El discurso del orden y la complejidad del conflicto social
La Presidenta eligió el camino más difícil y tal vez menos rentable en términos electorales para abordar el conflicto social. Apostó a reformar de raíz la institución policial, una acción que la democracia postergó durante tres décadas. El discurso del orden conecta de manera alarmante con los argumentos que justificaron el golpe del 76.
La sociedad argentina está ingresando a los codazos, en un debate medular. Bajo el fuego intenso de las transmisiones “en vivo” de los canales de noticias que agitan tomas de tierras, cortes de calles o vías de trenes, lo que empieza a discutirse es la esencia misma del sistema democrático: ¿Hasta donde habilitamos el uso de la fuerza punitiva sobre los ciudadanos para garantizar el orden? O dicho de otra manera: ¿Cuál es el límite de la tolerancia social?

Como en tantos otros debates centrales que merodea la Argentina, lo primero que se imponen son los eslóganes reduccionistas. Lo importante es tranquilizar a las conciencias con respuestas de rápida digestión. Y los medios ponen su mejores energías en simplificar lo complejo. “¿Se viene la favelización?”, anunciaban por ejemplo como eje de debate, conductores periodísticos con título universitario.

Nada más sencillo que agitar el miedo de las masas para lograr la cohesión detrás del líder que se propone como “solución”, siempre de la mano de un discurso que no negocia, ni se modera, y apela a imperativos inflexibles, como en este caso podría ser “el respeto de la ley”.

Por supuesto que se trata de una falacia impracticable ¿Pero quién tiene el tiempo de contrastar las declamaciones con los datos duros de la realidad? Un ejemplo acaso sirva para aclarar el punto. El macrismo hizo de la lucha contra los denominados “trapitos”, un eje de su bandera por la “recuperación” de un orden extraviado en el libertinaje kirchnerista.

La regulación de esa conducta está habilitada por el artículo 79 del Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires. Es decir, es competencia originaria del gobierno porteño y su Policía Metropolitana. Un muy interesante trabajo del diputado Rafael Gentilli reveló que en el mes de Septiembre, en base a las propias estadísticas del gobierno macrista, la Policía Metropolitana intervino sólo en dos casos de cuidacoches no autorizados.

Las últimas estadísticas oficiales conocidas, indican que en la Ciudad de Buenos Aires se comete un promedio de 600 delitos penales por día y 114 contravenciones. La Policía Metropolitana intervino también en Septiembre, en 21 delitos y 50 contravenciones.

Se podría conceder que no es mucho lo que puede hacer una fuerza de 1800 efectivos. Pero que en el transcurso de un mes sólo se haya actuado contra dos “trapitos”, revela la enorme distancia que hay entre el discurso y la acción, aún entre aquellos que se proponen como paradigmas del orden.

Y ese es uno de los problemas que con un poco de buena voluntad de los operadores políticos, policiales y judiciales, la sociedad podría discutir y acaso sacar alguna conclusión interesante.

El drama central de la problemática sobre la “inseguridad” es que está cruzada de afirmaciones cuyo objetivo no es analizar el problema sino sumar votos. Distorsión electoralista que empasta la búsqueda de soluciones.

Varios problemas enlazados

Pero como si este escenario no fuera ya complicado de abordar, la situación actual escaló a un nivel de complejidad que incluso buena parte de la dirigencia política –no ya los ciudadanos de a pie- apenas alcanza a vislumbrar. Es que al problema de la inseguridad se montó el conflicto social, los desacoples que genera una economía creciendo al 9 por ciento pero con más de un 20 por ciento de inflación, y la natural presión por conseguir la vivienda propia, de gente que ya superó el umbral mínimo de garantizarse la comida diaria.

Ingredientes que se funden con los intereses que aprovechan la burbuja inmobiliaria que llevó al metro cuadrado porteño a un valor que supera los 1.200 dólares para hacer negocios particulares con las tomas, y la falta no ya de control, sino de simple conocimiento de lo que hacen las estructuras policiales en el terreno.

Es decir, la realidad decidió mezclar las discusiones de política de seguridad, reforma policial, vivienda, contención social y modelo económico, entre otras. Lo natural sería tomar el desafío con calma, para ir desbrozando sus ingredientes y sobre todo midiendo con prudencia su interrelación y los posibles efectos que las distintas intervenciones del Estado provocarán.

