El canciller alemán Olaf Scholz se convirtió este viernes en el primer líder europeo que se reúne con Xi Jinping desde la irrupción de la pandemia. El presidente chino, que acaba de ser elegido por el Partido Comunista para un tercer mandato, recibió a Scholz en el Gran Salón del Pueblo de Beijing, pese a las críticas en Berlín por el acercamiento y, sobre todo, la posibilidad de crear una nueva dependencia alemana de la segunda economía mundial.

La ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, habló de chantaje, por lo que Scholz tuvo que escribir una carta antes de partir a Beijing. "Está claro que si China cambia, la forma en que tratamos con China también debe cambiar", señaló. El líder de la opositora Unión Demócrata Cristiana, Friedrich Merz, cuestionó que el canciller viajara pocas semanas después de que Xi ratificara su liderazgo y anunciara una línea dura hacia Taiwán.

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"Como países grandes e influyentes, en tiempos de cambio y agitación, China y Alemania deberían trabajar juntos para hacer más contribuciones a la paz y el desarrollo mundiales", dijo Xi, dándole pie a Scholz para pedirle que intercediera ante Vladimir Putin para terminar con la invasión a Ucrania. "Le dije al presidente que es importante que China ejerza su influencia sobre Rusia", comentó el canciller a los periodistas una vez terminado el cara a cara. "Las amenazas nucleares son irresponsables y extremadamente peligrosas", agregó.

 Scholz y Xi este viernes en el Gran Salón del Pueblo de Beijing. 

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"Es bueno y correcto que esté hoy aquí en Beijing", apuntó Scholz en respuesta a los críticos de la gira. "La invasión rusa de Ucrania devolvió la guerra a Europa", dijo antes de reunirse con el primer ministro chino Li Keqiang. El sucesor de Angela Merkel no evitó ningún tema que pudiera resentir a los anfitriones, consciente de la presión interna en Alemania y Europa. En ese sentido, hizo referencia a la situación de los uigures en la provincia de Xinjiang, un tema que Li definió como una diferencia entre puntos de vista.

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Scholz también tuvo que reafirmar la posición alemana respecto a Taiwán y aclaró que el apoyo a la "política de una sola China" puede cambiar su Beijing sacude el statu quo con la isla de forma unilateral, es decir, si Xu cumple con su palabra de recurrir al "uso de la fuerza" para acelerar la "unificación", tal como prometió semanas atrás en el congreso del PCCh. Pero Scholz dijo que la preocupación por los campos de reeducación en Xinjiang que denunció la ONU no debería interpretarse como "una injerencia en los asuntos internos" de China. 

Scholz llegó acompañado por una comitiva de empresarios alemanes que piden facilitar el acceso al mercado chino y aumentar la cooperación en ciertas áreas. Volkswagen, BMW, la química BASF, Bayer, Deutsche Bank y Biontech, entre otras, quieren igualdad de condiciones para invertir en el país asiático

El canciller alemán no fue hasta China para discutir asuntos incómodos. Scholz llegó acompañado por una comitiva de empresarios alemanes que piden facilitar el acceso al mercado chino y aumentar la cooperación en ciertas áreas. Volkswagen, BMW, la química BASF, Bayer, Deutsche Bank y Biontech, entre otras, quieren igualdad de condiciones para invertir en el país asiático. Scholz busca proyectar el poderío económico alemán en momentos de crisis y desconexión con los hidrocarburos rusos.

Li Keqiang, primer ministro de China, también se reunió con el canciller alemán.  

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Para paliar los cuestionamientos, Scholz aseguró que el viaje tenía como intención sondear los ánimos en Beijing, una misión en nombre de la UE y necesaria mientras la guerra continúa en Europa. Sin embargo, la visita coincide con las intenciones de Cosco de hacerse con el 35% de una terminal de contenedores en el puerto de Hamburgo, ciudad de la que Scholz fue alcalde antes de legar el salto a la conducción del Ejecutivo federal.

La decisión de Scholz de respaldar la entrada de Cosco al puerto de Hamburgo chocó con la oposición de verdes y liberales, aliados en el gobierno de coalición, e incluso de algunos miembros del Partido Socialdemócrata del canciller. Dirigentes del oficialismo y del arco opositor calificaron el viaje de desafortunado o una capitulación. Mientras enfrentaba la presión política para endurecer la posición ante China, los empresarios le pidieron suavizar el tono. Scholz hizo equilibrio entre las dos demandas. 

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Pese a las advertencias de no replicar un vínculo como el que tuvo con Rusia, el canciller no parece dispuesto a sacrificar la relación con China cuando Alemania se acerca a una recesión.