Dos situaciones en riesgo de colisión. Hoy miércoles la canciller Alicia Bárcena conversó a solas con Serguei Lavrov, su homólogo de Rusia, en la reunión de ministros de Relaciones Exteriores en el G20 de Brasil. En paralelo, en la embajada mexicana se conoció que Joe Biden analiza firmar una orden ejecutiva que podría contemplar el cierre de la frontera con México, giro que Andrés Manuel López Obrador rechaza.

El blindaje fronterizo, según confirman en la Cancillería, tendría buena parte de la iniciativa que los republicanos rechazaron hace dos semanas en el Capitolio y que le permitiría a Biden cerrar la frontera cuando la llegada de migrantes se vuelva incontrolable.

El presidente mexicano rechaza esta disposición porque, si bien en un principio no se bloquea el ingreso de mercancías, lo cierto es que los oficiales de aduanas dedicados a cerrar la frontera dejarían de ocuparse de los bienes que cruzan para enfocarse en la migración. Una acción que resiente el comercio bilateral y le implica a los empresarios mexicanos perdidas millonarias a diario, como ya sucedió en diciembre.

Las postales de Bárcena con Lavrov en el G-20 son de corte fraternal. El canciller ruso se encuentra en una gira por la región con escalas en Caracas y La Habana que en Washington siguen de cerca. El gobierno de Vladimir Putin está en un momento de fuerte cuestionamiento por la muerte del opositor Alexei Navalny. Cualquier cercanía con Moscú enciende los ánimos en Estados Unidos.

Por cierto: el pasado lunes en la conversación con el Canal Red, López Obrador fue extremadamente gentil en su definición de Donald Trump. Minutos antes había criticado los planes fronterizos de Biden.

Hoy miércoles, en otro movimiento poco habitual, el embajador Ken Salazar se reunió con periodistas en Sinaloa y les ofreció apoyos en una entidad donde la oposición mexicana dice que el narcotráfico operó fuertemente en las elecciones del 2021. En los últimos días el gobernador morenista Rubén Rocha fue señalado por vinculaciones supuestamente inconfesables.

La cuestión del papel del crimen organizado en las elecciones mexicanas va a ganar peso en los próximos días cuando Daniel Erikson se convierta en el consejero para América Latina de Biden. Proviene del Pentágono, es amigo de Hunter Biden y escribió una tesis sobre el peso electoral en México de los cárteles de la droga.

El encuentro de Salazar con los periodistas en Sinaloa va en la sintonía de esas inquietudes que en Erikson parecen ser más fuertes que en el consejero que va de salida, Juan González.

El punto más delicado del nuevo hombre de Biden para América Latina es que Erikson ha cultivado una relación de cercanía con la DEA, agencia que acusó a López Obrador de supuestos vínculos con el crimen organizado y que el mandatario rechaza enérgicamente.