entre el temerario espía Antonio Stiusso (Alias Jaime Stiles), director de Operaciones de la SIDE, y el acérrimo kirchnerista Gustavo Gonzalo Pocino, director de Reunión interior de la SIDE, el espía que perdió estatus profesional desde el día que PERFIL le sacó una foto en short, saliendo del mar.

Velázquez y Carpintero creen que un sector de la SIDE, a la que catalogan como la “Gestapo K”, los persigue y amenaza. Y que parte de esa persecución tomó estado público cuando los acusaron de ser ellos quienes incitaron vía correo electrónico al levantamiento del campo y para que la gente acuda a la Plaza de Mayo a golpear las cacerolas. También se los acusó de haber hackeado la casilla electrónica de Lorenzetti. Ambas acusaciones fueron publicadas por el diario Página 12. “Es parte de una campaña mediática en nuestra contra”, dicen.

Ahora, Velázquez y Carpintero caminan armados por la rambla de Montevideo. Decidieron pedir asilo político en Uruguay, PERFIL accedió al trámite formal que iniciaron ante las autoridades de ese país, cuando las amenazas se endurecieron y fueron tiroteados por “personas anónimas” en cercanías a sus domicilios. Fue después de haberse negado, según ellos, a aportar a la SIDE la tecnología informática que se habían llevado consigo cuando dejaron el organismo de inteligencia para pasar a hacerse cargo del área de Inteligencia Criminal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).

Según los ex espías, el director de la Secretaría de Inteligencia, Héctor Icazuriaga, “es una figura meramente política, representativa y sin poder de mando”. Y que el jefe de la “SIDE paralela” es el “Señor 8” (como se lo llama al segundo en la SIDE): Francisco “Paco” Larcher.

“Larcher es uno de los directivos directos de Casa de Gobierno, es el encargado de bajar línea sobre a quién efectuar la tarea de inteligencia y Pocino es el brazo ejecutor, el inquisidor”, explicó Velázquez mientras detallaba a PERFIL cómo funciona la “Gestapo K”.

Para los ex hackers de la SIDE todo es una ironía. En 2001 el organismo de inteligencia les había ordenado infiltrarse en las filas de Luis D’Elía, y ahora la central de inteligencia “los asiste financieramente” (ver página 6).

Velázquez formó parte de un organismo fuera de control que, hasta ahora, todos cuestionaron cuando fueron oposición y todos usaron para sus planes políticos cuando llegaron al poder. Eso es lo que le da a la estructura histórica de la SIDE una autonomía con poder propio, basada en la extorsión.

Es Velázquez quien lleva la voz cantante, Carpintero asiente con la cabeza.

—¿Por qué están ocultos en Montevideo?

—Realmente tememos por la integridad física de nuestras personas. Creemos que hay una operación de los servicios de inteligencia, no de toda la Secretaría de Inteligencia sino de un sector que trabaja como una especie de Gestapo. Han inventado una lista de conspiradores en la que están periodistas, políticos, funcionarios, dentro de la cual nos han incluido.

—¿Por qué los acusan de “hackear” el correo electrónico de Lorenzetti?

—Nosotros desarrollamos para la secretaría, en su momento, un software de intercepción de correspondencia electrónica orientado hacia la lucha contra el terrorismo fronteras afuera, dado que nosotros dependíamos de la dirección de Reunión Exterior, eso fue en el año 2006. Y lo hemos ido perfeccionándolo y cuando decidimos irnos de la SIDE y fuimos a la PSA, hemos aportado esa tecnología y la hemos utilizado. Hemos tenido diferentes requerimientos judiciales donde desde diferentes juzgados nos piden la intervención por la pericia que nosotros tenemos sobre estos temas. Yo soy perito en algunas causas.

—Entonces lo único, según ustedes, es que son expertos.

—Claro. Con respecto a lo de Lorenzetti, me gustaría que me den la respuesta, me gustaría saber qué pasó. Lorezetti le dio a Página 12 la carta que yo le mandé de manera confidencial. Tengo experiencia en el área y no voy a ser tan estúpido de hacer una maniobra así desde mi domicilio. Jamás le tocamos el correo a Lorenzetti.

Velázquez habla de la carta que él le envió al ministro de la Corte. Allí explica su inocencia y apunta los cañones a Pocino.

—¿Cómo funciona esa Gestapo de la que usted habla?

—Utilizando el ciclo básico de inteligencia: una mesa de reunión, una de análisis, y una de infiltración.

—¿Es una SIDE paralela?

—Sí, tal cual. La mesa de reunión es una mesa de dinero, como la SIDE no tiene que justificar nada y la Comisión Bicameral de seguimiento de organismos de inteligencia no hace nada, donde pagan periodistas, fuentes, infiltra organizaciones. (Alfredo) De Angeli tiene hasta los escarbadientes pinchados.

—Esta SIDE paralela, ¿dónde reporta?

—En Casa Rosada, Pocino siempre tuvo buena relación con Cristina. El estuvo en el Senado. Icazuriaga es una figura meramente política, representativa y sin poder de mando. Larcher es uno de los directivos directos de Casa de Gobierno, es el encargado de bajar línea sobre quién efectuar la tarea de inteligencia y Pocino es el brazo ejecutor, el inquisidor.

