Desde Palacio Nacional ayer lunes se hizo especial énfasis en instalar en medios de comunicación que Andrés Manuel López Obrador no quiso recibir a Javier May en Palacio Nacional. Un llamado de atención que desde la cúpula se entendió como necesario por las demoras que registra el Tren Maya, una obra estructural que está retrasada tanto por un elevado nivel de litigiosidad como por falta de acuerdos en la compra de tierras.
López Obrador necesita que el Tren Maya funcione porque lo entiende como la base de conectividad del desarrollo del sureste, junto a la refinerÃa de Dos Bocas y el Corredor Interoceánico, mejor conocido como Tren del Istmo.
A esas fallas que May debÃa resolver se agregan otros malestares. Por ejemplo ciertas filtraciones a Grupo Reforma sobre el desempeño de su antecesor, Rogelio Jiménez Pons, quien todavÃa se encuentra en el staff oficial por determinación presidencial. También se suma el malestar por la actividad polÃtica de May en Tabasco, donde busca injerir en el proceso sucesorio.
Todo lo referido a compra de tierras necesarias para el Tren Maya es un asunto delicado en la 4T, donde pululan actores de bajo perfil pero fuerte penetración para los negocios como Elvira Daniel (asesora permanente de Octavio Romero), Alfonso Romo (golpeado en los últimos dÃas por la trama de los autos chocolate) o Andrés López Beltrán, hijo presidencial. Son muchos los intereses entre los que debe navegar May, que, por cierto, es un hombre más bien elemental.
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