29 de abril, 2024
Editorial
¿Kirchnerismo, fase superior del peronismo?
Se discute la idea de que el Kirchnerismo es la continuidad superadora del peronismo. No es una novedad. Por izquierda o por derecha siempre han querido superarlo. Hasta ahora se han equivocado. |
Un conocido me contó, en tono burlón, que entre los blogueros del oficialismo se discute la idea de que el Kirchnerismo es la continuidad superadora del peronismo.
La discusión sobre cómo superar o qué, quién y de qué manera superan al peronismo, como instancia política popular, es tan vieja como el propio peronismo.
Hay quienes aseguran, abusando de una vieja fórmula leninista, que el Kirchnerismo es algo así como la fase superior del Peronismo. Parece un poco mucho, como decía mi tía Berta.
Otros, con algo más de mesura y años en el cuero, sostienen que en realidad el Kirchnerismo es el verdadero peronismo de Perón, el de la década histórica. Una tesis menos ampulosa pero también bastante osada.
Lo cierto es que desde que surgió el peronismo, siempre alguien se propuso, de una u otra manera, superarlo. Y, la verdad, es que a ninguno de los que recorrieron ese camino les fue demasiado bien.
El más antiguo de todos los que se propusieron la suplantación fue un histórico sindicalista del gremio de la carne, que ayudó a parir el mismísimo 17 de octubre, desde las entrañas de Berisso. Se llamaba Cipriano Reyes y fue el primero en oponerse a Perón cuando este decidió disolver el Partido Laborista con el que había ganado las elecciones de 1946. Para Reyes el Justicialismo representaba un retroceso. Lo superador estaba antes.
Otros superados
En la lista de los que se postulaban como superadores y herederos se podría incluir a uno de los personajes más interesantes y más oscuros del primer peronismo, el general Domingo Mercante, insigne amigo de Perón y participe de la fundación del justicialismo.
Mercante, luego de gobernar la provincia de Buenos Aires, fue expulsado del Partido Peronista en 1953 y su nombre expurgado de las miles de escuelas que había construido. No lo hizo la Libertadora, lo hizo el propio gobierno peronista que lo sucedió. No eran tiempos para pensar en superaciones y aperturas.
En una línea parecida andaban muchos de sus colaboradores como Arturo Jauretche o Raúl Scalabrini Ortiz, quienes nunca hicieron gala de una ortodoxia suprema y que apenas apareció en el panorama el desarrollismo de Arturo Frondizi se preguntaron más o menos abiertamente si no era esta la superación del peronismo.
Hubo también intentos superadores desde la izquierda, como los trotskistas que lideraba Abelardo Ramos, que respaldaban al peronismo pero que lo identificaban como un movimiento de la burguesía nacional que debía ser superado por la arrolladora toma de conciencia por parte de las masas proletarias.
Con Perón fuera del poder, surgieron políticos y grupos que postulaban que el peronismo debía ser superado. En general eran oportunistas que negociaban con el poder de turno pero que de todas maneras constituyeron un fenómeno conocido luego como neo-peronismo que llegó a sobrevivir hasta hace muy poco tiempo.
Pero, el primer grupo consolidado y con poder que se postuló como superación y herencia del peronismo fueron los sindicatos acaudillados por el Lobo Augusto Timoteo Vandor. Sin artilugios teóricos, que vendrían más adelante con las variantes de izquierda, los muchachos proponían terminar con Perón para salvar al Peronismo, que según lo imaginaban debía centrarse en el poder de los sindicatos y su negociación con el poder de turno.
El kirchnerismo y los setenta
¿Les sigo contando? Vinieron en los setenta los muchachos de las Formaciones Especiales, la guerrilla peronista, y ellos definitivamente se convencieron de que eran la superación definitiva del peronismo. Algunos eligieron la alternativa independiente de la clase obrera respecto del movimiento policlasista; otros directamente se plantearon como conducción alternativa a Perón dentro del peronismo. Y se la fueron a pelear.
El peronismo siempre quedaba viejo. Por izquierda o por derecha había que superarlo de alguna manera. Lo que en sí mismo revela un asunto inquietante: el peronismo no es perfecto y todos suponen que es perfectible. Hasta ahora se han equivocado.
Ahora son los muchachos kirchneristas los que discuten si Néstor y Cristina son los herederos superadores del líder. Andan con el libro del populismo de Ernesto Laclau bajo el brazo y hablan de los significantes vacíos y otras yerbas que van quedando como reflujos de la lingüística y del estructuralismo.
Enfrente de ellos se alza el viejo padrino kirchnerista, el doctor Frankenstein de esta criatura que gobierna hace siete años. No es otro que Eduardo Duhalde quien asegura que el kirchnerismo es cualquier cosa menos peronismo.