Es decir hace falta tiempo y paciencia, única vía conocida para abordar de manera democrática problemas complejos. Frente a este desafío incómodo, se erige el discurso que propone la solución mágica de forzar el cumplimiento de la ley. Se trata de una idea poderosa porque resuelve de un plumazo la inquietante complejidad.

Pero como todas las simplificaciones, es una moneda falsa. Como se sabe no existe eso conocido como “la ley”. Lo que hay es un conjunto de normas en permanente evolución y es la intervención de la realidad la que por las buenas o las malas, fuerza esas modificaciones. Relación dialéctica entre el derecho y los hechos. Es decir, lo que se conoce como “la ley” es mas bien una esponja agujereada – a la que se le puede inyectar más o menos agua, penalidades- que un diamante inalterable.

Y está bien que sea así, porque las sociedades mutan. Dicho de otra manera, no es una buena idea convertir todo problema en delito. De hecho, está comprobado que criminalizar más conductas, lejos está de atenuar el fenómeno de la “inseguridad”.

La pregunta ya se la hizo el provocador criminalista noruego Nils Christie: “¿Cuánto es una sensata cantidad de delito?”. Es un interrogante que se hacen todas las sociedades en todos los momentos. La definición de lo punible es como un río fluyendo, o mejor, como transitar a las cinco de la tarde por avenida Córdoba. Una sucesión de embotellamientos, avances y fastidios.

El tanteo de una nueva doctrina en seguridad

De ahí la riqueza profunda del momento actual, que no es lo mismo que decir que son igualmente valiosos y apasionantes los aportes que hacen los protagonistas del debate público. La pobreza de muchos de los argumentos que se escuchan en los últimos días, también es un signo de la decadencia intelectual de la clase dirigente.

Y es en ese desierto donde se valorizan algunas intenciones de la Presidenta. Es evidente que está tanteando sobre el aire la construcción de un nuevo paradigma, con un evidente costo electoral y a puro riesgo. Pero es esa textura abierta de la política que intenta desplegarse lo que contribuye a la riqueza del momento. ES evidente que se ha decidido abordar de manera creativa, un problema para el que las recetas conocidas no han ofrecido soluciones. Acaso, la única respuesta sensata.

Es que la represión inmediata de todos los micro conflictos que tensan la piel de la Capital y el Conurbano, no es una respuesta posible. El resultado es conocido y hay ejemplos todavía frescos. El discurso de la inflexibilidad sostiene: “Se alientan nuevos desórdenes si se toleran los actuales, hay que reprimir y entonces el mensaje será claro y se terminará con el efecto contagio”.

La trampa está en la frase que agregan al final, pequeño remix que ofrendan a las tres décadas de democracia: “Hay que reprimir sin muertos”. Que es como decir, soltemos los leones, pero que no se coman a la gente. Se puede conceder que acaso sea posible convertir a leones, en perros policías entrenados para atacar sin matar. El pequeño detalle es que hay que trabajar para lograrlo, ANTES, de soltarlos.

En caso contrario lo que estaría haciendo el gobierno es edificar su propia destitución. Porque la historia reciente demuestra que ante represiones descontroladas, el conflicto escala y el gobierno tiembla. Nunca se produjo ese efecto intimidatorio que proclaman los partidarios del orden.

No hay que ir muy lejos. Basta recordar el 2001 de Fernando de la Rúa y el caso de Kostecki y Santillán de Eduardo Duhalde. Hubo represión feroz y luego más conflicto social y crisis política aguda.

Lo que lleva a preguntarse: ¿Qué orden defienden los partidarios del orden? Porque si para evitar un corte de calle de unas horas hay que poner en riesgo el Gobierno: ¿Qué valores hay detrás de esa escala de prioridades?

En los meses previos al golpe de 1976 también descollaba el discurso del orden. Y lo que vino después no fue respeto a la ley, sino el más primitivo de los acuerdos sociales: la autoridad del más fuerte ¿O acaso violar, matar y robar, secuestrar niños y torturar, no es una violación a las normas legales? ¿Cuál fue el costo de “recuperar” el orden en el espacio público?

El gobierno nacional ensayó su nueva doctrina con la intervención policial en Constitución. No hubo muertos y en menos de 12 horas se controló la zona y el ferrocarril volvió a funcionar ¿Las pérdidas? Algunos locales destrozados y miles de personas que tardaron horas para regresar a su casa. Es decir, daños materiales y fastidio justificado. Nada irreparable.

