Informe exclusivo de OPI Santa Cruz

Cuando aún retozaba en la comuna de El Calafate, en los estertores de su mandato, el multifuncional Intendente Néstor Méndez, prendió la idea entre el selecto club de amigos de la villa turística (que viven en Olivos), de hacer una obra que embelleciera el paisaje, le sirviera a la gente para admirar desde abajo los lujosos hoteles de la gente del poder y de paso, revalorizara la tierra de Bahía Redonda.

Pero los visionarios integrantes de la troupe oficialista, como analizaban el progreso de El Calafate con el diario del lunes (o lo que es igual a decir, corrían con el caballo del comisario), se apuraron a comparar masivamente tierras a la orilla del lago, para colaborar con el desarrollo inmobiliario de la localidad que en la mayor parte de los casos son negocios que pertenecen a ellos mismos. Es decir, se ponen en uno y otro lado del mostrador, situación privilegiada para un “inversor” que puede saber con anticipación qué sector va a crecer en valor inmobiliario y se puede adelantar a los hechos; esto se traduce en: comparar barato y al cabo de poco tiempo sextuplicar el capital con las mejoras que aporta el Estado nacional en complicidad con el estado municipal.

La obra ideada, impulsada y financiada desde las oficinas de Julio De Vido, fue el trazado de una costanera que comienza en la laguna Nímez y contornea toda la Bahía Redonda, con una cómoda calzada de hormigón armado, muros de contención, miradores o descansos, amplias veredas y columnas de iluminación en todo el trayecto.

Si bien la obra total comprende varios kilómetros de calle, el proyecto prevé etapas para su construcción y dentro de esas etapas se encuentra en pleno desarrollo la primera de ellas, en la ejecución del paseo que ha sido licitado por la suma de $ 144.762.327 pesos y curiosamente (como no podía ser de otra manera) recayó en la empresa Austral Construcciones S.A.

Para justificar el megaemprendimiento el gobierno instaló la idea de que la obra era necesaria para controlar los niveles de agua del Lago Argentino mediante el encerramiento de las aguas por medio de un terraplén. Particularmente se le adjudicaban tareas de regulación de las inundaciones generadas por las crecidas anuales del lago y se promocionaba el aprovechamiento del espejo de agua para actividades deportivas. En pocas palabras se trata de crear un espejo de agua cautivo con un azud regulador que descomprima la presión del lago cuando éste crece o tome agua de su lecho para compensar el lago artificial. Esto en teoría, la práctica demostró ser más complicada.

Sobre el terraplén que divide la Bahía Redonda del lago interno, se ejecuta actualmente un tramo del paseo costanero que luego bordea la bahía por su parte interna para lo cual se han tirado (y siguen tirando) miles de tonelada de piedras como relleno sobre los humedales de la costa, que es un cinturón natural regulador de las crecidas y además contiene cientos de especies vegetales y animales muchas de las cuales han desaparecido o han migrado tras los movimientos de tierra, tal como nos relataron las mujeres integrantes de la asociación “Calafate Natural”, un grupo de personas preocupadas por el ecosistema y la brutal alteración a la que se ve sometido con la construcción de este paseo costero.

Sin embargo la naturaleza le ha demostrado a los ingenieros que planificaron la obra y a los constructores del paseo, que no fueron en vano las advertencias que desde hace tiempo se vienen escuchando sobre lo inapropiado que resulta quitarle espacio al lago con una obra esencialmente modificadora del entorno natural, invasiva y además, levantada sobre terrenos blandos (humedales) que “trabajan” constantemente y modifican su morfología con los flujos y reflujos del lago.

Sucede que como consecuencia de una de las crecidas anuales que soportó el Lago Argentino, la cual comenzó allá por principios del mes de marzo, el terraplén de piedras que Austral Construcciones ha levantado como un enorme anillo a unos trecientos metros de los fondos del Hotel Los Sauces, cedió bajo la presión del agua, fue derribado y la enorme crecida, no solo ocupó los espacios habituales de terrenos inundables, sino que como producto de las obras realizadas allí el agua derivó hacia otros sectores y sumado a que se produjo una crecida extraordinaria de las aguas, todo el entorno fue tapado por el agua que sumergió las escalinatas de ascenso y descenso a la costanera e inundó totalmente todas las adyacencias.

El predio denominado “Campo de Doma” es un lugar donde el turismo puede reconocer las labores rurales, un paseo típico de El Calafate instalado en un enorme predio, el cual quedó totalmente anegado con sus instalaciones inutilizadas entre ellas corrales, galpones y un enorme quincho. Este predio se encuentra a unos 350 metros del hotel de Cristina Fernández y a unos 300 mts de la residencia familiar de los Kirchner.

De acuerdo a las opiniones que pudimos recolectar en la villa turística, la decisión de asfaltar el paseo costero es estrictamente política y solo tiene como objeto mejorar el entorno urbanístico de los terrenos correspondientes al ex presidente Néstor Kirchner, Lázaro Báez y varios nombres conocidos, todos ellos vinculados al poder, que actualmente poseen propiedades en ese entorno.

La obra en sí ha sido altamente cuestionada por la oposición local y resistida por una gran parte de la población, no ya solamente por el impacto ambiental que tiene sobre el lago, sino por el costo desmesurado de su construcción, lo que a criterio del Dr Álvaro de Lamadrid, consultado por esta Agencia, “es el asfalto más caro de la Argentina y está hecho para beneficiar a una elite política, creando un entorno urbanístico y de servicios en una zona absolutamente diferenciada del resto del pueblo”. Lamadrid también expresó “esto es claramente un direccionamiento de la obra publica para mejorar el valor de terrenos privados, con un claro trafico de influencias y un increíble apoderamiento de lo publico por parte de los privados”.

Las integrantes de “Calafate Natural” señalaron a nuestro cronista que en lo que a ellas respecta, cuando quisieron conocer el estudio de impacto ambiental, requisito previo a la ejecución de las grandes obras, que claramente establecen las normas provinciales, el entonces Intendente Néstor Méndez las mandó a Río Gallegos o Buenos Aires a que consultaran las fuentes documentales en el IDUV (Instituto de la Vivienda) o en la Secretaría de Obras Públicas de la Nación.

“No estamos en contra del progreso, pero creemos que este tipo de obras debe estar contempladas dentro del criterio de razonabilidad de cualquier habitante de El Calafate que quiera preservar el entorno con las menores alteraciones posibles”, señalaban las integrantes de Calafate Natural, opinando que el mismo borde costero se podría haber realizado sobre tierra firme, sin invadir la costa de Bahía Redonda y afectar los humedales.

Sin embargo esto tiene una explicación: el cordón costero (tierra firme) que limita con la playa del lago, fue loteado y es allí precisamente donde se levantan costosas construcciones particulares, existe un proyecto para crear un complejo similar a Puerto Madero y además es allí también donde Máximo Kirchner se encuentra construyendo su casa de 600 metros cuadrados con grandes ventanales que dominan una singular vista de la Bahía Redonda en El Calafate, un lugar que desde que el matrimonio Kirchner llegó a la presidencia ha pasado a ser un bien privado de pocos construido por el Estado que conformamos todos.