Aerolíneas Argentinas despidió a 25 pilotos "opositores", el remanente de un grupo de 80 comandantes que se habían negado a participar de las huelgas decretadas por el gremio que supuestamente los representa -APLA- entre 2005 y 2006, y que pusieron a la empresa en estado de crisis terminal.

Según el diario Ambito Financiero, en los primeros telegramas enviados a los pilotos "opositores" se los invitaba a jubilarse; en cambio, los remitidos la semana pasada directamente se aducían causas psicofísicas que -según las autoridades de la empresa- ponen en peligro la operatividad de los vuelos. Cabe apuntar que, en su inmensa mayoría, se trata de comandantes con más de 800.000 horas de vuelo promedio, muchos de ellos habilitados para volar las aeronaves de mayor porte de la flota de Aerolíneas (Boeing 747-400, Airbus 340).

A algunos de ellos incluso se los despide porque el Airbus 310, para el que tenían la licencia habilitada, ya no forma parte de la flota de la empresa. Lo que es de norma, en estos casos, en todas las aerolíneas del mundo es darle horas de simulador al piloto para que pueda operar otra máquina.

Se trata, en general, de personal de experiencia, algo que hoy en el mercado aéreo se valora; cabe recordar que las emergencias más famosas, de las que los pasajeros salieron bien librados, tuvieron a pilotos veteranos como protagonistas (la última, el exitoso acuatizaje en el río Hudson de un Boeing 737).

La decisión, además, de aducir supuestas fallas psicofísicas en los despedidos es una condena de muerte laboral para este grupo de profesionales: ninguna aerolínea de la región se arriesgará a contratarlos, aun cuando sepan de las causas reales del despido. Los pilotos rechazaron los términos de la desvinculación e iniciaron acciones legales. El convenio colectivo prevé que los pilotos podrán optar por pedir su jubilación a partir de los 55 años de edad, pero la empresa tiene la obligación de mantenerlos en sus puestos hasta los 65. El grupo original era de 80 aviadores, muchos de los cuales se fueron de Aerolíneas y hoy vuelan para sus competidores, como Lan Argentina y Lan Perú. De hecho, los organismos internacionales recomiendan extender hasta los 65 años la edad de vuelo de los pilotos.

Los despidos son una más de las muchas concesiones que viene entregándole el Gobierno de los Kirchner a APLA, que capitanea el piloto presidencial Jorge Pérez Tamayo, informó el matutino.

Lo que hasta ahora no había salido a la luz fueron las verdaderas causas de los retrasos del fin de semana del 1 de mayo: la negativa de la gerencia de operaciones de Austral de programar a un comandante que había sido secretario general de UALA (que agrupa a los aviadores de Austral), pero luego expulsado del gremio acusado de ser un «agente de Pérez Tamayo». La gerencia de Austral dijo que no iban a programar a ese piloto hasta tanto APLA -que controla la gerencia operativa de Aerolíneas- no programara a los 25 «opositores» despedidos esta semana.

De hecho, un piloto que tenía que regresar desde Bolivia dejó al pasaje en tierra pese a que el técnico certificó que la máquina estaba en perfectas condiciones (al otro día trajo el avión vacío a Aeroparque y en el parte de vuelo escribió: «Sin novedad»); otro, en Madrid, se fue al hotel y le avisó al jefe de base que el vuelo que debía partir esa noche no lo haría; todos los pasajeros debieron ser alojados en un hotel madrileño; el avión partió a las once de la mañana del día siguiente.

"Es muy difícil volar en estas condiciones: si desobedecemos al gremio, nos arriesgamos a correr la misma suerte que los despedidos, y eso no lo quiere nadie, pero también es complicado dejar en tierra a la gente sin causa, porque después -como hizo la empresa- mandan las denuncias a la Justicia y no se sabe cómo termina la causa", le dijo a este diario un piloto de APLA no alineado con Pérez Tamayo.

La causa referida la tiene el juez Norberto Oyarbide, y fue iniciada por el director por el Estado Héctor García Cuerva y apunta a determinar si las demoras fueron causadas por fallas en las máquinas -como aducen los pilotos-, una infeliz "coincidencia", o si se trató de un paro encubierto.