Es también un mensaje muy potente lograr orden sin poner en riesgo vidas ni gobiernos. Claro que no es sencillo lograrlo, como casi todas las cosas que valen la pena.

Publicar un comentario
Para enviar su comentario debe confirmar que ha leido y aceptado el reglamento de terminos y condiciones de LPO
Comentarios
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellas pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algun comentario violatorio del reglamento de terminos y condiciones será eliminado e inhabilitado para volver a comentar.
  • 69
    Susana
    30/12/10
    19:12
    NUEVAMENTE PARA ALICIA:
    Como dije anteriormente,toco de oido,de modo que siempre trato de consultar cuando opino.
    Para corroborar aquello de mezclar conclusiones del ámbito científico con opiniones personales, cosa que me sucede a menudo, intenté una rápida búsqueda en Internet y encontré tus palabras casi calcadas en HÉCTOR YESCAS TORRES, del PT de Aguas Calientes, creo que es México ¿verdad?
    FELIZ AÑO NUEVO PARA ALICIA Y PARA LA POLÍTICA ON LINE
    Responder
  • 68
    Susana
    30/12/10
    18:58
    PARA ALICIA:
    He leído un mismo comentario tuyo por segunda vez, así que te respondo también por segunda vez. Creo que dicho comentario publicado en este foro en dos ocasiones adolece del defecto que tenemos todos los que tocamos de oído: mezclar conclusiones provenientes del ámbito científico con opiniones personales otorgando a ambos la misma categoría.
    Al respecto te pregunto:
    La sra.Garré o los integrantes de la organización kirchnerista La Cámpora, gran proveedora de funcionarios públicos, están en posesión de las múltipoles competencias a las que hacés referencia?
    En que medio relativamente serio obtenés la informaciona para asegurar que " la mayoría de los ciudadanos apoyan las medidas que Cristina ESTÁ TOMANDO", en obvia referencia a los últimos días.
    El congreso Nacional ¿ es el único poder que ha apadrinado corporaciones?
    Aplaudo, también por segunda vez, el cierre de tu artículo: "leyes, leyes y más leyes para constituir una sociedad organizada", claro que es muy difícil de lograr tus deseos con quien inaugura con decreto las sesiones anuales del poder encargado de debatir y sancionar esas leyes, o con quien fogonea enfrentamientos en su discurso diario, o con quien no se hace cargo de ningún error .
    Responder
  • 67
    Alicia
    30/12/10
    08:44
    complejidad del conflicto social
    La era de la información, la globalización y la tecnología, marca un nuevo derrotero para el conocimiento científico, abordar los viejos problemas (burocracia, eficiencia, pobreza, distribución, equidad, justicia, etc.) con el paradigma de la complejidad, es parte de una condición de la evolución humana y de nuevas prácticas del comportamiento humano derivada de la tecnología.
    Esta nueva realidad exige de cualquier actor, público o privado, múltiples competencias originadas en disciplinas igualmente diversas. Este es el mundo de hoy, que solicita el concurso de habilidades y capacidades provenientes de diferentes disciplinas para abordar los problemas de la sociedad.
    Pero la complejidad, es un nuevo enfoque producto de un contexto, es un instrumento que igualmente arroja beneficios al desarrollo de la humanidad, nuevos satisfactores sociales que instrumentos de dominio, explotación y exclusión. Las tecnociencias o ciencias de la complejidad son por hoy un instrumento de las empresas transnacionales y de los estados del primer mundo. Es necesario que la sociedad y sus instituciones públicas se apropien de ellas, las hagan suyas, es decir, las hagan públicas, puesto que el desarrollo del conocimiento como propiedad privada seguirá produciendo exclusión, hambre y pobreza. Para salir de los conflictos diarios, no es necesario enviar a las fuerzas de seguridad a reprimir. Es necesario contar con una justicia que arroje resultados positivos, mejorando las leyes y la aplicación contra los que impulsan las usurpaciones. No se puede seguir contando con elementos desestabilizadores, que hacen apología de la pobreza. La presidenta sabe bien, que este no es el camino para combatir los conflictos sociales. Aparte no le interesa el camino tomado, si no es rentable en términos electorales. Le interesa sacar de la pobreza a los argentinos. Es muy difícil hacerlo contra las grandes corporaciones, que son apadrinadas desde el Congreso Nacional y de partidos políticos opositores. La mayoría de los ciudadanos aprueban las medidas que está tomando Cristina, con los conflictos sociales. No a la represión, policías capacitados para resolver cualquier conflicto sin reprimir. No estamos en los años 70, todos los países evolucionan porque no argentina. Es muy simple hacer un diagnostico. Mientras existan elemento, que jugaron del lado de la dictadura militar y estuvieron en concomitancia con la misma. No vamos a poder avanzar en buscar la forma de erradicar la pobreza y la indigencia o la falta de seguridad. No hace falta más presupuesto ni poner más policías. Hay que capacitar la que tenemos. Leyes, leyes y más leyes, para así construir una sociedad organizada.
    Responder
  • 66
    sin desperdicio
    28/12/10
    15:34
    En el 2001 dos activistas muertos en actos de protesta fueron suficientes para voltear un gobierno. Ahora, las cosas están tan devaluadas en la Argentina que la cifra de diez apenas sí hace cosquillas a la situación política, al mismo tiempo que le hicieron perder la memoria a Cristina Fernández, que se vanagloriaba de la estabilidad que registraba su gobierno en este tópico. La cifra la tomamos a partir del asesinato de otro activista de izquierda, Mariano Ferreyra, suceso ocurrido apenas unas semanas atrás y que marcó otra etapa del proceso de degradación que avanza en la República que está a punto de dejar de serlo. La Presidente gira sobre sí misma, mira en derredor en busca de ayuda y consejo y se recuesta en el pequeño grupo que ha decidido afrontar la posibilidad de una reelección salvadora de sus propios intereses. Cristina les cree, concurre a actos públicos de escasa o nula importancia y hace como que no se da cuenta de que el público es llevado tentado por las dádivas que permiten las fotografías y consecuentemente, explotar las apariencias gracias a la televisión. Como sucedió con Irigoyen, a quien sus partidarios y colaboradores le editaban diarios con notas y artículos optimistas, al despacho presidencial llegan informes que nada dicen del fracaso de los medios gráficos para catapultar al oficialismo, que costaron millones y millones de pesos y que ahora prácticamente han desaparecido de la circulación habida cuenta de su inutilidad.

