Estados Unidos
Obama electrizó la Convención: Dijo que Trump no es republicano y salió a cazar votos para Hillary
El presidente dirigió un poderoso discurso y pasó el bastón de mando a su heredera política. Críticas a Trump.

En el verano de 2004 entró al ruedo político Barack Obama con un histórico discurso en la Convención Nacional Demócrata. Doce años después, su corta pero espectacular carrera en las altas esferas de la política estadounidense llega a su fin. En el que probablemente será el último gran discurso de su administración, el presidente de los Estados Unidos se despidió de su público con la idea que lo catapultó a la presidencia aquel verano de 2004: la audacia de la esperanza.

Si los republicanos atacaron esta campaña desde el miedo, los demócratas están intentando unirse alrededor de la esperanza. La noche de ayer Obama habló durante casi 50 minutos a una emocionada audiencia que sabía que estaban presenciando el último gran mensaje del presidente.

Antes de su participación fue proyectado un video con algunos de los momentos emblemáticos de la administración de Obama. Empezando por la recesión que le tocó justo al inicio de su gobierno y que abordó con medidas consideradas tabú, como la inyección de dinero público para rescatar empresas privadas.

El video habló también de la iniciativa de salud conocida como Obamacare que el presidente imaginó como uno de sus legados más importantes; del “ajusticiamiento” de Osama Bin Laden y de la histórica visita de Obama a Cuba. También abordó los múltiples homicidios masivos con los que lidió durante los últimos años y su intención de reformar las leyes de armas fuego en el país. Un pendiente que seguramente le va a dejar a su heredera Hillary.

Obama habló durante casi 50 minutos a una emocionada audiencia que sabía que estaban presenciando el último gran mensaje del presidente.

Obama arrancó su discurso con un mensaje conciso y en claro contraste por el enviado por Donald Trump la semana pasada: “Hoy estoy aquí después de casi dos periodos como su presidente para decirles que soy mas optimista sobre el futuro de América que nunca antes”.

Después de hablar de los puntos fuertes de su administración (recuperación económica, Obamacare, matrimonio igualitario, etc.), Obama entró de lleno a atacar la retórica de Trump, y a diferencia de otros participantes de esta convención, mencionó al candidato republicano con nombre y apellido en múltiples ocasiones.

“Creo que es justo decir que esta no es la típica elección”, bromeó. “No sólo es entre partidos o políticas públicas, o el debate usual entre derecha o izquierda. Esta es una decisión fundamental sobre quiénes somos como pueblo y sobre si nos mantendremos fieles a este gran experimento americano del auto gobierno”.

Queda claro que la campaña de Hillary está intentando robarse algunos votos de los republicanos que repudian a Trump más de lo que odian a los demócratas. Obama se unió a la pesca de conservadores, calificando el discurso de Trump como antirepublicano: “Lo que oímos en Cleveland la semana pasada no fue republicano, y desde luego no fue conservador", dijo.

Lo que oímos en Cleveland la semana pasada no fue republicano y desde luego no fue conservador, disparó Obama que no oculta su intento por robarle votos de republicanos desencantados a Trump.

“Fue una visión profundamente pesimista de un país donde nos peleamos entre nosotros y le damos la espalda al resto del mundo. No hubo soluciones realistas a problemas actuales, solo buscó avivar el resentimiento y la culpa; el enojo y el odio. Esa no es la América que conozco”, sentenció el presidente. “La América que conozco es decente y generosa”.

Habló de un Estados Unidos idílico donde la gente trabaja y se ayuda, donde los ingenieros inventan cosas y los doctores trabajan en curas nuevas. “Veo a una nueva generación llena de energía y nuevas ideas, no concentrada en lo que es, sino lista para ver lo que puede ser”, dijo.

En casi cualquier otro político el mensaje feliz del discurso hubiera sonado cursi y recargado, pero justo ese es el producto que el presidente lleva vendiendo desde hace doce años, y lo ha logrado sin caer en el ridículo. La posibilidad de un mañana. La esperanza en el futuro. La fe en que se puede construir algo mejor. Es un producto que –sin importar lo naif que a ratos puede sonar– nadie sabe vender tan bien como lo hace Obama.

