La "humanización" de Cristina Kirchner
La visita a Alfonsín, su cuerpo al comando de un Ford o sus comentarios sobre el “Burrito” Ortega en Mendoza son parte de un plan para desacartonar a la presidenta y recuperar, de a poco, el grave golpe a su imagen.
El proceso de "humanización" de Cristina incluyó en las últimas horas una visita a Raúl Alfonsín. No es casual que justo ahora la Presidenta haya resuelto ir a ver al ex mandatario a su domicilio de Barrio Norte para interesarse por su estado de salud y recordar las viejos épocas que compartieron en el Senado o en la reforma a la Carta Magna de 1994, cuando ambos brillaron como convencionales constituyentes en la Asamblea reunida en Santa Fe.

En política nada sucede por que sí y todo tiene una explicación, incluida esta sorpresiva actitud, que forma parte de una estrategia sugerida por los asesores de imagen del Gobierno para mostrar a la jefa del Estado como una persona más cálida y sensible y no tan gélida y distante como se la ha visto casi siempre desde que se perfiló como sucesora de su esposo para comandar esta segunda etapa del kirchnerismo en el poder.

Son paradójicos los vaivenes que han tenido algunos gobernantes peronistas en su relación con el ex presidente radical, al que ningunearon, maltrataron o ignoraron en su mejor momento para luego buscar acercamientos con cierta dosis de oportunismo o como ahora, cuando las encuestas les dan mal.

Lo hizo en su tiempo Carlos Menem, quien allá por 1989 y 1990 se cansó de decir que Alfonsín le había entregado "un país en llamas", aunque más tarde, cuando el caudillo de la UCR aceptó negociar el Pacto de Olivos, no dudó en cambiar de opinión y terminó calificándolo como "un político de raza".

Salvando las distancias Néstor Kirchner también mostró su costado más mezquino en la relación con Alfonsín. Primero cuando pretendió reivindicarse como el único presidente que alentó los juicios contra la represión ilegal, desconociendo los aportes que hizo el gobierno alfonsinista en tiempos en que el poder militar todavía tenía fuerza para imponer condiciones, no como ahora, cuando es muy fácil pedirle a un general que se suba a un banquito para descolgar un cuadro.

Y después cuando desoyó sistemáticamente los repetidos llamados del ex presidente para que los Kirchner aceptaran abrir canales de diálogo con la oposición y contribuyeran así a distender la inexplicable tirantez que siempre domina a nuestro sistema político.

Ahora, en cambio, tras la derrota sufrida en el conflicto agropecuario y su dolorosa secuela expresada en sondeos que reducen la imagen positiva del Gobierno a tan sólo un 20 por ciento, Cristina reparó que era oportuno producir un "gesto humano" con el hombre que marcó la etapa del renacer democrático y que es entre los ex presidentes con vida el que goza de mayor prestigio y reconocimiento en la sociedad.

El cambio de imagen que desde el marketing político está procurando devolverle a Cristina el glamour perdido abrió paso también a otras demostraciones que protagonizó la Presidenta en estos días, como cuando se exhibió tratando de conducir un auto en una planta de Ford o con su mención al Burrito Ortega el día que fue a Mendoza, la provincia en la que el ex astro riverplatense seguirá desparramando talento, ahora como jugador de Independiente Rivadavia, el club cuyano que compite en el torneo de la B Nacional.

Seguramente vendrán otras puestas en escena con la idea de mostrar a una Cristina más desacartonada, de carne y hueso, y con mayor tendencia para acercarse a la gente, esa misma gente que esta semana se sintió burlada por el Gobierno cuando escuchó por boca del Indec que la canasta básica de alimentos bajó un 2,5 por ciento en el mes de julio.

Ciertamente Cristina perdió una gran oportunidad para mostrar un costado "más humano" el día que ofreció su novedosa conferencia de prensa a agenda abierta en la residencia de Olivos.

La hermética ausencia de arrepentimientos por los errores cometidos en estos meses de gestión, la cerrada defensa del polémico Guillermo Moreno y la firme reivindicación de las desopilantes estadísticas oficiales poco ayudaron a los profesionales de la sociología y la comunicación que trabajan con tanto esmero al servicio del oficialismo para tratar de revertir el tobogán en que ha caído la ponderación social de la Presidenta.

Tampoco contribuyó a ese objetivo, por supuesto, el papelón de los bonos vendidos a Hugo Chávez pagando una tasa del 16 por ciento que cinco días después hubo que salir a recomprar con desesperación para que el país no quedara sepultado en los mercados.

Sin embargo, el Gobierno todavía tiene la alternativa de recomponer en parte esta difícil situación si reflexiona con serenidad y advierte que, más que preocuparse por el efecto mediático de algunas de sus movidas, lo importante es analizar sin prejuicios y con sensatez qué es lo que está pasando en el país y en su relación con la sociedad.

Si se anima a seguir ese camino de introspección sin miedo y con vocación de superación, no caben dudas de que su imagen va a mejorar.
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LPO
Como ya hicieron con Cristina, en pleno proceso electoral buscan llevar al llano la figura del ex presidente. Lo bajan del palco y le organizan caminatas mientras le buscan candidatas "del pueblo", como Nacha Guevara o Andrea del Boca. El jueves podría anunciar su candidatura en Telefé y el domingo saldría un reportaje en Clarín.