    Podríamos seguir con éstos y otros ejemplos de una realidad que nos dice que en todos los aspectos el gobierno ha dejado de actuar, no ya bien o mal, sino que simplemente marca su ausencia cotidiana de los grandes problemas pero también de los pequeños. Podemos decir que lo que sucede no sería tan grave si la desintegración que comentamos fuera únicamente del gobierno, pero el caso es que el Estado ha comenzado a desintegrarse y que los actos formales del ejercicio administrativo del poder funcionan por inercia pero con tropezones cada vez más seguidos y sin reacciones rectificadoras. Por ejemplo, hace pocos días -apenas algo más de una semana- se realizó en México una reunión indigenista con representantes de países latinoamericanos y europeos, con el objeto de organizar algo así como una confederación de pueblos originarios para ocupar espacios de poder político a corto plazo, con el interesado respaldo de sectores de las Naciones Unidas, que buscan crear una estructura que genere nuevos cargos públicos bien rentados pero, sobre todo, el reconocimiento que permitirá modificar las capacidades de decisión en numerosos países. Lo más interesante es que la voz cantante la llevan representantes de los Estados Unidos y otras naciones que nada tienen de originarios, lo que pone de manifiesto que se trata de algo muy distinto a los deseos de los pobres nativos, que son utilizados para una maniobra geopolítica. Por supuesto que hablarle de este tema al Canciller Timerman sería absolutamente inútil, tanto como pedirle que repare en el movimiento de pinzas que se han puesto en movimiento en nuestro territorio con los tobas en el norte y los mapuches en el sur, un asunto que tampoco preocupa a los políticos, que están interesados en candidaturas o el manejo de jugosos subsidios -que pocas veces llegan a sus destinatarios- utilizados como argumento.

    Si vamos a buscar ejemplos de la destrucción administrativa de la Argentina, llenaríamos páginas y páginas pero merece que nos detengamos en la mención de algunos, como lo sucedido con los miles de millones de pesos mandados a confeccionar en el Brasil para evitar que aquí los imprima una empresa cuyos directivos no son simpáticos a los K. Concluida la tarea, la Fuerza Aérea Argentina fletó dos aviones para el transporte, uno de ellos el único Hércules que está en condiciones, problema derivado de la falta de presupuesto limitado por razones ideológicas. El caso es que los brasileños se negaron a entregar los billetes por la falta de custodia adecuada para resguardar la importante suma que representaban pero además -y aquí viene lo más insólito- fue que el Hércules no pudo esperar la solución a este asunto pues estaba comprometido para atender el contrato firmado para prestar servicios en el Dakar, es decir, el acontecimiento automovilístico que atrae la atención del mundo y que se realiza en nuestro país.

