Hoy martes quedó en evidencia la división que domina la campaña presidencial de José Antonio Meade. Eruviel Avila se pronunciaba en favor de que el ex secretario de Hacienda se mantuviera por completo al margen del conflicto entre el gobernador Javier Corral y el presidente Enrique Peña Nieto. En cambio Aurelio Nuño insistió para subir a Meade a ese ring y lo logró. El candidato apareció diciendo que Corral tortura testigos y miente para perjudicar al PRI.

El ex gobernador mexiquense que desembarcó en la campaña de Meade desde el PRI-CDMX entiende que la maniobra fue equivocada porque identifica al candidato excesivamente con el tricolor (cuando la idea es lograr votos de todos los sectores) y porque además lo hace a través de una fibra muy sensible: la corrupción.

Eruviel defendió la idea hasta hoy martes al mediodía de que Meade debía seguir atacando a AMLO y a Morena por sus planes de amnistía-narco. Debe decirse: Meade estaba más cerca de esta postura pero quedó envidencia como nunca el poder que ejerce Nuño.

El coordinador había  atacado a Corral en las primeras horas de la mañana y forzó a Meade con el argumento de que cuestionar a Corral es ganar fuerza en lo que hasta ahora parece un terreno algo esquivo: la base dura del PRI.

El malestar de Eruviel con el grupo itamita se suma al de figuras como Emilio Gamboa, Jorge Carlos Ramírez Marín, Miguel Ángel Osorio Chong y Manlio Fabio Beltrones.