El factor Milei podrÃa dar en la tecla con el mandato "que se rompa todo". Al menos, para interpelar a la dirigencia polÃtica. |
Néstor Kirchner llegó a la presidencia en el 2003 desde las entrañas de Eduardo Duhalde, el ex caudillo del PJ bonaerense que supo llevar el barco hasta la orilla post crisis polÃtica, económica y social que dejó el gobierno de Fernando De la Rúa.
La llegada del Kirchnerismo al poder fue la respuesta a una gran crisis polÃtica institucional expresada en la frase "que se vayan todos". El surgimiento de un nuevo actor social enmarcado en el movimiento piquetero, se construyó a expensas de inmensas manifestaciones en todo el paÃs.
En aquel momento, Néstor Kirchner era apenas un gobernador patagónico que asumÃa la presidencia con el 22 % de los votos, luego de la contienda electoral contra Carlos Menem. Esa fragilidad en la gobernabilidad requerÃa de audacia para la reconstrucción del lazo de legitimidad entre la clase polÃtica y la ciudadanÃa.
Supo rápidamente encarnar una nueva época, realizó cambios sustanciales respecto de su antecesor. Montó una nueva estructura de poder donde convergieron casi todos los sectores: dirigentes del radicalismo, lÃderes de movimientos sociales, sindicalistas ex menemistas y duhaldistas, grupos empresarios y de medios de comunicación.
Fue posible llevar a cabo un emprendimiento de tal envergadura, no sólo por la astucia de un polÃtico profesional, sino también, porque sintonizó perfectamente con el mandato popular de aquel momento: construyó un relato en base a un sujeto social (clase baja y media baja), que habÃa perdido todo tipo de expectativas tras la crisis del 2001.
De esa manera, se consolidó en territorio bonaerense y organizó su estructura de poderterritorial. A su vez, le dió forma a un proyecto polÃtico con vigencia durante los últimos veinte años.
Ya con Cristina Fernández en el gobierno, el lema "Vamos por todo" fue la contracara de ese mandato popular que le reclamaba a la clase polÃtica que hagan algo diferente. Sin embargo, el kirchnerismo hizo caso omiso a esa demanda. El modelo parecÃa agotarse, pero sobrevivió como ese animal anfibio que es el peronismo, capaz de mutar de un terreno a otro sin perder la base de sustentación.
En paralelo al gobierno kirchnerista, Mauricio Macri fundó el PRO, como un intento por representar a la otra parte de la sociedad que dejaba excluida el kirchnerismo. Su paso por Boca Juniors como presidente de uno de los clubes más importantes de Argentina, hizo que gozara de una popularidad semejante como para saltar de lleno a la arena polÃtica. Construyó su imagen pública como una "celebridad" heredada de su padre Franco, y como un "outsider" de la polÃtica. Sedujo principalmente a un electorado que años más tarde le exigirÃa reformas estructurales. El mandato de "cambio" imperó en una sociedad que en el 2015 le dió la espalda al kirchnerismo y se inclinó por el gobierno de los CEOs. Bajo la promesa de "ordenar las finanzas públicas" contrajo la deuda externa más grande de la historia de nuestro paÃs.
Frente a un contexto de antinomias persistentes entre kirchnerismo y antikirchnerismo, entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no se cristaliza con nitidez, emerge la figura de Javier Milei. Nace principalmente como un fenómeno mediático, con un discurso potente: "que se rompa todo" lo que tenga que ver con la "casta polÃtica", culpables de la debacle actual y de todos los males que aquejan al paÃs. Para Milei, ese concepto incluye a los partidos que conforman la "corporación polÃtica". Se trata de un discurso anti-sistema y anti-polÃtica, que sintoniza fundamentalmente con el malestar general de una sociedad "harta" de repetir ciclos y de consumar reiteradas crisis económicas durante los cuarenta años que llevamos de democracia. Tiene sentido entonces que sus mensajes penetren principalmente en el segmento joven de la sociedad - de 18 a 25 años- la mayorÃa varones de los principales centros urbanos, donde la crisis económica, la inseguridad y la imposibilidad de acceder a un empleo formal son algunas de las principales preocupaciones.
Es interesante observar la puesta en escena de sus actos de campaña: monta un escenario con la canción de fondo "panic show" de la banda de rock La Renga, reversionada por los estrategas de su partido La Libertad Avanza, e ingresa al medio de la escena como un rockstar, mientras se escucha la arenga de sus fanáticos con todo fervor al grito de: "Hola a todos, yo soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida. La casta corrió sin entender, panic show a plena luz del dÃa. Por favor, no huyan de mÃ, yo soy el rey de un mundo perdido. Soy el rey y te destrozaré, toda la casta es de mi apetito. ¡Viva la libertad carajo!".
¿Acaso esa carga violenta en su discurso tenga que ver con lo que subyace debajo de la superficie de lo que están viendo la mayorÃa de los polÃticos? Puede ser. Como lo fue en el 2001 el "voto bronca" que interpeló sin distinción a toda la clase polÃtica.
Si de encuestas se trata, Milei ingresarÃa al ballotage para la mayorÃa de los estudios de opinión pública que circulan propios y ajenos a la figura del dirigente. Y lo harÃa por encima del 25 % de intención de votos. Hoy el problema que tiene Javier Milei es que, por lo menos en las elecciones provinciales que se vienen desarrollando este año, los candidatos que llevan la marca de su sello no son competitivos, detrás de candidatos de fuerzas vecinales, provinciales, de JxC o del FdT.
Como sea, asà como en el 2001 el mandato de una sociedad cansada de promesas incumplidas por parte de los polÃticos fue "que se vayan todos". En pleno auge del kirchnerismo el lema "vamos por todo" chocó contra una ciudadanÃa que demandaba moderación y e imágenes de un futuro mejor. El mandato de "cambio", que supo capitalizar Cambiemos en el 2015, se impuso por sobre el de "continuidad". En la actualidad, el factor Milei podrÃa dar en la tecla con el mandato "que se rompa todo". Al menos, para interpelar a la dirigencia polÃtica, reconstruir o barajar de nuevo.
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- 101/07/2300:36Nada nueo bajo el sol. Tan lejos de la llegada, como de la partida. Un halcón solitario buscando presas que le triplican en tamaño. Un invento de algún pretensioso que vwe en la política un modo de sobresalir.Mal augurio.