    Otro tema, pero de importancia moral, es un dictamen judicial que establece que no es delito escupir a un policía, barbaridad que prácticamente es una exclusividad nuestra y, ya que estamos, es interesante volver a nuestro título de hoy, que posiblemente deberá modificarse con otra cantidad en cualquier momento, pues de las escupidas podemos saltar a las muertes alevosas de los servidores del orden, que por todo lo apuntado pierden autoridad y la capacidad de ejercerla. ¿Acaso los subalternos militares, digamos un cabo por caso, no están autorizados a dirigirse al titular del ministerio de Defensa para expresar su disconformidad por una orden recibida...?

    Lo concreto es que de exprofeso se ha subvertido el orden, se han roto las jerarquías y, para repetir una palabra de nuestra historia más reciente, de subvertido pasamos a subversión y de subversión a una anarquía organizada -valga la contradicción- que genera contagios y, entre otras cosas, un estado de inseguridad creciente, entre escupitajos, balazos y muertes que pasan como una noticia breve que enseguida es reemplazada por otra similar y así sucesivamente. Más arriba mencionamos el interés por los subsidios y ya es público que un importante porcentaje representado por millones y millones de pesos van a parar a bolsillos extraños, al margen de que buena parte de los cobrados dejaron en el camino buenos porcentajes. Algo así como las coimas de Ricardo Jaime, sus aviones, barcos, automóviles, departamentos y casas, que poco a poco desaparecen de los medios de comunicación con la intención de que se imponga el olvido o el reemplazo por otros escándalos que se suplen sin solución de continuidad.

    Pero volvamos a los muertos de Cristina y a quienes no quieren que ésta pierda el poder para tener tiempo de arreglar sus papeles con miras a zafar de la acción de la justicia, pues han comenzado a entender que buena parte de los jueces prevaricadores ahora descubrieron la severidad jurídica y ajustada a derecho, como una fórmula para su propia salvación. Horacio Verbitsky, Carlos Zannini, Carlos Parrilli, Carlos Kunkel y otros capitostes de la izquierda, maniobran para lograr la continuidad pese a que ya se percatan de que han comenzado a encerrarse con rutas de escape cada vez más y más angostas y, de paso, a demostrar su incapacidad en medio de la ingobernabilidad de la que son responsables en buena medida. Por ejemplo, Verbitsky, que parecía como el cuco influyente que todo lo podía, ahora se mueve a los sofocones sin saber cómo atender los problemas importantes. Así, si le preguntamos qué medidas habrá que adoptar frente a las enormes pérdidas granarias -miles de millones de dólares- devenidas por la grave sequía, ni él ni sus socios ideológicos saben qué hay que hacer y, por cierto, Cristina mucho menos. Digamos que obligadamente los principales políticos no tendrán más remedio que unificar criterios mínimos para encontrar una salida a esta verdadera encrucijada, que es mucho más grave de lo que se supone, pues la violencia puede desatarse con una amplitud insospechada y dolorosa. Esto tiene como agregado la ausencia de una fuerza necesaria para encarar el desbarajuste provocado por un kirchnerismo, que ya murió junto con Néstor Carlos.
    Responder
  • 65
    Guillermo
    28/12/10
    09:56
    Totalmente de acuerdo con que se debe respetar la ley. Pero la ley como se debe hacer respetar?? Con palos y balas ??? "Reprimir no significa matar a nadie" digo una persona que sabe lo que es reprimir.... Por que la cosa, para mi, es así; vos le pegas a alguien si intención de matarlo, pero, ups, se te fue la mano y esa persona se murió.....no tiene que ser asi. Esta situación se puede prevenir.
    Con respecto a lo del predio tomado....la toma se venia planeando hace un mes y el gobierno porteño lo sabia.....tuvo que prevenir eso....pero según la lógica derechosa es más fácil y barato (ya que es más rapido) dejar que tomen el predio y luego sacarlos a palazos, en vez de cercar el predio antes de la toma, intentar dar con el grupo de personas que tenían la problemática de vivienda y que estaban organizando este hecho, para conversar de como se podía evitar ...pero repito esto es mucho laburo y es más fácil dar palos y palos.......
    Responder
  • 64
    Sebastian
    28/12/10
    01:04
    Contestando a algunos comentaristas, le pregunto a GUILLERMO (27-12: 13:46) pq siempre nos corren por derecha cuando pedimos que se cumpla la ley algo muy simple, nadie quiere muertes, justamente el orden las evita, si hubieran desalojado como se debia a tiempo el indoamericano, no habria habido enfrentamientos y muertes culpa de una zona liberada. Lo mismo sucedio con el caso de Mariano Ferreyra, la innacion de la policia que solo debe poner orden, genera muertes. Es como dejar un Boca - River sin control policial en que cabeza cabe semejante idea? traten de ser un poco menos demagogos.
    La solucion sabemos que es el camino de la inclusion social, pero mientras tanto se debe hacer con educación y con el sentido claro de que todos debemos respetar la ley siempre.
    Otra cosa que me llama la atención es porque pensas que somos incultos? somos incultos solo porque no pensamos como vos?, eso querido guillermo se llama prejuicio e intolerancia, la bestia quizas sos vos hay mirarse al espejo primero.
    Responder
  • 63
    Peronista de Perón
    27/12/10
    20:07
    ¡Qué nota mas obsecuente! Esto ya se está convirtiendo en un filial de 6,7,8.

