01 de mayo, 2024
Acorralado, Pichetto amenazó con renunciar y dejar un caos en el Senado
Se lo comunicó a Abal Medina, quien lo obligó a hacer las paces con el gobernador Weretilneck. Furioso, sugirió cambios en el proyecto de voto a los 16 de espaldas a la Casa Rosada. Los jóvenes no lo quieren el año que viene, cuando termine su mandato. Los frenos a AnÃbal y las peleas con Boudou. El riesgo de que el bloque pierda el rumbo.
“Estoy cansado”, suele repetir Miguel Pichetto cuando se sincera ante un senador que lo consulta sobre su presente. Y esta semana ese desgaste lo llevó a ofrecerle la renuncia como jefe de bloque a Juan Abal Medina.
El jefe de Gabinete lo había obligado a hacer las paces con el gobernador Alberto Weretilneck, con quien mantiene un enfrentamiento que motivó la renuncia al entonces ministro de Producción de Río Negro, Juan Manuel Pichetto, hijo del senador.
"El gobierno nacional está profundamente preocupado y nos ha pedido el máximo esfuerzo para que zanjemos nuestras diferencias y se estabilice la situación", admitió Pichetto al diario Río Negro.
Pero lejos de la pasividad, el senador ayer hizo sentir su rigor una vez más en la Cámara alta, el lugar donde se siente cómodo. Temprano dijo que el voto a los 16 tenía que ser obligatorio y no optativo, como señala el proyecto de Aníbal Fernández que el Gobierno instruyó aprobar.
“No lo hablé con él pero no podemos obligar a los menores de edad a votar”, se sorprendió por la noche Fernández.
No es la primera vez que el rionegrino expresa su furia con jugadas de ese estilo. Antes de la última visita de Abal Medina hizo trascender que la reunión se suspendería porque no habían llegado las respuestas del jefe de Gabinete, en clara sintonía con la UCR. Tuvo que echarse atrás.
En la sesión de ayer, Pichetto estalló en furia cuando los senadores pretendían avanzar en un debate sobre una cuestión de privilegio pedida por él, para repudiar la última tapa de la revista Noticias, otra orden del Gobierno, esta vez para que cumpla sin intermediarios.
Se lo recriminó a Amado Boudou pero desde la presidente de la Cámara, el vicepresidente le puso los puntos. “Bueno Pichetto lo hablamos mañana”, lo frenó en pleno recinto.
Antes de entrar en esa discusión había callado a Aníbal Fernández, quien pretendía seguir el debate por la deuda que reclama de la Nación el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota.
Tenía, además, un problema mayor: hasta el martes temió que algunos faltazos lo dejaran sin los votos para aprobar el traspaso de los fondos del Banco Ciudad al Nación. La consiguió con 38 votos, uno más que el quórum propio, su peor performance desde diciembre, cuando recuperó la mayoría perdida. Por sus nervios, algunos senadores creen que hasta los días previos temía un complot para que la sesión se cayera.
Broncas lejanas
Quienes frecuentan a Pichetto aseguran que pocas cosas lo golpearon más que la falta de apoyo del Gobierno nacional que tuvo en 2007, cuando compitió para gobernador de Río Negro y perdió por sólo 7 puntos con Miguel Sainz, entonces un radical K.
Pudo seguir al frente del bloque oficialista, sufrió la derrota de la 125 pero se reivindicó dos años más tarde retomando la iniciativa en un recinto que le había arrancado adverso, tras la elección de 2009.
Si bien nunca dejó de hablar con Cristina, los rumores de que su lugar sería ocupado por el santacruceño Nicolás Fernández nunca cesaron.
Con Néstor Kirchner en vida sufrió represalias cuando no impidió que la sesión por el 82% móvil finalizara con el desempate de Julio Cobos. “Parecía de huelga de brazos caídos”, recuerdan en el Senado.
Mucho más cuando contradijo a Cristina y avaló la ley de glaciares que presentó Daniel Filmus. Esa vez, Nicolás Fernández se quedó buscando aliados al voleo por los pasillos. “Nadie me llamó”, explicó en el recinto.
Con la llegada de Aníbal y Boudou su figura se opacó hacia fuera pero nunca dejó de controlar el bloque. Muy por el contrario, los senadores oficialistas lo consideran su conductor y nadie imagina que pasará si se corre de escena. El Frente para la Victoria tiene 33 propios y cinco aliados que le permiten superar por uno el quórum. Sólo un puñado de cuatro o cinco apoyos que consigue intercalar le permiten a Pichetto dormir tranquilo, al menos hasta ayer.
Tal vez haya jugado con ese riesgo para presentar su dimisión ante Abal Medina. Su futuro es incierto: vence su mandato el año que viene y deberá acomodar las piezas en Río Negro para ver como sigue.
