La reunión de Martín Redrado de ayer por la tarde con los senadores radicales Gerardo Morales y Ernesto Sanz fue posiblemente el primer traspié político serio del ahora ex presidente del Banco Central, en la sorda puja de posicionamiento que había iniciado con la Casa Rosada para comenzar su alejamiento de un Gobierno al que acompañó durante seis años.

Pero tiene su razón de ser. Los radicales que tienen con Redrado muchos más vínculos de los que trascienden, eran la vía para instrumentar la jugada final de Redrado. Esto es el recurso de amparo que interpusieron ayer mismo para frenar la entrega de los casi 6.500 millones de dólares, que necesita como el agua la administración kirchnerista.

En el punto cuatro del petitorio del amparo, está la clave de la urgencia de la Casa Rosada por ejecutar a Redrado. Allí los radicales mencionados, más Oscar Aguad y el redactor del escrito Ricardo Gil Lavedra solicitan “Se suspendan cautelarmente los efectos y la vigencia del Decreto Nº 2010/09, hasta tanto se pueda reunir el Congreso Nacional para su consideración”.

Ayer en el Gobierno tenían demasiado claro el riesgo de que hoy mismo o mañana la jueza federal María José Sarmiento, en cuyo juzgado recayó el escrito, conceda la medida cautelar. En ese caso, la decisión quedaría congelada hasta la reunión de la comisión bicameral de seguimiento de los decretos de necesidad y urgencia (DNU) que podría reunirse o bien en febrero -si la oposición logra convocar a extraordinarias para ese mes-; o directamente en marzo cuando comience el período de trabajo ordinario del Congreso.

Cualquiera de las dos hipótesis es catastrófica para el Gobierno que está ultimando los detalles del viaje a Washington de Amado Boudou, para comenzar a vender en el mundo la renegociación de la deuda con los holdouts.

Por lo tanto, la consecuencia lógica de la brutal expulsión de Redrado con denuncia penal incluída (¿Qué otro destino se podía esperar para quien osara interponerse entre Néstor Kirchner y una caja que considera propia?), fue que de inmediato, su reemplazante Miguel Angel Pesce, ordenara a los gerentes que abrieran una cuenta a nombre del Tesoro para girar los 6.500 millones de dólares del Fondo del Bicentenario.

Por supuesto que en febrero o marzo cuando vuelva a funcionar el Congreso, la oposición podrá rechazar el decreto de Cristina Kirchner. Pero para entonces los dólares del Fondo del Bicentenario ya estarán bajo el control directo de la Quinta de Olivos, y la discusión legal se eternizará sin mayores inconvenientes prácticos para el Gobierno.

Exactamente el escenario inverso al que imaginaban Redrado y los radicales. Una vez mas la brutalidad y rapidez del kirchnerismo, desarmó la estrategia opositora que sigue presa de un ritualismo que en el mejor de los casos le permite realizar espléndidas autopsias y no mucho más (recordar el caso de la estatización de las AFJP).

La demolición

Redrado se equivocó ayer al recibir en su despacho del Central a los senadores radicales, porque cruzó una línea casi invisible pero letal. Pasó de la pelea técnica y la interna sorda -natural en todo dispositivo de poder-, al terreno de la confrontación política abierta con un Gobierno, que guste o no, el banco Central integra.

La misma flagelación de muchos sectores que por estas horas se lamentan por la vulneración de la “autonomía” del Central, cabe para Redrado con su movida de ayer. Ni siquiera tuvo la picardía de pedirle a los radicales que fueran hasta el Central acompañados por colegas de otras bancadas, y sobre todo de alguno del bloque kirchnerista. Su prístina coraza de asepsia “técnica” terminó de derrumbarse cuando Morales y Sanz, lo “confirmaron” en el cargo ante los medios de todo el país, con un patético “Redrado no se va”, en la misma puerta del Central.

Kirchner hizo lo previsible. Aprovechó esa debilidad para avanzar a fondo y dispuso su expulsión, ayer con el pedido de renuncia hoy directamente echándolo. La resistencia de Redrado no alcanzó las 24 horas. Hoy mismo el ex presidente lo terminó de demoler, al demostrarle que no manejaba ni el directorio de la institución que supuestamente conducía. El radical albertista Miguel Angel Pesce fue el verdugo elegido, al convocar el directorio y avalar la entrega de las reservas.

Gustos que se da el ex presidente. Frente a la embestida del radicalismo y Redrado, con un guiño de la Corte Suprema, decidió entronizar a un radical –que habla con Cobos más de lo que se sabe-, para concretar su contraofensiva.

Como le viene pasando, Kirchner ganó el partido del poder y perdió por goleada el de la sociedad. Con esta escándalo, Redrado se sacó de encima hasta la última gota de kirchnerismo y hoy es un héroe nacional que cosecha adhesiones desde Pino Solanas hasta su archienemigo Alfonso Prat Gay.

Pero mantener la fama –y sobre todo capitalizarla- no es para cualquiera. Julio Cobos lo viene logrando, habrá que ver si Redrado lo logra. Lo cierto es que la semana que viene –entre el martes y el miércoles- llegará al país Mario Blejer y en el Gobierno apuestan a que aceptará el cargo.

“Los mercados se van a acomodar, y este año va a ser mejor en términos económicos. Además, esta pelea del Central la gente de la calle no la entiende y ahora con las vacaciones tiene la cabeza en otro lado. En dos semanas nadie se va a acordar de Redrado”, confiaban en el Gobierno.

¿Valió la pena?

Quedará para otro momento el análisis de si valió la pena realizar semejante estropicio para conformar un fondo de “garantía” a los acreedores que insólitamente ningún acreedor pidió. Y acaso más grave, una duda recorre por estas horas la comunidad económica.

Al confirmar que el Poder Ejecutivo puede disponer de las reservas del Central a su antojo ¿no se abre la puerta para futuros embargos de los fondos buitres que no entraron a la primera renegociación de la deuda? ¿Y en todo caso, esto no atenta directamente contra la nueva renegociación que está encarando Boudou? ¿Es decir, el Gobierno no le terminó dando a los holdouts incentivos para rechazar el canje que está a punto de iniciar? ¿Por qué dberían aceptar una quita de un mínimo del 60 por ciento, si se puede confiar en cobrar el 100 por ciento, sabiendo que allí están nada menos que las reservas de todo el país para ejecutar la sentencia?