Dos semanas antes de que Luis Videgaray fuera designado canciller Paulo Carreño King señalaba en reuniones en Estados Unidos que lo más atinado sería que Claudia Ruiz Massieu continuara en su cargo. Destacaba la función de la entonces jefa de la diplomacia y daba por descontada la continuidad de Carlos Sada como embajador ya que sus cartas credenciales habían sido renovadas recientemente.

Ruiz Massieu fue reemplazada y lo mismo terminó ocurriendo con Carreño, que ahora será sustituido por el embajador Sada como parte de los movimientos tras la designación de Gerónimo Gutiérrez como flamante representante en Washington.  

Carreño fue un hombre encumbrado en el Citigroup en Mexico, su padre tuvo cargos de peso en el PRI y antes de ser secretario para América del Norte era el encargado de la relación de Los Pinos con los medios extranjeros. Sus buenos contactos empresariales en México y EU y cierta llegada a algunos editores de medios importantes en el país limítrofe no le alcanzaron para retener su cargo. Videgaray conocía sus dichos en EU y fue implacable.

Reemplazó a Carreño por Sada porque si bien este es un burócrata bien ubicado, no deja de ser un funcionario que lleva más de una década viviendo en EU y que tiene una relación directa con toda la red consular. Una llegada que Carreño no tiene. 

Según cuentan en el entorno de Videgaray, en realidad la intención era que el embajador en EU sea José Ángel Gurría, actual jefe de la OCDE, pero este rechazó el cargo en la noche del jueves en un encuentro a solas con Videgaray. Luego de la negativa, como en otras ocasiones, el canciller se volcó a su alma mater del ITAM y desde allí apareció el nombre de Gutiérrez.