Editorial
El caso Apablaza, un atentado gratuito a la relación con Chile
| Por Fulvio PompeoEl "caso Apablaza" es una muestra de un acontecimiento que atenta gratuitamente contra la solidez del vÃnculo bilateral. La actitud del gobierno argentino carece de fundamentos desde el derecho internacional. |
La relación bilateral entre Argentina y Chile ha transitado a lo largo de la historia por instancias de acercamiento y distanciamiento. Pero a partir de la vuelta a la democracia en ambos lados de la cordillera, esta relación se ha constituido en un ejemplo contundente de confianza mutua, entendimiento y cooperación. Este proceso no ha distinguido ideologías ni signos políticos y se ha cimentado sobre la base de la defensa incondicional de la democracia y el estado de derecho.
Hemos sido dos naciones capaces de transitar exitosamente desde la inminencia de un conflicto armado hacia una instancia de asociación estratégica. Tal como sostiene Mauricio Macri: “Chile es un socio estratégico natural para el desarrollo de nuestro país”. Este logro debemos cultivarlo y, lo que es más importante aún, preservarlo de hechos o situaciones que puedan afectar su continuidad.
El “caso Apablaza” es una clara muestra de un acontecimiento que atenta gratuitamente contra la solidez del vínculo bilateral. La actitud del gobierno argentino carece de fundamentos desde el derecho internacional y lo que es más grave aún, supone poner en duda la imparcialidad de las instituciones chilenas y su capacidad para que la justicia actúe en el marco del máximo respeto de la vigencia de los derechos humanos.
Quizás lo que mejor simboliza el impacto que esta medida tiene para la relación bilateral, sea la contundente condena de la comunidad política chilena en su conjunto a la decisión del gobierno nacional. Esta posición unívoca nos demuestra que el “caso Apablaza” trasciende las cuestiones o intereses ideológicos, siendo un hecho que involucra directamente la relación entre ambas naciones, más allá del signo político de quienes se encuentren actualmente en el gobierno.
Este reciente desencuentro nos retrotrae a otro traspié en la relación bilateral, también provocado por la errática política de la administración kirchnerista. La sociedad chilena seguramente mantiene fresco el recuerdo del incumplimiento argentino frente al compromiso previamente asumido de abastecimiento de gas natural a Chile. Este hecho, que provocó una severa crisis energética en el país trasandino, también tuvo un fuerte impacto doméstico. La falta de previsión, inversión y desarrollo estratégico en el sector energético ha llevado a que la Argentina, que era exportadora neta de combustibles en 2003, se vea ahora ante la necesidad de importar recursos energéticos, por una suma mayor a 2.000 millones de dólares para este año.
No obstante estos hechos, quizás estemos frente a una nueva oportunidad de recuperar una agenda positiva que nos permita profundizar los innumerables puntos de coincidencia, generando la posibilidad de avanzar en nuevas áreas estratégicas de cooperación que nos beneficien mutuamente. Por ejemplo, Chile en la actualidad está evaluando la posibilidad de incorporar nuevas alternativas de generación a su matriz energética, entre las que se cuenta la energía nuclear. Por su parte, Argentina posee la capacidad de desarrollar este tipo de tecnología; internacionalmente reconocida a través, por ejemplo, de la trayectoria y experiencia del INVAP.
Avanzar en un programa de cooperación en este campo sería, sin lugar a dudas, contribuir al desarrollo de esta agenda positiva. Más aún, significaría encaminarnos hacia la consolidación de una alianza estratégica entre Argentina y Chile.
Debemos ser concientes de que esa posibilidad está sujeta a un cambio en el rumbo de nuestra política nacional. Tenemos que dejar de ser un país imprevisible, como fuimos en los últimos años, para convertirnos otra vez en un socio confiable, que cumpla con los compromisos y obligaciones internacionales asumidos, con una clara visión de largo plazo y con políticas de Estado que trasciendan las contingencias de un período presidencial.
Tal vez debamos mirar el ejemplo chileno que recientemente recorrió el mundo entero, a raíz del rescate de los 33 mineros atrapados por 70 días; y que constituye una muestra de la seriedad y el compromiso con el que actuó el gobierno y la sociedad chilena en su conjunto. Las expresiones del Presidente Sebastián Piñera constituyen un claro reflejo de esta actitud: “lo hicimos a la chilena”, que ahora significa “hacerlo bien, con unidad, con compromiso, con fe, con liderazgo”.
Asimismo, la Argentina debe demostrar la capacidad de sostener políticas de Estado, evitando condicionar el diseño y ejecución de la política exterior a coyunturas nacionales. Quizás éste sea el desafío más importante en materia de política internacional que deberá enfrentar la próxima gestión de gobierno.