Los alimentos que componen la canasta básica tendrían incorporado en su precio un dólar “implícito” de $11,20, por lo que una devaluación que lleve la cotización oficial en torno a esa cifra no debería tener un impacto relevante sobre el valor de esos productos.

El análisis fue realizado por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana. Un informe difundido por esa entidad compara la variación que tuvo el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio paralelo entre octubre de 2011, cuando se impuso el cepo y la brecha era de apenas 6%, y lo que sucede hoy, con una brecha en torno al 50%.

Los datos muestran que mientras la cotización del billete verde que se vende en bancos y casas de cambio se multiplicó por 2,22, al pasar de $4,22 a $9,37, el blue pasó de $4,47 a $15,89, lo que representa un aumento de 3,55 veces respecto al valor inicial.

En el mismo lapso, la canasta básica que mide el Isepci aumentó 2,65 veces: costaba 1.222 pesos hace cuatro años y hoy $3.240. En tanto, la canasta básica total se multiplicó por 2,72, de 2700 pesos a 7.355 pesos entre 2011 y 2015.

Esto da para el primer caso un tipo de cambio implícito de $11,19 y, en el segundo, de $11,49. Ambas cifras se ubican en un término medio entre el oficial y el paralelo, que hoy cerró en $14,70.

Es por eso que para el Isepci, “un ajuste cambiario que lleve el valor de la divisa norteamericana a $11,20/$11,50 por unidad, no debería alterar los precios de los productos de la Canastas Básicas, en especial el de los alimentos”.

El trabajo firmado por Isaac Rudnik y Rubén Ciani fue publicado en el marco de la discusión que existe entre los economistas acerca de si una eventual devaluación tendrá impacto en los precios o si, como sostienen los referentes del PRO, no tendría mayor incidencia, ya que todos los empresarios habrían ajustado automáticamente sus costos al blue, como planteó el propio Mauricio Macri hace unos días.

De acuerdo a Rudnik y Ciani, “si se produjeran aumentos de precios significativos en estos rubros, afectarían los ingresos de los sectores populares que son los que dependen de ingresos fijos”.

Según los autores, si se ajusta ese tipo de cambio implícito por la caída que tuvieron desde el 2011 el precio de los commodities, “permitiría medir la devaluación necesaria para estabilizar la producción interna de alimentos”.

“Considerando la variación de los precios internacionales para los productos de la Canasta de Alimentos, se obtuvo como resultado una nueva Canasta Básica Alimentaria de $3.860, que registra un incremento del 19.9% con respecto a la CBA de septiembre de 2015, y a partir de la cual se puede estimar, tipo de cambio implícito de $13,32 por dólar”, advierte el reporte.

Rudnik y Ciani plantean que “una devaluación mayor, que llevara el tipo de cambio a valores cercanos a $13/$13,50 por dólar, ajustado por la evolución de los precios internacionales, debería ir acompañada de medidas compensatorias que contengan los precios internos y eviten un serio deterioro de los salarios”.

“En cualquier caso serían indispensables tomar medidas complementarias que posibiliten que los beneficios provenientes de una eventual devaluación, no sólo no se traduzcan en baja de los ingresos populares, sino que lleguen efectivamente a los productores que hoy están afectados por el retraso cambiario”, recomiendan. “Por ejemplo, que se implemente con las retenciones, que nos permitirían neutralizar los efectos inflacionarios y promover sectores industriales, un sistema de devoluciones que vayan directamente a los productores”, proponen.

“Si bien en la definición de la magnitud de una eventual devaluación intervendrán factores como el volumen de las reservas, es importante tener en cuenta que valores muy superiores a los aquí expresados beneficiaría sustancialmente a los sectores financieros en detrimento de los sectores productivos”, concluye.