
En pocas horas Manuel Rocha se enterará si tiene chances de no morir en la cárcel. Se lo revelará una jueza federal de Miami. El 12 de abril, este ex diplomático de 73 años escuchará la sentencia. Lo hará esposado de manos y tobillos. En febrero pasado, el espÃa cubano cambió su libreto y admitió haber cometidos dos delitos federales de conspiración, al actuar como agente de un gobierno extranjero. Su expectativa de máxima, según averiguó LPO, es conseguir una pena de 10 años. Pero también podrÃa ser condenado a cadena perpetua. "Si tuviera que apostar, dirÃa que le van a dar 15 años", afirma un consultor que estudió causas similares.
El caso de Rocha, sin embargo, no cuenta con antecedentes que estén a la altura de semejante nivel de engaño. Al menos, no en las últimas décadas. La de Rocha es una de las infiltraciones más duraderas y de mayor alcance de la historia. Este diplomático nacido en Colombia llegó a ser el principal asesor de la Casa Blanca para América Latina. Fue el delegado de EE.UU. en La Habana hasta 1997. Y durante seis años actuó como cerebro del mÃtico Comando Sur, el complejo militar con base en Miami que diseña las polÃticas de seguridad y lucha contra el narcotráfico en la región. Además fue embajador en Bolivia, consejero polÃtico en México y representante en la Argentina.
A lo largo de 42 años como espÃa, se camufló de halcón republicano, trumpista fanático, simpatizante peronista, cruzado contra las drogas, lobbista corporativo y fuente del periodismo en Miami. La admisión de culpabilidad de Rocha potenció la enorme sensación de sorpresa, incredulidad y orgullo herido que su historia causó en todo el continente.
Uno de los polÃticos que todavÃa se encuentra en shock con la revelación es el cubano-americano Emilio González. Este militar y diplomático republicano estuvo a cargo de cuidar la frontera sur entre 2005 y 2009. El presidente George W. Bush le dio esa tarea, al nombrarlo Director del Servicio de CiudadanÃa e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés).
González conoció a Rocha en 1989 en la ciudad de México. Ambos eran diplomáticos enviados por el gobierno de Estados Unidos. Desde ese momento mantuvieron una relación de confianza que González califica, o calificaba, como una profunda amistad. "Nos mantuvimos siempre en contacto. En México nos veÃamos a diario. Después el trabajo nos cruzó nuevamente en Washington. Y cuando él se retiró del servicio diplomático, los dos nos mudamos a Miami. Acá almorzábamos juntos", relata el ex funcionario de Bush ante LPO. Y agrega: "Era un amigo. TenÃamos una relación más que fluida. Más sorprendido que yo no hay nadie. Por nuestras carreras tenemos muchos amigos en común en DC. Y están todos pasmados".
Desde su condición de Oficial de Inteligencia, cargo que ejerció durante 26 años, González afirma que la de Rocha es la más traición más importante en la historia de Estados Unidos. El topo nacido cubano llegó a ser la voz más influyente en la polÃtica de EEUU hacia América Latina. En la Ciudad de México, ambos dirigentes compartieron el dÃa a dÃa durante dos años. Rocha era el ministro consejero para Asuntos PolÃticos y González era el Agregado Militar.
"Manuel siempre actuó como un gran profesional. Es una persona de suma inteligencia. PodÃa hablar de cualquier cosa. Es educado e instruido. Daba gusto escucharlo y tenÃa una gran elegancia. Lo último que imaginé es esto", admite González ante este medio.
Una vez retirado del servicio diplomático, Rocha se reinventó como lobista y asesor corporativo. Trabajó para la poderosa Barrick Gold. Intentó aconsejar a Donald Trump, de quien se declaraba incondicional. "Manuel se hacÃa pasar por trumpista. ParecÃa más trumpista que el mismÃsimo Donald Trump. Espero que el juez se la haga pagar", desea este actual consultor republicano que vive en Miami.
Rocha también eligió el sur de Florida para asentarse. Es dueño de varias propiedades en Miami. Y hasta fines del año pasado vivÃa en un condominio del corazón de Brickell, junto a su esposa Karla Wittkop, una dominicana diseñadora de modas. González ignora si Karla estaba al tanto de la doble vida de Rocha. En Miami, Rocha y González compartÃan un ritual amistoso: se juntaban a almorzar en el restaurante The Capital Grille, en Brickell, para intercambiar opiniones sobre el rumbo de Estados Unidos, de América Latina y el mundo.
¿Qué le dirÃa González a su (ex) amigo si pudiera tener un último mano a mano? "Por qué, le preguntarÃa sólo eso: ¿por qué? Si gozó de la educación en las mejores escuelas y universidades, si en su profesión de diplomático llegó a los más altos niveles, con qué necesidad se prostituyó ante un gobierno que está en bancarrota económica, filosófica y moral", opina este cubano-americano.
Nacido en Colombia, Rocha creció en una casa de clase trabajadora en Nueva York. Estudió en Yale, Harvard y Georgetown, antes de recibir la ciudadanÃa estadounidense e incorporarse al servicio exterior a principio de los ochenta.
Para González, no existe la posibilidad del perdón al espÃa. "No, porque ese señor es muy inteligente. No tuvo momentos de duda. SabÃa perfectamente lo que estaba haciendo. Lo tendrá que explicar en detalle. Y parte de la sentencia divulgará lo que hizo, qué dijo y a quién", afirma.
Respecto a si Rocha ejerció algún tipo de influencia sospechosa y de doble agenda sobre su gestión, el ex Jefe de Migraciones lo descarta. "A mà la gente me puede dar su opinión, pero la de Manuel no me condicionó. Sà es real que estuvo en sector de intereses de embajada de Estados Unidos en Cuba. Un cargo muy importante. TodavÃa no sabemos el nivel de daño que hizo ahÃ", se lamenta González.
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