AMLO decidió anticipar el proceso de sucesión. Nadie comprendió ese juego provocador, pero varios aliviaron las riendas de sus ambiciones. El Tribunal Electoral en llamas. |
No es un hábito que haya adquirido en Palacio Nacional. En la propia genética de AMLO está la provocación, ese juego habitual en polÃticos que disfrutan cada centÃmetro de la grilla. Las internas en el Gabinete son una suerte de ritual. Hablamos de un lÃder que se siente cómodo con las heridas expuestas de sus colaboradores, acaso como un modelo de explosiones controladas. Asà examina a su alrededor y observa voluntades, ambiciones, posibles rebeldÃas. ¿A qué costo?
Después de la elección de medio término, una de esas provocaciones causó estupor en el cÃrculo rojo. López Obrador abrió el juego de la sucesión de una forma tan abrupta y anticipada, que dejó confundidos a propios y a extraños. Tocó una fibra Ãntima de la polÃtica mexicana: el destape. ¿Por qué esa heterodoxia justo en un tema tan delicado, o peor, en un momento tan delicado?
Desde luego, en las sobremesas de funcionarios, empresarios y opositores hubo muchas hipótesis. ¿AMLO quiso demostrar al interior de la 4T que su fortaleza estaba intacta pese a perder la mayorÃa calificada en San Lázaro, y al retroceso en su histórico bastión, la CDMX? ¿O quiso distraer a sus adversarios en medio de la disputa de la LÃnea 12? Sobran lecturas sobre sus motivaciones. En cambio, los efectos parecen ser más concretos.
Al abrir la barda, AMLO habilitó movimientos polÃticos que estaban contenidos. Malestares, viejas broncas, peleas contenidas siempre bajo el liderazgo de AMLO, que ahora empezaron a soltarse y a girar sobre la ilusión de los posibles sucesores.
El ejemplo más claro explotó esta semana con la rebelión en el Tribunal Electoral. No se trata de un conflicto nuevo: hace meses que operadores de la 4T se disputan el control de ese territorio clave para la vida polÃtico-electoral de México.
En este mismo espacio se advirtió sobre el creciente poder de Julio Scherer, el Consejero JurÃdico e histórico asesor del Presidente. Una pieza clave para definir la viabilidad de algunas candidaturas, pero también la constitucionalidad de las iniciativas más controversiales de AMLO. Interlocutor con la Corte y con el Tribunal Electoral, dos atribuciones que le valieron intensas batallas con Olga Sánchez Cordero y Ricardo Monreal, respectivamente.
La efectividad alrededor de la postulación de Félix Salgado o de la consulta para enjuiciar a los ex presidentes, entre otros encargos, podrÃa discutirse. Pero lo que parece evidente es que el momentum de Scherer se terminó por completo con el derrocamiento de José Luis Vargas, su aliado en el Tribunal. Ahora el Consejero JurÃdico es blanco de todos aquellos que disputan la sucesión con Claudia Sheinbaum.
Felipe Fuentes fue un actor clave en esta rebelión. Ex aliado de Scherer, no obtuvo el apoyo para su reelección al frente del Tribunal hace apenas un año. Hoy, junto a Felipe de la Mata, saltó hacia el bloque de magistrados que no responden a la ConsejerÃa JurÃdica. ¿Llegó la hora de pasar viejas facturas? La 4T ya no tiene un mayorÃa abrumadora en San Lázaro, y el control del Senado está en manos de Monreal, que no es precisamente un aliado de Scherer.
No hay que confundirse: la rebelión de los cinco magistrados lleva un mensaje con destino a Palacio Nacional. ¿La FiscalÃa General exonera las denuncias en contra de Vargas, mientras el resto de los magistrados enfrenta presiones -según revelan en privado- de la UIF y de la ConsejerÃa JurÃdica? Pues ahora habrá un Tribunal Electoral fracturado, con una robusta mayorÃa que no aceptará el "garrote".
Ahora bien, ¿Scherer podrá buscar un traidor interno, como ocurrió con Monreal en la elección de CDMX? Esta vez será muy difÃcil. Con el proceso de sucesión desatado, los magistrados efectivamente quisieron pedir ayuda a Ebrard, pero el Canciller no se compró el problema, y la designación terminó en un panista vinculado a Roberto Gil Zuarth. Una salida inequÃvoca de que, esta vez, no habrá margen para una cacerÃa de brujas.
El Tribunal Electoral es el primer foco de un incendio que apenas levanta sus primeras llamas. Este escenario de polarización anticipado, ya no ciudadano sino institucional, podrÃa repetirse muy rápido en la Suprema Corte, donde seguramente terminará el litigio por el desplazamiento de Vargas. Allà también hay fuertes tensiones latentes.
ZaldÃvar, otro aliado de Scherer, también podrÃa recibir en pocas semanas un duro revés. La extensión de su mandato como Presidente de la Corte serÃa rechazado. Con un dato muy importante: el magistrado José LuÃs González Alcantara Carrancá -designado por AMLO- votarÃa en contra.
Alcantara Carrancá cuenta a quien quiera oÃr que AMLO lo tentó para extender su Presidencia en el Tribunal Superior de Justicia de la CDMX -allá por 2003-, y que en ese momento se opuso. "¿Por qué deberÃa cambiar esa convicción ahora?", esgrime con coherencia.
Ya van varias señales de independencia de Alcantara Carrancá, que desde luego no agradan a ZaldÃvar, y muchos menos a Scherer. Fue él quien abrió una pequeña rendija jurÃdica para que Francisco Cabeza de Vaca escape de la orden de aprehensión que ya lo tenÃa acorralado.
Con ese escenario, YasmÃn Esquivel -también cercana a Scherer- ya sueña con ser la sucesora de ZaldÃvar. Entonces, ¿será buena idea escalar el conflicto del Tribunal Electoral hasta una Suprema Corte con un bloque oficialista demasiado inorgánico? ¿México transitará los próximos meses con un doble Tribunal Electoral?
El repaso de daños es alarmante. La Suprema Corte con duros cuestionamientos internos, el Tribunal Electoral fracturado, el Senado con un lÃder oficialista acusado de "traición" por sus propios compañeros militantes, San Lázaro sin mayorÃa abrumadora. AMLO, como algunos jugadores de póker, pagan para ver las cartas de sus adversarios. ¿No será muy alto el costo esta vez?
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