La nueva y muy bella cancha del Quilmes Athletic Club podría tranquilamente ser el símbolo de una relación triple que llegó a su máximo apogeo en estos días, con la intervención del gobierno en el negocio de la televisación del fútbol, pero que viene de muchos años atrás. Es la que integran el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, el presidente de la AFA, Julio Grondona, y el secretario General de esa entidad que agrupa a todos los clubes del país, José Luís Meiszner.

Si Grondona fue el artífice de la ruptura del contrato con Torneos y Competencias y el Grupo Clarín, y Aníbal Fernández la puerta de entrada del negocio a la Casa Rosada, Meiszner fue el motor de toda la gestión. Ese rol de “puente” o “túnel” –según la situación- la calza perfecto al “Pájaro” como conocen en Quilmes al histórico presidente del club del barrio, quien no dudó en ponerle su nombre a la nueva cancha. Nombre que tiene claramente su explicación.

Entre los tres –Fernández, Grondona y Meiszner- funcionaron de forma similar hace ya varios años, cuando con el primero como intendente de Quilmes se dieron los primeros pasos para un millonario negocio inmobiliario que quedó en manos de Don Julio, quien además de comandar desde hace 30 años la AFA apoya su poder económico en el negocio de los ladrillos. Meiszner, como motor de la transacción, consiguió en el entuerto la financiación del Estadio Centenario que lleva su nombre.

El estadio de los ATN

La construcción del estadio Centenario se anunció en 1987, como proyecto principal para el aniversario número 100 del club más antiguo del fútbol argentino, que se cumpliría 6 años más tarde. El 19 de diciembre de 1993 se “preinauguró” tan a las apuradas que el partido organizado fue un amistoso entre los equipos de Quilmes campeón 1978 y el de "estrellas de todas las épocas". La duda sobre esta obra gira en torno a la financiación.

Lo único claro es que el club, con su propia caja, había comprado ya hacía tiempo el predio ubicado en la esquina de Vicente López y Esquiú, en el barrio Libertador General San Martín. En el medio, en 1991, un militante peronista con mucha influencia en el Concejo Deliberante local había llegado a la intendencia. Era Aníbal Fernández.

El entonces presidente de la entidad, Meiszner, ya tenía una excelente relación con el ex ministro de Justicia e Interior, la que hoy es más que estrecha, y un problema: a un año del centenario del club, no tenía fondos para terminar el estadio.

Entonces apareció la mano política. Según confirmaron a La Política Online tres fuentes de Quilmes, el estadio Dr. José Luís Meiszner se terminó pagando con Aportes del Tesoro de la Nación (ATN) que desde la gobernación de Eduardo Duhalde bajaban a su entonces intendente aliado, Aníbal Fernández, y de ahí viajaban directo -en forma de cheque- a la nueva cancha.

Las torres de Don Julio

Con la construcción del Centenario, quedaba abandonada la vieja cancha de Quilmes de las calles Guido y Sarmiento, donde además funcionaba la sede del club. Eso fue lo único que quedó de la entidad en esa manzana. El resto es hoy un enorme complejo habitacional: Cinco torres de lujo con servicios completos.

La obra para la construcción de las torres se gestó en el final de la intendencia de Aníbal Fernández. Terminado el tema del estadio Centenario, Meiszner y el ahora jefe de Gabinete se sentaron a definir qué iban a hacer con esas tierras. Decidieron explotarlo con la construcción de edificios. “Yo tengo un constructor interesado” dijo tiempo después quien ahora enfunda el traje de secretario General de la AFA. Su candidato era Julio Humberto Grondona.

Otros negocios

Desde Quilmes confirmaron a La Política Online que Aníbal Fernández y Meiszner son socios en otros emprendimientos, como un estudio jurídico en un edificio ubicado en Matienzo y Pringles, en esa localidad del conurbano, que son cobradores jurídicos del BaPro en la zona de Quilmes. Allí trabaja uno de los hijos de Meiszner. Al otro, el jefe de Gabinete directamente le dio un puesto jerárquico bajo su ala: es Andrés Meiszner, director del Registro Nacional de Armas (Renar).

En Avellaneda, de donde es oriundo y desde donde tejió su red de poder a partir de su ya famosa ferretería, Grondona conoció a los hermanos Fernández Prieto, con los que creó en 1997 la constructora Conenar. Igualmente, desde tiempo antes desarrollaban proyectos juntos. En Quilmes gobernaba Federico Scarabino, sucesor de Aníbal Fernández, quien sostenía –y sostiene- una enorme influencia política en el distrito.

El resultado de ese acuerdo fue que, hoy, en el predio de la vieja cancha de Quilmes quedó la sede del club y cinco torres levantadas por la constructora de Fernández Prieto, socio de Grondona y zar del boom inmobiliario de Puerto Madero. De hecho, la quinta está recién terminándose.

La zona es famosa, además, por un incumplimiento: aunque hace años que se aprobó el proyecto, hubo una sesión de una calle que nunca se abrió. Se trata de la calle General Paz, que pasa por el medio de las torres pero sigue cerrada.

En esos edificios, por caso, vivió en el principio de su gestión otro polémico intendente de Quilmes: el delfín de Aníbal Fernández, Sergio Villordo. Hoy, lejos de las tierras donde se transformó en un “piantavotos”, vive en un departamento de Puerto Madero. Obviamente, en uno de los complejos desarrollados por Fernández Prieto donde también vive Aníbal Fernández.

Por las torres quilmeñas pasó también Rodolfo “Cacho” Mieres, un puntero dirigente del PJ local famoso por ser el lobbysta oficial de cada concesión de la municipalidad desde la época de Aníbal Fernández. Entre ellas la del millonario contrato con Tucsa, la empresa que se encarga de la recolección de la basura.