Kirchnerismo

Cristina desató la interna en La Cámpora con las dudas sobre su candidatura

Máximo y Larroque exigen que compita. Pero Kicillof y otros miembros de la agrupación prefieren que no juegue.

Las idas y vueltas de Cristina Kirchner sobre su potencial candidatura en la provincia de Buenos Aires acrecentó la interna que persiste en La Cámpora sobre la conveniencia o no de exponerla en la contienda electoral.

Tras la polémica frase de Cristina el jueves, cuando pareció dar un paso al costado, quedó representa cada postura. Máximo Kirchner representa a los interesados en la candidatura de su madre y Axel Kicillof a los que creen que es mejor reservarla para 2019.

Kicillof ya había dicho meses atrás que Cristina en la elección provocaría un debate sobre su gestión y no la de Mauricio Macri, que el ex ministro cuestiona a diario desde la Cámara de Diputados.

Quienes lo acompañan agregan un antecedente: las figuras que ganan las elecciones legislativas terminan recluidas en el Congreso bajo una agenda impuesta por el Gobierno de turno.

Lo sabe de sobra Cristina, que logró eclipsar a Francisco De Narváez y Sergio Massa desde la Casa Rosada después de verlos celebrar ante todos los flashes.

La línea de Máximo representa al núcleo duro de La Cámpora, representado por Andrés "Cuervo" Larroque, artífice del desarrollo territorial de la agrupación en tiempos de bonanza cristinista.

"El Cuervo mantiene la fidelidad de las delegaciones bajo la consigna de Cristina y le va a costar mucho reforzar su autoridad si ella no se presenta", interpreta un camporista que lo escucha a diario.

Tampoco le será fácil a Larroque y Máximo explicarles a sus militantes que no es tan grave una tercera derrota al hilo en la provincia de Buenos Aires, un escenario que tampoco puede descartarse del todo si ella es candidata.

Las internas de La Cámpora no son tan nuevas. Con Cristina en la Rosada, Larroque pulseaba seguido con Mariano Recalde, por entonces presidente de Aerolíneas Argentinas.

Fue Recalde, justamente, quien reclutó a Kicillof y logró que Cristina lo incorporara como su gurú económico para la última parte de su gestión.

Desde diciembre de 2015, la ex presidenta lo llama a menudo para chequear la agenda del congreso y definir posición en temas económicos y por eso a nadie escapa que difícilmente tire definiciones políticas sin su consentimiento. Como tampoco lo haría Máximo. Tal vez aún deba definir a quién de los dos escucha más.