Andrés Manuel López Obrador se manifestó hoy lunes satisfecho con las elecciones de España en las cuáles el PP no logró la mayorÃa necesaria para presidir el gobierno. El presidente cree que si Pedro Sánchez se sostiene en la Moncloa, lo cual ahora es una posibilidad, se podrá avanzar en un nuevo acercamiento España-México.
En diciembre del año pasado López Obrador insistió en que las relaciones con España se encuentran "en pausa", algo que el tabasqueño habÃa decretado en febrero del 2022.
Nunca ha quedado demasiado claro que significa esta "pausa" ya que en lo formal no ha tenido una demostración concreta: son frecuentes las reuniones entre funcionarios de ambos gobiernos, ambas embajadas operan con normalidad y hasta López Obrador se ha fotografiado con los máximos directivos de Iberdrola al anunciar un negocio conjunto con CFE.
La denominada "pausa", como susurran en la CancillerÃa, es una cuestión más bien polÃtica al entender que España no ha contestado ciertos reclamos de México referidos a los crÃmenes de la Conquista. O sea, un uso de la relación bilateral para ganar adhesiones en el electorado propio.
La nueva canciller Alicia Bárcena quiere poner fin a este paréntesis decretado desde la conferencia matutina y con esa dirección opera: ya tuvo dos encuentros a solas con el embajador español en México, Juan Duarte y la semana pasada estuvo muy receptiva a Pedro Sánchez en la cumbre Celac-UE en Bruselas.
El sostenimiento electoral del PSOE es crucial en esa estrategia porque si el PP se hiciera del gobierno español en sociedad con Vox la tensión bilateral irÃa en aumento. Especialmente si se considera lo que el partido ultra Vox opina en lo referido a la Conquista en América Latina.
Al interior de Palacio se conoce que López Obrador ha seguido los acontecimientos ibéricos a través de la narración de su vocero Jesús RamÃrez, que tiene diversas amistades en la izquierda española, fundamentalmente en el espacio Sumar, que comanda Yolanda DÃaz. El vocero presidencial también es un nexo permanente entre Palacio y el embajador Duarte.
Le agrado especialmente a López Obrador la antÃtesis que esta elección marcó entre los ex presidentes socialistas José Luis RodrÃguez Zapatero y Felipe González. El primero jugó a fondo en favor del PSOE y de Sánchez a pesar de que en el pasado fueron adversarios. El segundo en tanto, llegó a mencionar que el PSOE debÃa acordar con el PP y asegurar el dominio del bipartidismo clásico.
López Obrador entiende a González como el sÃmil de Carlos Salinas de Gortari en México (ambos son amigos) mientras que a RodrÃguez Zapatero lo ubica como cercano a Cuba y Venezuela.
Al presidente le gustó, aunque nunca lo dirá en público, como Sánchez se expresó en la campaña sobre temas como renta universal, impuestos a la banca y los super ricos y mayores controles a compañÃas eléctricas.
Esta versión de Sánchez es más cercana al pensamiento del presidente mexicano y es la llave para el fin de la denominada "pausa", la misma que se inició cuando el propio Sánchez ya gobernaba España.
Es como si Sánchez hubiera mutado a los ojos de López Obrador. Ahora este encuentra en la centro izquierda ibérica una audacia que el formato de poder mexicano hace intransitable para el Gobierno que él mismo encabeza y de ahà también otra clave de la transición presidencial.
Para avanzar en esos tópicos y enunciarlos sin demasiados rodeos se requiere, a los ojos del tabasqueño, de profundizar la 4T y no moderarla.
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