Nada indica en las elegantes calles de esta capital, que mañana los norteamericanos elegirán el 45º presidente de su historia. Ni un solo afiche, pasacalle o signo alguno de una de las elecciones más parejas que se recuerden en las últimas décadas, puede encontrase en esta ciudad de edificios bajos y distinguidas rotondas.

La campaña en este estado está jugada y el epicentro de la campaña se mudó a Ohio y ahora a Pennsylvania donde viajó de urgencia Bill Clinton para intentar asegurar un distrito que hasta ayer nomás se consideraba ganado. Tan pareja está la elección que en los medios ya se empieza a especular con la posibilidad de un empate, es decir que la elección no se defina mañana.

El sistema electoral de Estados Unidos es similar al que tuvo la Argentina antes de la reforma constitucional de 1994 en un aspecto clave: la elección del presidente se realiza de manera indirecta, los ciudadanos eligen electores que varían en número según los estados y no en directa proporción con la población. Por eso George W. Bush fue presidente pese a haber sacado menos votos que Al Gore. Fueron los electores de Florida -que consiguió luego de una durisima batalla judicial que término en la Corte Suprema- el que le garantizó el triunfo.

Y no es casual que las polemicas politicas y legales hayan vuelto hoy a Florida. Es que quien alcance una mayoría de 270 electores tiene garantizada la presidencia. Pero si ninguno de los candidatos logra esa mayoría una vez reunido el colegio electoral, sería la Cámara de Diputados la que vería elegir al presidente y el Senado al vicepresidente. Ese tipo de combinaciones, con los fantasmas de una larga pelea judicial que deje al país sin liderazgo por meses, las que se agitan a horas de la votación.

"Cada voto cuenta", repiten en los comandos de campaña de Barack Obama y Mitt Romney y no es una metáfora. Las maquinarias electorales de demócratas y republicanos están enviando legiones de militantes a pelearse puerta por puerta el voto de los ciudadanos -aquí esta habilitado el voto por anticipado, aló así como el paraíso de los puntos-. Y como en la Argentina, las maquinarias políticas buscan seducir a los votantes con argumentos legítimos, pero también con muchas de las picardías utilizadas en nuestro pais -incluidas las campañas sucias por teléfono casa por casa, como las que experimentó el PRO-.

Lo fascinante es que el poder de la primera potencia del mundo esta en discusión -y por momentos de manera muy encarnizada-, pero casi nada de ese clima político se ve en esta capital a nivel del ciudadano de a pie, como si ocurriera en una dimensión paralela. La ciudad mantiene ese ritmo distinguido y pausado, mientras la pelea política se concentra casi exclusivamente en avisos cruzados en la televisión, con particular énfasis del lado demócrata del vio que exhibe el apoyo del republicano ex secretario de Estado de George Bush, Collin Powell a Obama.

La mayoría de las encuestas que publican los medios hablan de una paridad en torno a los 47 puntos para cada candidato. Pero si bien muchos consideran en los medios que finalmente se impondrá Obama, el datos nuevo es la levantada de Romney que pasó de tener la elección perdida antes de aquel primer debate en el que se impuso, a ser una opción muy real.

"Hace apenas un mes los asesores de Romney se desligaban de una derrota que parecía inevitable afirmando que no les interesaba trabajar en la Casa Blanca, ahora indagan a conocidos sobre cómo es la vida en Washington", describe la crónica de hoy del New York Times, que detalla la apasionante subida del candidato republicano que pasó de dejar girones en la despiadada interna de su partido, luego tuvo varias declaraciones imprudentes que pusieron en riesgo su campaña presidencial -de hecho en los últimos días su comando de campaña lo encorcetó a repetir lo que le publican en el teleprompter-, para finalmente llegar a este final de banda verde que coloca a Obama ante el fantasma de ser un nuevo Carter, un presidente que llegó despertando una extarordinaria expectativa de cambio y se fue deslucido, al punto de no lograr su reelección.

Argentina en su mundo

"El mejor candidato para la Argentina es el que gane la elección", bromeó esta noche el embajador Jorge Argüello en una charla con periodistas, empresarios y políticos que vinieron a este capital a ver de cerca la elección como parte un una gira organizada por la Furp.

La declaración sin embargo contiene una descripción certera de la situación en la que está el país actualmente en su relación con Estados Unidos. La agenda del gobierno de Cristina Kirchner está cada vez más absorbida por el conflicto con los fondos buitres, que en los últimos meses se han anotado varios triunfos como el embargo de la Fragata en Ghana y el fallo de la Cámara de Apelaciones del segundo circuito de Nueva York.

La creciente agresividad del los fondos buitres está extendiéndose como una mancha de aceite en toda la frondosa agenda bilateral. Con el fronting de la Argentina task force llegaron a hacer lobby ante los políticos norteamericanos en favor de los productores de limones de California para que el gobierno mantenga las barreras a los limones tucumanos.

Con enormes recursos económicos publican solicitadas contra el país en los grandes medios y llevan un intenso lobby en el Congreso, que en la política norteamericana tiene un enorme peso. De hecho, los denominados fondos buitres en esta elección financiarán la campaña de al menos 48 legisladores.

Y ese poder de lobby se siente. El 97 por ciento de las pocas noticias que se publican sobre la Argentina en la prensa norteamericana, son entre negativas y muy negativas.

Se combina esta ofensiva con un momento delicado en la relación de Argentina con la administración norteamericana. La escisión del gobierno de Cristina Kirchner de abrir el diálogo con Irán tocó una fibra muy sensible en el gobierno de Estados Unidos que tiene al tope de su agenda el conflicto con la potencia persa por su desarrollo nuclear.

En la sede diplomática reconocieron a LPO que en la administración de Obama hay "ansiedad de información" por este tema. Se le explicó que se trata de una ventana de diálogo muy acotada temporalmente y circunscripta a avanzar en el esclarecimiento del atentado a la Amia. Nada más. Pero el tema pesa e inquieta. Y seguramente también será usado -o ya lo es- por los fondos buitres para golpear a la Argentina.

"La visión de los fondos buitres es que sí logran debilitarla posición internacional de Argentina, tienen más chances de cobrar", explicaron las fuentes.

Por eso la esperanza es que el próximo mandato ya sea de Obama o de Romney se convierta en una verdadero "fresh start" que permita a la Argentina trabajar y solucionar los temas que hoy absorben la agenda bilateral.