El semblante de Mauricio Macri se ensombreció ayer cuando en la sesión clave de la Legislatura, en la que se debatía si se creaba una Comisión Investigadora que eventualmente podía recomendar su juicio político, vio cuatro bancas vacías que debían ser ocupadas por legisladores del Pro, incluyendo al jefe de la bancada Cristian Ritondo.

Hoy por la tarde se junto con la mesa que desde la Legislatura está al frente de la crisis -Oscar Moscariello, Enzo Pagani, Helio Rebot y Fernando de Andreis- y le comunicó a los suyos que “iría a todo o nada” para no convertirse en un nuevo Aníbal Ibarra.

La estrategia fue osada: solicitó su propio juicio político, aún cuando un punteo fino lo deja a tres votos de la suspensión y con rivales de peso como Néstor Kirchner, Francisco De Narváez, Elisa Carrió y Fernando “Pino” Solanas, todos con legisladores dispuestos a no facilitarle las cosas.

"No tengo nada que ocultar y quiero dar la máxima transparencia", dijo Macri en conferencia de prensa antes de anunciar que instruyó a sus legisladores para que votaran por su juicio político. “Estoy muy tranquilo, no tengo nada que ocultar, lo que busco es demostrar que esto es una operación política de Néstor Kirchner", completó.

En rigor se trató de una apuesta límite, para neutralizar la conformación de uan comisión investigadora que la oposición está en condiciones de conformar en la primera sesión ordinaria y en la que el macrismo estaría en absoluta minoría (ver nota adjunta).

Pero el riesgo es alto porque si bien hoy el PRO está en condiciones de frenar el proceso de enjuiciamiento, tampoco le sobra mucho.

Como es el juicio político

El primer paso debe darlo una Sala Acusadora, donde se evaluará la actuación del jefe de Gobierno. Allí el Pro cuenta con 19 macristas sobre 45, lo suficiente para evitar que la oposición reúna los dos tercios necesarios para impulsar el juicio final y su suspensión en el cargo, como le sucedió a Ibarra.

Pero entre los suyos el macrismo suma a María Eugenia Rodríguez Araya, cercana a Ricardo López Murphy y ausente en la sesión del martes en la que el macrismo envió a comisión la creación de la comisión investigadora.

El problema es que sin Rodríguez Araya el macrismo se queda a tres votos del fatídico número de 15 legisladores, los votos necesarios para ordenar su suspensión en el cargo.

"Con Kirchner operando del otro lado, el show del juicio político y alguna ayuda de la justicia, nada le garantiza a Macri que no va a perder esos tres votos", se lamentaba esta noche un dirigente aliado del macrismo.

Como sea, una vez que la Comisión Acusadora decida su eventual suspensión la situación en la Sala Juzgadora es aún más grave.Allí su suerte estaría echada ya que su fuerza tiene sólo cinco de los 15 integrantes, o sea no cuenta con la capacidad para bloquear un fallo desfavorable por los dos tercios del cuerpo.

En ese marco, el jefe de Gobierno recordó el desgaste que le significó a su antecesor Aníbal Ibarra la investigación parlamentaria y la merma de legisladores que sufrió en esos meses que pasó de un bloque de 23 a unos 14 legisladores -la coincidencia con los actuales números del Pro es asombrosa-. Y decidió ir a todo o nada, mucho más teniendo en cuenta la capacidad de captación de sus rivales.

Su decisión tomó por sorpresa a los referentes de la oposición, tal es así que tanto Aníbal Ibarra como el kirchnerista Juan Cabandie rechazaron el juicio político pese a que lo habían pedido en la sesión de ayer y aún cuando, en definitiva, sería la consecuencia lógica si la comisión investigadora determina que, tal como presume la justicia Macri lideró un asociación ilícita dedicada a realizar escuchas ilegales.

Quedó claro que su intención era que el jefe de Gobierno llegue al banquillo tras meses de golpes cortos en la Legislatura.