Detrás del mensaje de miedo de Trump se oculta la promesa de regresar a un Estados Unidos sacado de los primeros episodios de Mad Men. La familia de los 50: feliz y próspera; con mujeres que conocían su lugar, hombres trabajadores, hijos prodigiosos y pieles tan blancas como el pan Wonder.

Obama, por su lado, construyó un Estados Unidos igual de elusivo, donde todas las culturas y religiones se unen para avanzar hacia un futuro que parece tan inasible como el pasado que Trump pretende revivir: “Negros, blancos, latinos, asiáticos, nativos americanos, jóvenes, viejos, gays, heterosexuales, hombres mujeres, personas con discapacidades; todos jurando lealtad ante la misma bandera orgullosa. A este gran y audaz país que amamos”.

“Esa es la América que amo, y sólo hay un candidato en esta carrera que cree en ese futuro”, dijo. “La próxima presidenta de Estados Unidos: Hillary Clinton”, agregó.

Obama electrizó la Convención: Dijo que Trump no es republicano y salió a cazar votos para Hillary

Más adelante, recordó la contienda por la candidatura demócrata en 2008, cuando Obama logró arrebatarle la nominación a Clinton, entonces senadora por Nueva York y al inicio de las campañas la favorita de muchos. “Fue difícil”, narró, “porque Hillary es dura. Yo estaba agotado, ella estaba haciendo todo lo que yo hacia, pero, como Ginger Rogers, lo hacia de reversa y en tacones. Cada vez que yo pensaba que ya tenia la carrera ganada, Hillary regresaba mas fuerte”.

Obama contó que, a pesar de la brutal competencia en la campaña, cuando la invitó a participar en su gabinete Clinton accedió “porque sabia que lo que estaba en juego era mas grande que los dos, y durante 4 años tuve un asiento de primera fila a su inteligencia, su buen juicio y su disciplina”, dijo.

Uno de los momentos que mayores reacciones provocó en el público fue el generoso voto de confianza que le dio a la candidata: “Puedo decir con confianza que nunca ha habido un hombre o una mujer –ni Bill ni yo– más calificado que Hillary Clinton para servir como presidente de los Estados Unidos”, dijo. “Espero no te importe Bill, pero estoy diciendo la verdad”. Bill Clinton apareció en la pantalla gigante riendo.

“Y luego”, continuó, “está Donald Trump”. Resonó un masivo “boo” por todo el recinto, a lo que Obama respondió “No digan boo. Voten”.

“The Donald”, como Obama lo apodó hace tiempo, “no es realmente un tipo de hacer planes”. 

"Tampoco es un tipo de hechos. Se hace llamar hombre de negocios, que es cierto, pero conozco a muchos hombres y mujeres de negocios que lograron increíbles éxitos sin dejar un rastro de demandas, trabajadores no pagados, y gente sintiendo que la robaron”, agregó.

El ataque, a diferencia de otros oradores, fue sin sutilezas y directo a la cabeza: “¿Realmente alguien cree que un tipo que lleva sus 70 años en esta tierra mostrando desinterés por la clase trabajadora, de pronto va a volverse su campeón? ¿Su voz?”.

Nunca ha habido un hombre o una mujer –ni Bill ni yo– más calificado que Hillary Clinton para servir como presidente de los Estados Unidos. Espero no te importe Bill, pero estoy diciendo la verdad.

Después habló de la experiencia que Hillary tiene en temas de seguridad y trabajando con el ejército y otras agencias de inteligencia: “No es algo nuevo para ella. Sé que Hillary no va a descansar hasta destruir a ISIL”, aseguró, “va a terminar el trabajo y lo hará sin recurrir a la tortura y sin prohibir a religiones enteras la entrada a nuestro país”.

"Está en forma y está lista para ser la próxima Comandante en Jefe".

Obama criticó la visión que Trump ha compartido sobre el ejército de Estados Unidos; “llama a nuestro ejército un desastre”, no conoce a sus integrantes: “La fuerza de combate mas grande que el mundo ha conocido”.

“América ya es grande”, dijo después, “no depende de Donald Trump. No depende de una sola persona, y esa es la gran diferencia de esta elección”.

