A mitad de 2015, luego de haber tenido un rotundo éxito en las elecciones de medio tiempo, el partido de Andrés Manuel López Obrador aseguró que, como propuesta de austeridad y para demostrar que Morena sí era “el partido del cambio”, los legisladores de su fuerza política donarían la mitad de su sueldo para crear nuevas universidades.
Fue así que en octubre abrieron las inscripciones y pusieron a disposición información al respecto en escuelasuniversitarias.org.mx, en la que se comprometieron a sumar datos para transparentar el funcionamiento concreto de las instituciones, que arrancarían sus clases en enero de este año.
A más de un mes de la fecha prometida, Morena recién oficializó el viernes la de Yucatán, en la que tampoco se especificó el contenido de las clases. Y aunque posteó en su página la descripción de las universidades por zona geográfica, no existen aún ni direcciones concretas de los establecimientos, ni listados de profesores, ni programas de estudios para consultar.
Ante esta serie de cuestionamientos a partir de la falta de información en su plataforma web, La Política Online intentó dialogar en reiteradas veces con la única vocera del proyecto, la coordinadora general de Escuelas Universitarias designada por el partido, Raquel Sosa Elízaga, quien ha rechazado sistemáticamente el diálogo.
La pregunta que surge entonces es: ¿cómo darle legitimidad a una iniciativa que ambiciona dotar de educación universitaria a miles de chicos, y que a una semana de su comienzo aún no se conoce ni siquiera qué tipo de estructura académica tendrá?
¿Cómo se les asegurará continuidad a los alumnos en caso de que el partido no pueda seguir manteniendo esta estructura económicamente, si no gana los suficientes cargos con presupuesto en 2016 y 2018?
En respuesta, el coordinador del partido en la Asamblea Legislativa del DF, César Cravioto, aseguró que “los programas estarán listos para la semana entrante y las clases contarán con profesionales de primer nivel de todas las carreras”.
“No hay dudas de que Morena va a crecer electoralmente y en ese sentido, podemos asegurar que habrá más recursos públicos y dinero para las escuelas”, afirmó, aunque sin especificar qué plan ejecutarán para salvar a los establecimientos en caso de que no ganen los puestos necesarios.
Respecto a cada uno de las universidades, sólo se sabe que la Escuela de Derecho estará en algún punto de la delegación Cuauhtémoc; la de Ingeniería, en Tláhuac; la de Medicina Integral y Salud, en Tlalpan; la de Contabilidad y Administración Pública, en Azcapotzalco, y la normal, en Xochimilco.
En cuanto al plantel docente, sólo se dio a conocer a través de medios informales que la directora de la Escuela Intercultural Bilingüe de Valladolid María Alicia Martínez Medrano será Olga María de la Luz Cupul Díaz; el de la Escuela de Contabilidad y Administración Pública Leona Vicario, en Azcapotzalco, será Andrés Peñaloza Méndez; el de la delegación Cuauhtémoc, de la Ciudad de México, será Netzaí Sandoval Ballesteros para la Escuela de Derecho Ponciano Arriaga; el de la Escuela de Ingeniería Heberto Castillo Martínez de Tlahuac será Jorge Raos.
Además, que Catalina Mónica Eibenschutz Hartman será la directora de la Escuela de Medicina Integral y Salud Comunitaria, en Tlalpan; que en Calkiní, Campeche, la Escuela de Agricultura y Agronomía Ah Canul será dirigida por María Martina Kantún; en Comalcalco, Tabasco, Jorge Méndez González tendrá las riendas de la Escuela de Educación Superior; mientras en Xochimilco, de la capital del país, la Escuela de Educación Normal José Santos Valdes tendrá a Juan Manuel Rendón Esparza al frente.
La UACM, el precedente
No es la primera vez que López Obrador encabeza un proyecto educativo con su sello. En 2001 también creó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, pensada bajo una estructura de mayor flexibilidad en presentismos y horarios para que personas de bajos recursos pudieran hacer una carrera mientras trabajaban.
Consultada por LPO, una ex estudiante de Ciencias de la Comunicación del recinto aseguró: “La UACM tiene menos de 20 años y se ha enfrentado a acusaciones como que tiene pocos titulados y es insostenible en el tiempo. Pero creo que habría que ser cuidadosos, porque muchas veces lo comparan con las cifras de la UNAM o de la UAM y no son comparables, ni por el número de matrícula que tienen, ni por lo reconocidas que son y los años que tienen”.
“Tampoco es cierto que el plan de estudios produzca estudiantes seguidores de AMLO. Lo que sí tiene es una mirada más progresista y autónoma de todas las carreras, pero adentro de las aulas convive gente que está de acuerdo y gente que es completamente opositora al proyecto de Obrador”, concluyó.
Sin embargo, en medio de este panorama de indefiniciones y desinformación, habría que al menos cuestionarse cuál será el plan de estudios para los chicos que decidan tomar esta opción, y recordar que hace menos de un mes, en plena campaña, López Obrador interrumpió en plena clase de primaria en Oaxaca para hablarle a chicos -menores de edad- sobre un panorama político de violencia y mentiras.
¿Cómo no plantearse entonces la posibilidad de que, en búsqueda de un mayor caudal de votos, también busque ponerle el sello partidario al contenido de las clases de sus propias universidades? Sólo el tiempo y la voluntad de informar de su partido podrán desanudar esa cuestión.
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