La migración no es un "fenómeno" en Baja California, es una realidad que parece servirle a algunos solo para ensalzarse de vez en cuando. |
Cada cierto tiempo el tema de la migración se vuelve relevante para la conversación nacional, normalmente cuando una crisis internacional obliga a que la sociedad se vea de frente con la cruda realidad de desplazarse para sobrevivir.
En ocasiones, gobiernos deshonestos usan el tema de la migración para ensalzarse, enfatizar sus credenciales "humanistas" y no volver a tocar el tema hasta que nuevamente aparezca una crisis que nos obligue a los medios de comunicación a hablar del tema.
Otros gobiernos locales con un poco más de decencia admiten que, en muchos aspectos, tienen las manos atadas. La política mexicana y su electorado no son especialmente amables a la hora de votar cuando se trata de aquellos que ven por quienes no son de acá.
En estos casos recurren a uno de los argumentos más repetitivos de la política mexicana: "Es un tema que le compete a la federación". Aunque es una respuesta válida si se habla de los efectos macro de la migración es, a mi parecer, una salida fácil y simplona.
Como muchas cuestiones torales para la vida del país, la migración no suele ser "atractiva". Pero puede llegar a ser un tema coqueto durante los procesos electorales, más aún cuando estos se empalman con las peleas de lodo que se arman en las elecciones de los Estados Unidos.
Tijuana tiene poco más de 2 millones de habitantes, un número importante de ellos llegaron a la ciudad en busca de diversas cosas, pero las condiciones en las que tocaron tierra son muy diferentes.
Es difícil decir con exactitud cuántas personas llegan a Tijuana al día. Desde los migrantes de Sudamérica y en algunos casos de África que llegan en autobús, hasta los de Europa del Este que llegan en avión y, claro, los cientos de paisanos de todas partes de la República que se ven obligados a dejar sus hogares debido a la violencia.
Para aquellos que llegaron con tan solo lo básico, huyendo de condiciones terribles, instituciones como el Desayunador Salesiano (también conocido como desayunador del Padre Chava) o el albergue Embajadores de Jesús suelen ser el lugar para buscar ayuda.
Ambas obras realizan un trabajo excepcional, dando en muchos casos alimento, cobijo y posibilidad de aseo a cientos de personas diariamente.
No puedo decir que he invertido el tiempo que me gustaría en el tema migrante, sobre todo cuando hay otros compañeros en Tijuana y Baja California que han dedicado buena parte de sus vidas laborales a relatar las historias de horror y en ocasiones de esperanza, mucho mejor de que yo podría hacerlo. Sin embargo, algo que he podido ver en el día a día periodístico es que instituciones como estas necesitan hoy más que nunca un apoyo excepcional.
En el caso del Desayunador Salesiano, la amenaza de que tenga que cerrar debido a la falta de recursos se ha cernido sobre la institución por un par de meses. Si se considera que invierten alrededor de 3 mil dólares todos los días para poder ofrecer sus servicios, es fácil entender que necesitan todo el apoyo que se les pueda dar.
Hoy en día tanto el Gobierno Municipal como el Estatal han decidido tender la mano y entregar un apoyo económico a la organización para que puedan seguir realizando su gran labor. Pero, como siempre, queda la duda de ¿cuánto va a durar el veinte? Pues normalmente el interés y apoyo gubernamental en la materia tiene una fecha de caducidad peor que la de un bote de leche.
También debe ser dicho que no solo el gobierno tiene responsabilidad en la situación. El siempre alegre sector empresarial, que no tiene problema en celebrar la migración como un proceso que les permite expandir sus operaciones y crecer sus chequeras, ha sido incapaz de poner una parte de sus ganancias en apoyar a las instituciones que se encargan de esta población.
Claro que habrá sectores que argumentarán que hacen mucho al realizar ferias de empleo a las afueras de los albergues o en ciertos cuadrantes de la ciudad, con cierto énfasis en atraer a la población en contexto de movilidad. Pero parece un poco "la ley del mínimo esfuerzo", más que un intento genuino por ayudar a esta población.
En el caso del albergue Embajadores de Jesús, desde hace algunos días quienes llaman a este lugar su hogar temporal han levantado la voz y denunciado el interminable río de aguas negras que pasa a escasos 500 metros de ellos, recorriendo todo el Cañón del Alacrán. Pues en fechas recientes han reportado fuertes migrañas y dolores estomacales, en parte provocados por los olores fétidos que de este emanan.
¿Cuánto tiempo pasará para que alguien diga que va a resolver el problema y pida aplausos al respecto?
Sin un compromiso explícito y directo a esta población, lo único que seguirán haciendo, gobierno y el sector empresarial, es hacer reverencia con sombrero ajeno, de instituciones a las que se niegan a ayudar hasta que les conviene.
Twitter: @JuanPabloGCZ
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