Obama y Romney pelean cabeza a cabeza los estados claves y aún no hay ganador
La elección ya es considerada la más pareja en los últimos 80 años de la democracia norteamericana. El resultado en los estados de Virginia, Florida, Ohio y Pensilvania permitirá anticipar el ganador. Las primeras encuestas revelan que Obama estaría ganando Ohio y en Florida cambian minuto a minuto. 
Estados Unidos es un país enorme con cuatro horas de diferencia entre sus dos costas. Por eso a las 19 empezaban a cerrar la votación en la costa este, donde históricamente se imponen los demócratas y luego el cierre va avanzando hacia el centro –donde predominan los republicanos- para terminar a las 11 de la noche en California.

Sin embargo, los analistas en esta ciudad estiman que pese a la paridad, hay que mirar un puñado de estados claves para tener una idea firme de quien terminará ganando finalmente.

Una regla no escrita dice que ningún candidato republicano pudo llegar a la presidencia si perdió en Ohio, considerado el más clave de los estados claves. Por eso todas las miradas están centradas en ese estado. Según la CNN Obama se imponía en Ohio por 59% contra 40% de Romney, dato que de confirmarse lo colocaría muy cerca de permanecer en la Casa Blanca. Sin embargo, la cadena se encargó de aclarar que se trata de sondeos muy preliminares.

La misma regla dice que si los demócratas pierden Pensilvania, deben despedirse de la Presidencia. Son viejas consignas que requieren relevancia ante la agónica elección que impide anticipar un resultado claro.

En el caso que Obama ganara Pensilvania y Romney Ohio, otros estados como Virginia cobran relevancia. Los primeros sondeos indicaban que en Virginia se imponía Romney.

El sistema electoral norteamericano es indirecto –se eligen electores- y en casi todos los estados el que gana se queda con todos, de ahí la importancia de estos estados claves, mas alla del resultado nacional.

En este clima de extrema paridad los candidatos han decidido refugiarse a la espera del resultado en los estados en los que hicieron su carrera política. Obama ubicó su centro de campaña en Chicago y Romney en Boston.

El consenso de los analistas es que Obama se terminará imponiendo, pero Romney está dando una formidable pelea y nadie se anima a arriesgar un resultado, cuando en los estados claves se observan en las encuestas de boca de urna diferencias de uno o dos puntos.

De manera paralela a la elección los comandos republicanos y demócratas van alistando su ejército de abogados por si la elección se complica, se comenta que por ejemplo, Obama envió 600 abogados a Florida, el distrito donde Al Gore perdió la elección frente a George W. Bush.

Es que Florida es verdaderamente un super estado electoral aportando 29 electores al Colegio que definirá el próximo presidente. El candidato que consiga 270 electores o mas, será el próximo presidente.

Y es en este estado donde por estas horas se concentra el drama, ya que las encuestas van dando sucesivamente a uno y otro ganador por una diferencia de apenas un punto. 

La paridad de la elección agiganta los riesgos de una larga batalla legal y es descripto por muchos analistas como un escenario de "pesadilla". Sucede que en Estados Unidos no existe un Código Electoral nacional, sino que aún las elecciones presidenciales y las de legisladores para el Congreso son definidas a nivel estadual.

Así las cosas, cada uno de los 50 estados de este país tiene sus propias y particulares reglas, complejidad a la que se suma la implmentación creciente de voto anticipado, voto desde el exterior y votos provisionales. Estos son votos en los que no se pudo acreditar debidamente la identidad, trámite que se realiza 10 días después del comicio y recién ahí una vez certificada se cuenta.

Por caso, en Ohio -que define 18 electores- hay más de 100 mil votos previsionales, si al final de la jornada la diferencia es inferior a esa número la pelea y las impugnaciones cruzadas podrían extenderse por semanas.

Sin embargo, las encuentas ya empiezan a confirmar una muy mala noticia para Obama, aún en caso de que finalmente gane la Presidencia, los republicanos seguirían en control de la Cámara de Diputados, un poderoso resorte de poder que complicó seriamente muchas de sus iniciativas y que esperaba remover en un eventual segundo mandato.

Se trata de una situación definida aquí como "balance de poder", un juego de suma cero en la que ambas fuerzas se neutralizan -una desde la Casa Blanca la otra en el Congreso-. Obama prometió al iniciar su gobierno terminar con estas desprestigiadas guerras políticas, inaugurando una agenda bipartidista.

Pero nada de esto sucedió, en buena medida por la posición extremista del derechista movimiento del Tea Party, que empujó a los republicanos a una posición inflexible, con la que tuvo que lidiar el propio Romney, ya que se trata de un bloque muy homogeneo clave en las primarias republicanas, pero luego muy incómodo para conquistar el voto de centro que define las elecciones generales.
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