A principios de esta semana Duhalde, en un acto en Lomas de Zamora, dijo que “hoy la pelea es entre el peronismo y el kirchnerismo” o sea que él no lo ve como una instancia superadora sino como un enemigo que quiere destruir la naturaleza, sea cual fuere, del movimiento que creó Juan Perón.
En fin, como podrán apreciar los que tienen algunos años, esa discusión tampoco es nueva. Las querellas por el peronómetro, imaginario artefacto que definiría quién es más peronista, son antiguas y se dieron en vida del propio Perón.
La cuestión de todas maneras es preguntarse qué hace que el peronismo cambie sin ser nunca superado. Porque Perón fue estatista y aperturista; hubo peronismo socialista y neo-liberal; de derecha y filo-marxista.
Es decir, hubo tantos peronismos como anhelos de superarlo. Y en este sentido me parece que el peronismo se superó tantas veces a sí mismo que ya no hay posibilidades ni necesidad de superarlo. Hay que dejarlo ir.
La discusión sobre cómo superar o qué, quién y de qué manera superan al peronismo, como instancia política popular, es tan vieja como el propio peronismo.
Hay quienes aseguran, abusando de una vieja fórmula leninista, que el Kirchnerismo es algo así como la fase superior del Peronismo. Parece un poco mucho, como decía mi tía Berta.
Otros, con algo más de mesura y años en el cuero, sostienen que en realidad el Kirchnerismo es el verdadero peronismo de Perón, el de la década histórica. Una tesis menos ampulosa pero también bastante osada.
Lo cierto es que desde que surgió el peronismo, siempre alguien se propuso, de una u otra manera, superarlo. Y, la verdad, es que a ninguno de los que recorrieron ese camino les fue demasiado bien.
El más antiguo de todos los que se propusieron la suplantación fue un histórico sindicalista del gremio de la carne, que ayudó a parir el mismísimo 17 de octubre, desde las entrañas de Berisso. Se llamaba Cipriano Reyes y fue el primero en oponerse a Perón cuando este decidió disolver el Partido Laborista con el que había ganado las elecciones de 1946. Para Reyes el Justicialismo representaba un retroceso. Lo superador estaba antes.
Otros superados
En la lista de los que se postulaban como superadores y herederos se podría incluir a uno de los personajes más interesantes y más oscuros del primer peronismo, el general Domingo Mercante, insigne amigo de Perón y participe de la fundación del justicialismo.
Mercante, luego de gobernar la provincia de Buenos Aires, fue expulsado del Partido Peronista en 1953 y su nombre expurgado de las miles de escuelas que había construido. No lo hizo la Libertadora, lo hizo el propio gobierno peronista que lo sucedió. No eran tiempos para pensar en superaciones y aperturas.
En una línea parecida andaban muchos de sus colaboradores como Arturo Jauretche o Raúl Scalabrini Ortiz, quienes nunca hicieron gala de una ortodoxia suprema y que apenas apareció en el panorama el desarrollismo de Arturo Frondizi se preguntaron más o menos abiertamente si no era esta la superación del peronismo.
Hubo también intentos superadores desde la izquierda, como los trotskistas que lideraba Abelardo Ramos, que respaldaban al peronismo pero que lo identificaban como un movimiento de la burguesía nacional que debía ser superado por la arrolladora toma de conciencia por parte de las masas proletarias.
Con Perón fuera del poder, surgieron políticos y grupos que postulaban que el peronismo debía ser superado. En general eran oportunistas que negociaban con el poder de turno pero que de todas maneras constituyeron un fenómeno conocido luego como neo-peronismo que llegó a sobrevivir hasta hace muy poco tiempo.
Pero, el primer grupo consolidado y con poder que se postuló como superación y herencia del peronismo fueron los sindicatos acaudillados por el Lobo Augusto Timoteo Vandor. Sin artilugios teóricos, que vendrían más adelante con las variantes de izquierda, los muchachos proponían terminar con Perón para salvar al Peronismo, que según lo imaginaban debía centrarse en el poder de los sindicatos y su negociación con el poder de turno.
El kirchnerismo y los setenta
¿Les sigo contando? Vinieron en los setenta los muchachos de las Formaciones Especiales, la guerrilla peronista, y ellos definitivamente se convencieron de que eran la superación definitiva del peronismo. Algunos eligieron la alternativa independiente de la clase obrera respecto del movimiento policlasista; otros directamente se plantearon como conducción alternativa a Perón dentro del peronismo. Y se la fueron a pelear.
