Región

AMLO insiste con Biden para que se reúna con Alberto Fernández en el G-20 de Bali

Competencia con Brasil por el liderazgo regional. El presidente demócrata con agenda cargada por China y Ucrania. La carrera por el BID y la OEA.

 Andrés Manuel López Obrador ha insistido en las últimas horas con la Casa Blanca para que Joe Biden se reúna con Alberto Fernández la semana que viene en la cumbre del G-20 en Indonesia. El presidente mexicano vuelve a interceder así por su homólogo de Argentina, igual que lo hizo en su último viaje a Washington DC en julio, donde prácticamente tuvo la audacia de explicarle a Biden por qué es importante una buena relación con el país sudamericano.

El pedido de López Obrador es complejo porque Biden llegará a Bali todavía procesando los resultados de las elecciones de medio termino en Estados Unidos y con un asunto urgente: una reunión a solas con Xi Jinping en la previa al foro multilateral. Así lo confirmó la vocera Karine Jean-Pierre hoy jueves. Biden además tiene una agenda apretada de bilaterales con motivo de la guerra en Europa.

El presidente demócrata se iba a reunir con Fernández meses atrás, el embajador Jorge Arguello había concretado el encuentro, pero justo Biden enfermó de Covid-19.

El pedido de López Obrador se alinea en la estrategia de configurar un polo regional que compita con el Brasil de Lula Da Silva, que ni bien asuma se convertirá en el interlocutor de Estados Unidos en América Latina. El presidente mexicano quiere jugar en ese terreno para operar en futuras posiciones de poder como la presidencia del BID o, si se complican los asuntos personales y laborales de Luis Almagro, la titularidad de la OEA.

López Obrador fue consciente de la debilidad mexicana en el escenario regional hace poco, cuando intentó que la directora del Instituto Nacional de Mujeres, Nadine Gasman, presidiera la Organización Panamericana de la Salud. Los subsecretarios Maximiliano Reyes y Hugo López Gatell fracasaron en ese cometido y Gasman perdió la votación con comodidad a manos de Jarbas Barbosa Da Silva, el candidato brasilero.

El problema para el presidente mexicano es que Alberto Fernández no está en condiciones de alterar el vínculo con Brasil, no solo por la enorme interdependencia económica sino porque, en su estado de gran debilidad interna, con su reelección absolutamente discutida por el peronismo, Fernández asume a Lula Da Silva como un apoyo a su presidencia, prueba de ello que ni bien este ganó la elección, Fernández voló de urgencia a Brasil a sacarse una foto.

Esa alineación se pondrá en evidencia ahora en el proceso de elección del nuevo presidente del BID, donde Lula va a sostener al candidato impulsado por Jair Bolsonaro, el funcionario del Fondo Monetario Internacional, Illan Goldfjan. Fernández tiene la economía completamente digitada por el FMI y las reservas de su Banco Central necesitan de los créditos del BID. Un desaire sería inconveniente.

La competencia de México y Brasil por el liderazgo regional es atrapante porque expresa, de modo subyacente, dos concepciones sobre el lugar de cada uno. López Obrador quiere liderar Latinoamérica por su nivel de aceptación interna y su acceso privilegiado a Washington por pertenecer a la zona T-MEC. Para Lula, en tanto, el liderazgo indiscutido es de Brasil porque asume a México como un eslabón más de América de Norte, o sea casi como un elemento ajeno al mundo que intentará conducir.