Editorial
La Tercera Vía, parte tres
Por Diego Guelar
El FP-UNEN, el FR y el PRO tendrán una responsabilidad compartida para alcanzar acuerdos de gobernabilidad con más puntos en común que divergencias.

La construcción del Centro

El “Centro político e ideológico” se va corriendo conforme se producen las polarizaciones más extremas.

Argentina conoció esas alternativas a lo largo de su historia: “Federales o Unitarios”, “Autonomistas o Unión Cívica”, “Conservadores o Radicales” y “Peronistas o Radicales”.

Desde 1930 y durante la Guerra Fría (1946-1991) se agregaron las variables militares y marxistas revolucionarias que le dieron un matiz más violento e ideológico a los enfrentamientos históricos.

El fracaso de la “transición centrista” (1983-2000) – tanto en su versión “Menemista” como la “Alfonsinista”-, nos hicieron retroceder hacia el pasado, más en forma de caricatura que de tragedia.

Así la “Tendencia Revolucionaria de la JP” y Montoneros se transmutaron en Cristina y “La Cámpora”; el PRT y el ERP, en el PO y el PST.

El nacionalismo y el marxismo “revolucionarios” resurgieron en los barrios, universidades y base obrera ignorando los cambios que se habían producido después de la Guerra Fría con la apertura al mundo del Partido Comunista Chino, la cuasi extinción de los neoliberales en USA y Europa y la búsqueda de los grandes “emergentes” – los BRICS – de ocupar su lugar en las grandes decisiones planetarias.

En el 2015 se cumplirán los 14 años del default. Más que suficiente tiempo para que el sistema político se reestructure a partir de las dolorosas enseñanzas del pasado.

En los extremos del sistema político se encuentran dos fuerzas que expresan una fuerte ideologización de signo confusamente opuesto: el “FPV Cristinista” y el FIT- Frente de Izquierda y los trabajadores-, encabezado por el PO.

Los dos reivindican para sí las banderas de la izquierda; el primero desde el nacionalismo, el segundo desde el marxismo.

En el centro, aparecen compitiendo – desde el centro izquierda a la centro-derecha – tres fuerzas que hoy pueden exhibir una relativa paridad: el Frente Progresista – UNEN, el Frente Renovador – Massa – y el PRO -. Macri -.

Más allá de las disputas interpersonales (lógicas y entendibles), si dos de estas fuerzas lograran dirimir sus diferencias en una PASO, se constituirían en un “polo de centro” que expresaría mayoritariamente a ese nuevo electorado independiente (creado desde el desengaño, el escepticismo y la bronca hacia los partidos tradicionales) que está buscando un instrumento donde canalizar sus aspiraciones de alcanzar una argentina mejor.

El riñón de este espectro independiente es el PRO. En el FP-UNEN predomina el origen radical y socialista, en el FR, el peronista.

Ese “nuevo espacio” que hoy no tiene adhesión a partido alguno, tiene un importante aporte de quienes provienen del peronismo o el radicalismo, pero son concientes que expresan un pasado sólo útil para no repetirlo.

Generar una Coalición que permita reinsertar a muchos argentinos en el compromiso y la militancia, más que una alternativa es un deber. Unas PASO que permitan discutir propuestas y que sea la gente la que decida quienes son los encargados de ponerlas en práctica, sería un cambio profundo y un acto verdaderamente fundacional de la República que necesitamos.

Desde el punto de vista programático, nada impediría una coalición de los tres. Seguramente, más allá del resultado electoral, el FP-UNEN, el FR y el PRO tendrán una responsabilidad compartida para alcanzar acuerdos de gobernabilidad con más puntos en común que divergencias.

Pero hay factores que alteran el producto y lo óptimo es enemigo de lo posible.

En los próximos meses veremos aproximaciones, alejamientos y tensiones que deberán madurar para el fin del año (después que las últimas emociones del Mundial salgan de las primera planas).

Lo importante es tener el coraje de asumir los mensajes de cambio que la sociedad emite y poderlos representar sin especulaciones ni taras del pasado.

Mauricio Macri formuló esta propuesta – y no fue escuchada – antes de retirar su candidatura presidencial en el 2011.

Es hora que todos nos planteemos las mejores opciones de cara al 2015. Después será tarde para arrepentirnos. 

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