Al interior del PRI gana fuerza la tesis de que el salto del senador Jorge Carlos Ramírez Marín a la constelación oficialista, para ser candidato a alcalde de Mérida, obedece a algún tipo de acuerdo con la cúpula militar que acompaña su ambición.
Sucede que en una sesión del pasado 25 de septiembre, en la comisión Bicameral de Seguridad, Ramírez Marín se ausentó y favoreció que avance un proyecto de dictamen de más de 200 páginas en cuyo resolutivo tercero se propone que la Sedena controle plenamente la Guardia Nacional. Proyecto que es que es rechazado por los legisladores del PRI.
Según cuentan en Avenida Insurgentes, ese gesto del senador ya se venía platicando con anterioridad y su concreción aceleró los tiempos electorales.
Según esta lógica, Ramírez Marín tendría asegurado para su campaña cierto apoyo de proveedores de las obras que controlan los militares en el sureste del país.
Una sociedad que es muy entendible porque Yucatán es una entidad donde, a simple vista, el frente opositor llega a la cita electoral más competitivo que el oficialismo. Hacer un buen papel electoral es un desafío de peso y más si se considera que el morenismo yucateco no tiene afinidad con Ramírez Marín.
No sería el único movimiento en esta dirección. LPO ya reveló que Pablo Gamboa, el hijo de Emilio, puede dejar el PRI y ser candidato a legislador por el Verde. Esto gracias a la amistad de su padre con Daniel Chávez, dueño de Vidanta y consejero presidencial.
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