Andrés Manuel López Obrador tuvo su incursión a una cena en el Wilson Center donde prometió mantener la reforma energética si es electo presidente pero aviso que se revisarán todos los contratos firmados con compañías privadas. Es el discurso que Alfonso Romo y Yeidckol Polevnsky expresan cuando se reúnen con empresarios del sector.

El dirigente de Morena cree que los contratos firmados por la actual administración son desfavorables para con México. En Washington también volvió a insistir con que construirá refinerías para incrementar la producción de Pemex.

Estas son las definiciones que hacen que los grandes capitanes del sector siguen viendo en riesgo a esta reforma. Los hombres de negocios además asumen que nadie en el entorno del ex jefe de gobierno capitalino tiene experiencia en un negocio inestable y volátil donde fortunas de cien años pueden perderse de un día para el otro.

Espaciar las rondas para redefinir los campos a licitar es un costado del posible plan de AMLO que el empresariado rechaza porque haría que la reforma fuera menos interesante para actores internacionales que busquen asociarse con firmas mexicanas.

Reorientar el plan de Pemex hacia la construcción de refinerías también es un aspecto que no termina de ser aceptado por el sector al entender que se trata de una inversión que Pemex no está en condiciones de hacer mientras el valor del crudo se mantenga como está.

Hay una diferencia sustancial en las visiones. Para el equipo de AMLO el futuro energético de México es ser ser un productor de combustibles que compita con EU. Mientras que la visión empresaria es la de integrar los dos mercados lo más posible.