El peronismo siempre quedaba viejo. Por izquierda o por derecha había que superarlo de alguna manera. Lo que en sí mismo revela un asunto inquietante: el peronismo no es perfecto y todos suponen que es perfectible. Hasta ahora se han equivocado.
Ahora son los muchachos kirchneristas los que discuten si Néstor y Cristina son los herederos superadores del líder. Andan con el libro del populismo de Ernesto Laclau bajo el brazo y hablan de los significantes vacíos y otras yerbas que van quedando como reflujos de la lingüística y del estructuralismo.
Enfrente de ellos se alza el viejo padrino kirchnerista, el doctor Frankenstein de esta criatura que gobierna hace siete años. No es otro que Eduardo Duhalde quien asegura que el kirchnerismo es cualquier cosa menos peronismo.
A principios de esta semana Duhalde, en un acto en Lomas de Zamora, dijo que “hoy la pelea es entre el peronismo y el kirchnerismo” o sea que él no lo ve como una instancia superadora sino como un enemigo que quiere destruir la naturaleza, sea cual fuere, del movimiento que creó Juan Perón.
En fin, como podrán apreciar los que tienen algunos años, esa discusión tampoco es nueva. Las querellas por el peronómetro, imaginario artefacto que definiría quién es más peronista, son antiguas y se dieron en vida del propio Perón.
La cuestión de todas maneras es preguntarse qué hace que el peronismo cambie sin ser nunca superado. Porque Perón fue estatista y aperturista; hubo peronismo socialista y neo-liberal; de derecha y filo-marxista.
Es decir, hubo tantos peronismos como anhelos de superarlo. Y en este sentido me parece que el peronismo se superó tantas veces a sí mismo que ya no hay posibilidades ni necesidad de superarlo. Hay que dejarlo ir.
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Y VIVA PERON !!!!!
http://asuntosycomentarios.blogspot.com/2010/06/peron-el-que-excedio-el-peronismo.html
http://asuntosycomentarios.blogspot.com/2010/06/peron-el-que-excedio-el-peronismo.html
… pensaba/cantaba… “todos unidos triunfaremos…” ¿Triunfaremos?
¡Qué pregunta!: “qué hace que el peronismo cambie sin ser nunca superado. Porque Perón fue estatista y aperturista; hubo peronismo socialista y neo-liberal; de derecha y filo-marxista”. Andáaaaaaaa… ¿en serio? Le faltó decir (a la manera de una propaganda televisiva para una heladería): “Todo eso… y más. Hay peronismo… ¡para todos los gustos!…”
Bueno, hablando en serio: te acepto el oxímoron primero (peronismo estatista y aperturista) y lo esencial del “movimiento del general” –recordando al gordo Cooke- como “fenómeno maldito” de “un país burgués” (peronismo neoliberal/de derecha).
Lo otro (el socialismo y el filo-marxismo) fue aportado –y diluido/desvirtuado dentro del “fenómeno maldito”- por lo mejor de la vanguardia entonces: los trabajadores –que resistieron con los caños y sabotajes desde el ’55 contra “la fusiladora”- y sectores de la juventud –que pusieron también sus fuerzas y caños, aunque fuera más que desde el marxismo, desde un foquismo-guevarismo marxista-. Hasta el momento los “anhelos de superarlo”, con una política independiente, por izquierda, lamentablemente fracasaron (los jóvenes por subordinación política a Perón; al igual que la clase trabajadora y la izquierda, que no pudieron desarrollarse en un sentido clasista y revolucionario –como llegaron a mostrar, “en estado embrionario”, las Coordinadoras interfabriles de norte, sur, oeste y Capital contra el Rodrigazo de Isabel y López Rega, dos compañeros bien peronistas-).
A la pregunta ¿hay o no necesidad de superarlo? Decimos sí: pero por izquierda; no con aquellos que desde fines de 1980 (Menem, Duhalde…. Kirchner) prometían “revolución productiva” y “salariazo”… y de inmediato al “triunfo electoral” dieron achique y desguace del Estado; despidos, privatizaciones e hiperdesocupación.
El peronismo se supera a sí mismo como movimiento burgués: cuando se pelean entre ellos (como los gatos en una bolsa, para reproducirse) por el manejo estatal (la caja y el poder burgués). La otra perspectiva de superación, rompiendo la “pared” –que quisieran, que anhelan los kirchneristas y el peronismo en general- “a la izquierda de los K”, está en la vanguardia obrera del “sindicalismo de base”, en Zanon, y en los sectores del movimiento estudiantil (secundario, terciario y universitario), en Capital, Buenos Aires y otras provincias (como Córdoba) que se han puesto en movimiento.
Salute
www.eldiablosellama.wordpress.com