Los jóvenes K no olvidan su pasado menemista y lo consideran “un mal necesario”, mucho más luego de que bloqueara en febrero el ingreso del camporista Sabino Vaca Narvaja como prosecretario administrativo. En 2013, podrían tomarse revancha.
El jefe de Gabinete lo había obligado a hacer las paces con el gobernador Alberto Weretilneck, con quien mantiene un enfrentamiento que motivó la renuncia al entonces ministro de Producción de Río Negro, Juan Manuel Pichetto, hijo del senador.
"El gobierno nacional está profundamente preocupado y nos ha pedido el máximo esfuerzo para que zanjemos nuestras diferencias y se estabilice la situación", admitió Pichetto al diario Río Negro.
Pero lejos de la pasividad, el senador ayer hizo sentir su rigor una vez más en la Cámara alta, el lugar donde se siente cómodo. Temprano dijo que el voto a los 16 tenía que ser obligatorio y no optativo, como señala el proyecto de Aníbal Fernández que el Gobierno instruyó aprobar.
“No lo hablé con él pero no podemos obligar a los menores de edad a votar”, se sorprendió por la noche Fernández.
No es la primera vez que el rionegrino expresa su furia con jugadas de ese estilo. Antes de la última visita de Abal Medina hizo trascender que la reunión se suspendería porque no habían llegado las respuestas del jefe de Gabinete, en clara sintonía con la UCR. Tuvo que echarse atrás.
En la sesión de ayer, Pichetto estalló en furia cuando los senadores pretendían avanzar en un debate sobre una cuestión de privilegio pedida por él, para repudiar la última tapa de la revista Noticias, otra orden del Gobierno, esta vez para que cumpla sin intermediarios.
Se lo recriminó a Amado Boudou pero desde la presidente de la Cámara, el vicepresidente le puso los puntos. “Bueno Pichetto lo hablamos mañana”, lo frenó en pleno recinto.
Antes de entrar en esa discusión había callado a Aníbal Fernández, quien pretendía seguir el debate por la deuda que reclama de la Nación el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota.
Tenía, además, un problema mayor: hasta el martes temió que algunos faltazos lo dejaran sin los votos para aprobar el traspaso de los fondos del Banco Ciudad al Nación. La consiguió con 38 votos, uno más que el quórum propio, su peor performance desde diciembre, cuando recuperó la mayoría perdida. Por sus nervios, algunos senadores creen que hasta los días previos temía un complot para que la sesión se cayera.
Broncas lejanas
Quienes frecuentan a Pichetto aseguran que pocas cosas lo golpearon más que la falta de apoyo del Gobierno nacional que tuvo en 2007, cuando compitió para gobernador de Río Negro y perdió por sólo 7 puntos con Miguel Sainz, entonces un radical K.
Pudo seguir al frente del bloque oficialista, sufrió la derrota de la 125 pero se reivindicó dos años más tarde retomando la iniciativa en un recinto que le había arrancado adverso, tras la elección de 2009.
Si bien nunca dejó de hablar con Cristina, los rumores de que su lugar sería ocupado por el santacruceño Nicolás Fernández nunca cesaron.
Con Néstor Kirchner en vida sufrió represalias cuando no impidió que la sesión por el 82% móvil finalizara con el desempate de Julio Cobos. “Parecía de huelga de brazos caídos”, recuerdan en el Senado.
Mucho más cuando contradijo a Cristina y avaló la ley de glaciares que presentó Daniel Filmus. Esa vez, Nicolás Fernández se quedó buscando aliados al voleo por los pasillos. “Nadie me llamó”, explicó en el recinto.
Con la llegada de Aníbal y Boudou su figura se opacó hacia fuera pero nunca dejó de controlar el bloque. Muy por el contrario, los senadores oficialistas lo consideran su conductor y nadie imagina que pasará si se corre de escena. El Frente para la Victoria tiene 33 propios y cinco aliados que le permiten superar por uno el quórum. Sólo un puñado de cuatro o cinco apoyos que consigue intercalar le permiten a Pichetto dormir tranquilo, al menos hasta ayer.
Tal vez haya jugado con ese riesgo para presentar su dimisión ante Abal Medina. Su futuro es incierto: vence su mandato el año que viene y deberá acomodar las piezas en Río Negro para ver como sigue.
Los jóvenes K no olvidan su pasado menemista y lo consideran “un mal necesario”, mucho más luego de que bloqueara en febrero el ingreso del camporista Sabino Vaca Narvaja como prosecretario administrativo. En 2013, podrían tomarse revancha.
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DEjá de venerar gente !!
Idiota lavado de cerebro te hicieron o te pagan?