Inflación
El pacto entre el Gobierno y la industria avícola detrás del aumento del pollo
Costa mandó a intervenir el Mercado de Liniers cuando subió la carne, pero con el aumento del pollo ni se inmutó.

En los últimos días el precio del pollo registró un aumento de hasta un 30% en los comercios minoristas de las principales ciudades del país. Sin embargo, este hecho tuvo una escasa repercusión en los medios de comunicación y menos aún en el mundo de la política.

Es que, a diferencia de lo ocurrido con la carne, en el caso del pollo los funcionarios del equipo económico del Gobierno nacional decidieron dejar pasar el notable incremento mostrándose inactivos para intentar retrotraer las subas en los precios.

Cabe recordar que con el aumento de la carne, y tal como lo adelantó La Política Online esta semana, el secretario de Comercio Interior, Augusto Costa, prohibió a los dueños de los supermercados comprar hacienda en el Mercado de Liniers para forzar una baja de precios.

También amenazó a directivos de los principales frigoríficos con dejar de otorgar permisos de exportación y hasta llegó a mandar a la barra brava de Nueva Chicago para controlar las operaciones de compra/venta en Liniers (un método que utilizó en su momento su antecesor Guillermo Moreno).

Pero, ¿por qué ahora Costa miró para otro lado y ni siquiera mencionó el tema? ¿Hay algún acuerdo oculto entre el kirchnerismo y los empresarios avícolas? Estos interrogantes, entre otros, fueron los que intentó develar LPO en conversaciones con varias fuentes conocedoras del asunto.

En primer lugar, cabe remarcar que el sector pollero está sumamente concentrado en un puñado de 30 firmas nucleadas en el poderoso Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) que conduce Roberto Domenech, un hombre con muy buenos lazos con el Gobierno.

Desde sus inicios, en el CEPA decidieron mantener una relación muy cortante con la prensa, quizás como una forma de alinear un único discurso a los intereses de la Casa Rosada. De hecho, Domenech es la única persona autorizada para hablar con los periodistas.

A diferencia del sector ganadero, los empresarios avícolas decidieron evitar los enfrentamientos con el Gobierno y comenzaron a trabajar en conjunto en un ambicioso plan que contempla un aumento en la producción, en el consumo interno y en las exportaciones.

El ideólogo de esta estrategia fue justamente Domenech, que, lejos de oponerse, acató las nuevas reglas de juego que impuso Néstor Kirchner a los sectores productivos y ambos establecieron de palabra un pacto de no agresión que se mantiene hasta el día de hoy.

El favoritismo que tuvieron tanto Néstor como Cristina Kirchner con este sector fue claro. Durante el periodo 2007/2010 los frigoríficos avícolas fueron los más beneficiados por el viejo sistema de compensaciones, envuelto luego en escandalosos casos de corrupción.

De esta manera, las empresas polleras recibieron en subsidios nada menos que $ 2100 millones por parte de la disuelta ONCCA con el propósito de mantener estable la “mesa de los argentinos”, mientras los precios internos del producto seguían aumentando al ritmo de la inflación real.

Pero el sector avícola no solo recibió compensaciones millonarias sino que también obtiene subsidios indirectos por parte del Gobierno. De hecho, la intervención oficial al mercado de maíz (retenciones + trabas comerciales) logra que las firmas adquirieran el grano a un precio muy por debajo del valor real.

Como sea, lo cierto es que el consumo interno de pollo también creció de manera significativa y ya supera los 40 kilos por habitante por año, duplicándose en poco tiempo gracias a la explosión del precio de la carne vacuna por la liquidación de stock que hubo de 2006 a 2009.

Negocios con Venezuela

En este escenario, el gran negocio de la industria avícola se sustentó en los últimos años gracias a los acuerdos bilaterales gestionados entre funcionarios kirchneristas y sus pares venezolanos. El dato es contundente: en 2013 el 55% de la carne aviar exportada se envió al mercado bolivariano.

De esta manera, según un informe publicado en el sitio especializado valorsoja.com, el año pasado se exportaron alrededor de 280.000 toneladas, mientras que en enero de este año se enviaron al exterior más de 20.000 toneladas, de las cuales un 68% se envió a Venezuela.

Otro dato interesante es que, por alguna razón desconocida públicamente, en lo que va del año Venezuela pagó por los pollos argentinos un 42% más que el resto de los países importadores (u$s 1,56 por kilo contra u$s 2,22 por kilo FOB).

Las principales compañías avícolas encargadas de realizar colocaciones de pollos en el mercado venezolano son Pollolín, Rasic Hnos (Cresta Roja), Noelma, Calisa (Grupo Motta), San Sebastián, Granja Tres Arroyos, Aveguay (Domvil), Bonnin Hnos, Las Camelias y Soychú.

Así las cosas, si bien la carne vacuna argentina es uno de los productos emblemáticos del país en el mundo, el Gobierno aplica un derecho de exportación del 15%. La carne aviar, en cambio, casi no tiene retenciones al contar con un derecho del 5% y un reintegro del 3,4% (quizás por este motivo las exportaciones de pollo duplican a las de carne).

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