Obama electrizó la Convención: Dijo que Trump no es republicano y salió a cazar votos para Hillary

De nuevo, en un claro coqueteo a los republicanos descontentos, Obama citó a su líder histórico: “Ronald Reagan llamó a Estados Unidos 'la ciudad brillante sobre la colina'”, dijo, haciendo referencia al discurso de despedida de Reagan. “Donald Trump la llama una escena del crimen dividida que sólo el puede arreglar”.

Si crees que hay mucha inequidad y demasiado dinero metido en la política, necesitamos ser tan vocales y tan organizados y tan persistentes como los seguidores de Bernie Sanders han sido esta elección.

“Él solo ofrece slogans, y ofrece miedo”, continuó, “cree que si asusta a las suficientes personas podrá conseguir los votos necesarios para ganar esta elección. Y esa es otra apuesta que Donald Trump va a perder”.

Obama lanzó un reconocimiento al movimiento de Bernie Sanders, quien estuvo presente durante el discurso al igual que Bill Clinton. En algún punto el presidente dijo: “Si crees que hay mucha inequidad y demasiado dinero metido en la política, necesitamos ser tan vocales y tan organizados y tan persistentes como los seguidores de Bernie Sanders han sido esta elección”.

Dijo que era necesario salir a votar por representantes demócratas y presionarlos hasta lograr reforma en el sistema político. “Así es, Feel the Bern!”, remató y fue secundado por los gritos entusiastas de los seguidores del senador. “Así funciona la democracia”.

Los valores americanos

Continuando con su seducción de conservadores enojados, Obama retomó un tema ya ha abordado en el pasado: los valores tradicionales que sus abuelos –granjeros blancos del centro del país- le inculcaron.

“Mis ancestros son del corazón del país, llegaron hace unos 200 años, no se si tenían certificados de nacimiento, pero…”, bromeó recordando la acusación de haber nacido en Kenia que Trump le hizo hace años.

Habló sobre sus antepasados, inmigrantes escoceses e irlandeses: “granjeros, maestros, rancheros, farmaceutas. Gente dura de pueblo”, la mayoría republicanos, recordó, “del partido de Lincoln”.

“Mis abuelos me explicaron que a la gente de esos rumbos no les gustaban los charlatanes. No les gustaban los habladores ni los bullies”, dijo en clara referencia a Trump. “Lo que valoraban era la honestidad y el trabajo. La amabilidad, la cortesía, la humildad, la responsabilidad”.

Narró que sus abuelos sabían que esos valores no tenían que ver con raza o nacionalidad o religión, que de igual forma se los pasaron “a su nieto que era mitad keniano, o a una nieta mitad asiática”. Son los valores que atraen a tantos inmigrantes a Estados Unidos, explicó. Sus abuelos sabían que los hijos de esos inmigrantes eran tan americanos como los de ellos. Y son valores que siguen tan vigentes como siempre, dijo Obama.

“Viven en nosotros. Lo que nos hace americanos y patriotas es lo que está aquí. Eso es América. Eso entiende Hillary Clinton. Esta luchadora, esta mujer de estado, esta madre y abuela, esta servidora pública, esta patriota. Esos son los Estados Unidos por los que ella está luchando”.

Obama concluyó agradeciendo al pueblo de Estados Unidos: “Ustedes son de quienes yo hablaba hace doce años cuando hablé de esperanza”, y pidió que hicieran por Hillary lo mismo que hicieron por él hace años: “que la carguen de la misma forma que me cargaron a mí”.

“Ahora estoy listo para pasar el bastón de mando y hacer mi parte como ciudadano, y en esta elección les pido que se unan a mí para rechazar el cinismo y el miedo”, demandó, “para convocar a la mejor parte de nosotros y permitir que Hillary Clinton sea la próxima presidenta de los Estados Unidos de América, y mostrar al mundo que aun creemos en la promesa de esta gran nación”.

En cuanto finalizó Obama, Hillary salió al escenario y se abrazaron frente a una audiencia de demócratas conmovidos hasta las lágrimas.

La nueva portadora del bastón de Obama enfrentará su primer gran reto: estar a la altura de uno de los grandes oradores de la era moderna cuando dirija su discurso de aceptación en la convención de mañana.

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