En las últimas horas se conoció un dato que causó un enorme grado de sorpresa en muchos operadores del sector agropecuario: en lo que va del año las exportaciones argentinas de pollo superaron por amplio margen a las de carne vacuna.
Así, en los primeros ocho meses del presente año 2012 (periodo enero/agosto) el sector avícola envió al exterior unas 163.000 toneladas, al tiempo que las exportaciones de carne roja apenas alcanzaron las 126.000 toneladas.
Estos números no son menores ya que marcan, en definitiva, un cambio de tendencia a nivel productivo, económico y hasta cultural que viene atravesando el país a partir de la feroz crisis ganadera causada por las políticas oficiales.
Pero, ¿qué hay detrás del notable, misterioso y acelerado crecimiento de la ahora poderosa industria avícola?, fue lo que intentó averiguar La Política Online en diálogo con varios especialistas que conocen de cerca el tema.
En primer lugar las fuentes consultadas remarcaron la gran labor política realizada por los máximos directivos del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) que supieron entender la importancia del “lobby” en la Argentina de estos tiempos.
A diferencia del sector ganadero, los empresarios avícolas decidieron evitar los enfrentamientos con el Gobierno y comenzaron a trabajar en un ambicioso plan que contempla un aumento en la producción, en el consumo interno y en las exportaciones.
El ideólogo de esta estrategia fue el presidente del CEPA, Roberto Domenech, un hombre con muy buenos lazos en el kirchnerismo que, lejos de oponerse, acató las nuevas reglas de juego que impuso la Casa Rosada a los sectores productivos.
La aceitada relación de Domenech con el Gobierno no es nueva dado que se remonta al primer gobierno de Néstor Kirchner, con quien estableció un pacto de no agresión que se mantuvo con Cristina luego del fallecimiento del ex presidente en 2010.
“Los números récords que muestra la industria tienen que ver con la productividad, los precios y la escala que tenemos”, aseguró Domenech, de muy buen trato, también, con el secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno.
“Apuntamos a exportar 600.000 toneladas en 2017; contamos con una amplia disponibilidad de alimento animal que hay en un país que está entre los primeros proveedores mundiales de maíz y soja”, comentó el histórico dirigente pollero.
Durante el periodo 2007/2010 los frigoríficos avícolas fueron los más favorecidos por el viejo sistema de compensaciones. De esta manera, recibieron $ 2100 millones por parte de la disuelta ONCCA con el propósito de mantener estable la “mesa de los argentinos”.
Pero el sector avícola no solo recibió compensaciones sino que también obtiene subsidios indirectos por parte del Gobierno. De hecho, la intervención oficial al mercado de maíz (retenciones + trabas comerciales) logra que las firmas polleras adquirieran el grano a un precio muy por debajo de su valor real.
Así las cosas, el consumo interno de pollo también creció de manera significativa y ya se ubica en torno a los 40 kilos por habitante por año, duplicándose en poco tiempo gracias a la explosión del precio de la carne vacuna por la liquidación de stock que hubo de 2006 a 2009.
En tanto, cabe destacar que, quizás, la facilidad que tuvo el Gobierno para negociar con los empresarios avícolas se debe al alto grado de concentración que hay en este sector (hay poco más de 30 plantas ubicadas mayormente en la región pampeana).
Por último, los principales países compradores de pollo argentino son Venezuela, China, Sudáfrica y Chile. Pero aún la Argentina está lejos de Brasil y Estados Unidos, las máximas potencias exportadoras que dominan el mercado internacional.