Política

El mega hackeo alimenta la desconfianza de AMLO con los generales, en medio de la crisis por el caso Ayotzinapa

Se instala la sospecha de la supuesta filtración de los expedientes médicos. El debate por la militarización en el Senado. La confirmación de Encinas.

En la mañanera de este viernes, Andrés Manuel López Obrador se encargó de negar algo que nadie le había preguntado. Dijo que no hay fuerzas al interior de México capaces de encabeza la filtración masiva de documentos que estaba, al mismo tiempo, confirmando. Sus palabras llamaron la atención de algunos colaboradores de Palacio Nacional, entre los cuales gana peso la sospecha de que los expedientes médicos que ventiló Carlos Loret de Mola podrían haber sido filtrados con intencionalidad por Generales de la Sedena.

Una teoría incomoda, y desde luego difícil de probar para ese círculo cercano del Presidente. Pero el móvil, según esta hipótesis, sería el disgusto con el rumbo de los dos asuntos más sensibles que tiene el Gobierno por estos días: el caso Ayotzinapa y el debate por la militarización en el Senado.

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Esta intriga, debe decirse, tiene mucho asidero en la plana mayor de la Secretaría de la Marina, desde donde descartan enfáticamente que los archivos militares, encriptados con tecnología de Estados Unidos e Israel, sean accesibles para los hackers. 

"¿Qué curioso no? No hay ninguna filtración -al menos por ahora- sobre los miles de millones de dólares qué están manejando los generales de la Secretaría de la Defensa para obras sexenales y mucho menos sobre los procesos de licitaciones restringidas", mencionaba hoy viernes por la mañana un oficial cercano al almirante Rafael Ojeda Durán.

El caso de Ayotzinapa se ha vuelto una encerrona para la 4T. El Gobierno quiere decir que es un crimen de Estado pero al mismo tiempo deslindar responsabilidades de los altos oficiales del Ejército involucrados en esa noche trágica. Y, en apariencia, los dos objetivos no son compatibles. Es lo uno o lo otro. ¿Tiene razón Alejandro Encinas o López Obrador? Por lo pronto, Encinas fue ratificado en su cargo otra vez.

Esa distorsión está generando malestar en sectores del Ejército que hacen causa común con los militares arrestados por el crimen de los 43 normalistas. Arrestos que se lograron a partir de testimonios de supuestos sicarios. A esto se agrega la marcha de la semana pasada en el Campo Militar 1, donde el clamor apuntaba al general Salvador Cienfuegos.

¿Qué curioso no? No hay ninguna filtración -al menos por ahora- sobre los miles de millones de dólares qué están manejando los generales de Sedena para obras sexenales y mucho menos sobre los procesos de licitaciones restringida.

Con la discusión sobre militarización sucede algo similar, e incluso hay puntos de contacto. El mando militar, tal como lo reveló LPO, solo está interesado en prolongar el status constitucional que los habilita a las funciones actuales. Lo observan como una suerte de garantía para evitar reprimendas judiciales frente a eventuales denuncias por el uso de la fuerza.

Pero la grita ocurre frente a la posible soluciones. Como reveló LPO, entre los generales hay apertura al reclamo opositor de mayor control y apoyo a policías municipales. AMLO, en cambio, en lugar de promover una nueva propuesta, ahora aparece obnubilado con su plan de la consulta popular y dejar que el proyecto naufrague en el Senado.

López Obrador conoce esta hipótesis de la filtración malintencionado, y de corte extorsivo, desde la noche del jueves. Para evitar mayores conflictos evitó cuestionar la ciberseguridad militar y simplemente atinó a confirmar todo lo revelado por Carlos Loret de Mola respecto a la salud presidencial.

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De los dos problemas que tiene el Gobierno con los generales uno de ellos luce más fácil de disolver: Ricardo Monreal y Adán Augusto López Hernández están listos para cambiar el proyecto de ley ya rechazado o bien para coaccionar al máximo a los senadores del PRI y conseguir así los dos votos que faltan.

Pero Ayotzinapa luce como un campo minado. Fundamentalmente por el conocimiento y las averiguaciones del GIEI. Algo que la 4T no puede controlar y que puede tener impactos inusitados. Una historia casi circular: al GIEI lo incorporó en el sexenio anterior Aurelio Nuño cuando despachaba como jefe de oficina de Enrique Peña Nieto. El mismo Nuño que nunca ha sido cuestionado en la conferencia matutina y que en la 4T dicen que fue muy colaborativo para la contrarreforma educativa del sexenio actual.