—¿Todo esto que está diciendo, podría sostenerlo ante la Justicia?

—Sí. Tengo pruebas, yo estoy esperando que algún senador o diputado se acerque y que tenga ganas de llegar a la verdad.

—Usted estuvo en ese organismo la mayor parte del Gobierno de Néstor Kirchner ¿Durante ese tiempo se utilizó a la SIDE para espiar a periodistas y a funcionarios?

—Sí. Me consta y me consta personalmente porque en reuniones de área de Inteligencia Interior se efectuaba espionaje político. De hecho, como yo era experto en informática me pidieron asesoramiento y que lo haga. Yo me negué a hacerlo dado que no correspondía, esto me valió la persecución por parte del director general de Seguridad Interior, el señor Gustavo Pocino. De hecho, al día de hoy no entiendo por qué tengo que estar refugiado.

—¿Qué le ocurrió en la SIDE, qué lo llevó a irse?

—La situación de la interna fue muy fuerte. Quien no provenía del nuevo sector político quedaba sancionado o fuera del organismo. Puntualmente, en el caso nuestro, nosotros habíamos desarrollado un software dedicado específicamente al área del terrorismo. Las punto com punto ar (.com.ar) las maneja la SIDE a través de la dirección de Observaciones Judiciales, las punto com (.com) las manejábamos específicamente porque la mayoría de los terroristas fuera del país, entonces la SIDE para no acudir a otras autoridades de afuera cuyos gobiernos podían ser cómplices o resguardar estas organizaciones, se vio con la necesidad de crear ese tipo de software para obtener esa información.

—¿Qué órden le dan?

—A nosotros nos pidieron el software para realizar tareas de inteligencia interna para la gente de la Base Billinghurst.

La otra SIDE. Después de una semana de juegos con cambios de correos electrónicos, llamados a teléfonos públicos y vertiginosos cambios de horarios y coordenadas, Velázquez y Carpintero aceptaron hablar con PERFIL. La entrevista se realizó en Montevideo y duró siete horas divididas en dos días y más de una docena de correos electrónicos. Los dos ex espías aseguran estar dispuestos a ir a la Justicia para demostrar todos sus dichos. “Tenemos todas las pruebas y por eso nos quieren matar”, dicen después de aclarar que “la Justicia argentina no es independiente” y que habría regresado “la misma Banelco del ex presidente (Fernando) De la Rúa”, símbolo con el que se identificó el supuesto pago de coimas a senadores durante el gobierno de la Alianza.

La habitación de un hotel cuatro estrellas con ventanas al río fue el lugar elegido por los hackers para hacer la primera entrevista. Después de echar una exhaustiva mirada al cuarto y de asomarse para dar un vistazo por las ventanas (como en las películas de James Bond) se sentaron y pusieron una nueva regla: “Podés preguntar lo que quieras y grabar, pero te voy a pedir que algunas cosas las reserves en off porque las queremos guardar para más adelante”. La segunda reunión se realizó en un bar.

—¿Quiénes formaban la lista de los funcionarios que tenían que ser investigados?

—A fines de 2007 y a principios de 2008 el señor Pocino nos pedía la intervención del correo electrónico del fiscal Carlos Stornelli, de Abal Medina, de Alberto Fernández y, textualmente, “de Cristina Kirchner para abajo,” todos.

—En ese momento usted ya estaba en la PSA...

—En ese momento ya estábamos en el sector de Inteligencia Criminal de la PSA y nos habíamos llevado toda la tecnología. Los juzgados recurrían a nosotros justamente por ese tema del punto com, porque la SIDE estaba incapacitada de hacer eso.

—¿Sabe si hubo órdenes de hacer escuchas telefónicas al diario PERFIL?

—Sí, eso es cierto... en particular PERFIL por la intransigencia que tuvo en determinados temas políticos. Ustedes tienen muchos enemigos. Y ahora también Clarín.

Juegos de espías

El encuentro de PERFIL con Iván Velázquez y Pablo Carpintero, fue como una carrera de obstáculos que incluía la aprobación de diferentes acertijos. Los dos ex espías de la SIDE y ex encargados del área de Inteligencia Criminal de PSA, tomaron una serie de medidas de seguridad antes de acceder a la extensa entrevista grabada.

Montevideo fue la ciudad elegida para el encuentro. La primera reunión se realizó el miércoles a las 11:30 en el Cala di Volpe Boutique, un hotel cuatro estrellas. Velázquez, que había alquilado una habitación, esperaba a PERFIL sentado en el lobby del hotel. Antes de comenzar la entrevista, Carpintero se ocupó de revisar la habitación. “Te juro que no te investigué, sólo pregunté en PERFIL si realmente trabajabas ahí”, esa fue la primer respuesta que contestó Velázquez. Los ex espías pegaban un salto cada vez que la camarera golpeaba la puerta. Fue en dos oportunidades, una para traer un café y un Gin tonic con hielo, la otra fue para traer una bata de baño. “Qué raro, acá nadie se va a bañar”, dijo Carpintero. El segundo encuentro se realizó en un bar céntrico. El lugar fue informado de la misma manera que el anterior: un e-mail.
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