    La realidad es que el nefasto triunvirato Verbitsky, Arslanián y Zaffaroni ha decidido liquidar a las Fuerzas de Seguridad y Policiales, tal cual hicieron con las FF.AA.

    La Comandante Teresa es una mera cumpleórdenes.
    Responder
  • 62
    Dario
    27/12/10
    19:26
    Como siempre, Fidanza es un analista al que vale la pena leer.Felicitaciones.
    Responder
  • 61
    Santiago
    27/12/10
    18:28
    En cuanto a los hechos en la estación Constitución, los trabajadores tercerizados que cortaron las vías estuvieron ahí desde las 11 de la mañana. Cuando pasaron las horas y el corte no se levantó, no hacía falta ser muy vivo para prever una situación de enojo por la tarde. Cuando la policía llegó, la furia ya se había desatado con su secuela de locales rotos y saqueados. Se vivieron horas de gran tensión, violencia y peligro para los pasajeros, los propietarios de los negocios y también para el personal policial. Algunas crónicas señalaron que la ministra Garré llamó al jefe del operativo para felicitarlo por el éxito de la tarea. ¿Cuál fue el éxito? ¿Cuál es la nueva doctrina?
    Responder
  • 60
    hugog
    27/12/10
    14:06
    El artículo es excelente y las distribas no hacen más que confirmar las certezas de las definiciones allí tomadas. La medida del gobierno es fundamental para el crecimiento de la DEMOCRACIA. También lo son otras ya tomadas, aún en plena discusión, que no hacen más que reafirmar que los caminos siempre son duros, pero inexorables. Ya vendrán los tiempos de la democracia económica que, en definitiva, permitirán cerrar positivamente los que ahora están emprendidos. Felicitaciones al autor.
    Responder
Noticias relacionadas
"No hay política de seguridad sin mayor presupuesto para las policías"

"No hay política de seguridad sin mayor presupuesto para las policías"

Por Carolina Paolasso
En una entrevista con la LPO, Sidonie Porterie titular del Inecip, un centro de estudios sobre políticas de seguridad, analizó la situación de las fuerzas policiales. Aseguró que las mismas no son incontrolables, pero falta voluntad política para ordenarlas. La corrupción policial y las fallas en la Justicia. Además, advirtió: "sería un retroceso imaginar que al problema social lo vamos a resolver con palos y policías".
Un policía federal cuestodia la entrada del Club Albariños, luego de su desalojo.

Garré logró desalojar el Club Albariño sin muertos ni heridos

Tras 16 días de usurpación, los efectivos expulsaron a los ocupantes del predio de Villa Lugano. Según versiones oficiales, el procedimiento pacífico y sin incidentes. El juez había pedido detener a 14 personas. Investiga la presencia de un grupo organizado de Ciudad Oculta dedicado a la usurpación y venta ficticia de terrenos.

Insólito: Larreta dice que resolvió el conflicto del Club Albariño

El jefe de Gabinete porteño se adjudicó haber terminado con la toma del predio de Villa Lugano, desalojado ayer por la policía federal tras 16 días de usurpación. El operativo se dio por orden del juez federal Daniel Rafecas y no tuvo enfrentamientos ni heridos.