Pichetto niega que el capitalismo esté en discusión. Sin embargo, lo está. En un mundo en el que la política de los bloques se encuentra en crisis y tanto Rusia como China son cada vez más importantes, Argentina no puede quedarse afuera. |
Como no podía ser de otra manera, la política internacional va a desempeñar un importante rol en la próxima campaña electoral. Probablemente como hacía tiempo no sucedía. Especialmente tras la elección del senador Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente de Mauricio Macri, la discusión sobre la política exterior que deberá llevar adelante la Argentina en los próximos años será una de las cuestiones centrales del debate nacional.
Con muy pocos logros demostrables en los números, el oficialismo ha hecho de la "reinserción al mundo" una de sus principales banderas. Es una de los supuestos triunfos que el mismo Pichetto aduce lo llevaron a aceptar la invitación para integrar el binomio de la candidatura presidencial. El ex jefe de la bancada justicialista en Senadores ha expresado que "hay que ubicarse definitivamente en un perfil occidental". Reclamando el alineamiento definitivo con los Estados Unidos.
Esto, en el contexto donde se vive una guerra comercial entre USA y China sin atisbos de terminar en el mediano plazo, es, claramente, tomar partido por uno de los dos bandos en pugna. La región viene siendo -y lo será aún más con el correr del tiempo- un escenario fundamental donde se siga disputando la hegemonía entre ambas potencias.
Pichetto también se refirió sobre la necesidad de abandonar vinculaciones más estrechas con "países complejos" como Rusia, China, o Medio Oriente. Lo cierto es que, contrario al mito de que Argentina se encontraba "aislado del mundo", durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández los vínculos comerciales crecieron fuertemente.
Tan solo en el trienio 2010-2012, las exportaciones argentinas obtuvieron valores que oscilaron entre los 959 y 1572 millones de dólares. Especialmente a partir de 2005 se comenzaron a establecer contactos comerciales prácticamente inéditos con los países del Magreb más Egipto. Llegando al punto de que en 2011 las ventas argentinas hacia esa región constituían el 5% del PBI.
Durante esos años se selló definitivamente una relación con la República Popular China que hoy lo posiciona al gigante asiático como el segundo socio comercial más importante para la Argentina detrás de Brasil. A partir del mismo gobierno de Cambiemos, se instalaron numerosas empresas privadas provenientes de China. Entre ellas, más de quince automotrices, entidades bancarias como el HSBC o el ICBC. Incluso, una base para la observación aeroespacial en la provincia de Neuquén.
Más allá de la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional y las entidades privadas de crédito, la inversión china para la economía argentina es significativamente más importante que la de cualquier otro socio comercial, exceptuando Brasil e incluyendo a los Estados Unidos.
Pichetto, que -por lo que ha podido trascender- ya ha pedido la Cancillería y tener influencia sobre el Ministerio de Defensa, es consciente de ello. Sin embargo, sus pedidos sobre un realineamiento del país en materia de política internacional tienen que ver con ideas que van más allá de lo meramente económico.
Cuando habla de "recuperar la relación histórica con Estados Unidos" o de que "en el mundo ya no se discute el capitalismo" se refiere a un vínculo mucho más cultural que parece salido directamente de la década de los noventa cuando la tesis de Francis Fukuyama sobre el "final de la historia" aún estaba en boga entre el grueso de los académicos los dirigentes políticos.
A su vez, su discurso encuentra importantes puntos de encuentro con dirigentes mundiales ligados a la extrema derecha como el mismo Donald Trump, el italiano Matteo Salvini -de quien se ha declarado admirador- o el húngaro Viktor Órban. Proponen una especie de globalización antiglobalista donde lo que fluya sea solo el capital. Con fuerte cuidado de las fronteras donde circulen libremente bienes y servicios, pero nunca los seres humanos.
A diferencia de lo que digan dirigentes del oficialismo, el planeta sí sigue discutiendo el capitalismo. Especialmente a través de una de sus voces más críticas y escuchadas: el Papa Francisco. El Pontífice repite hasta el cansancio la necesidad de caminar hacía un capitalismo donde el dinero se encuentre al servicio del ser humano y no viceversa.
Como consecuencia de eso, es la convocatoria a un pacto mundial económico para el 2020 en la ciudad de Asisi que, junto con el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, proponen avanzar hacia lo que llaman una "Economía Social de Mercado". Un capitalismo de rostro humano sensible con el reparto equitativo de las riquezas y con los problemas del ambiente.
En un mundo cada vez más complejo, donde la política de los bloques se encuentra en crisis y tanto Rusia como China son cada vez más importantes, Argentina no puede quedarse afuera de esta discusión. En la próxima campaña electoral se debatirá el rol del país en el contexto internacional. Lo que significa, además, establecer cuál es el modelo productivo que se necesita adoptar.
La misma Cristina Fernández, consciente de ello, editará un libro sobre la política internacional de sus mandatos. El próximo gobierno deberá ser capaz de plantear una política exterior soberana que realmente atraiga inversiones. Amén de desempeñar el rol que Argentina le corresponde en el mundo. Son muchos los intereses que están en conflicto. Por algo, Juan Domingo Perón solía decir que a fin de cuentas, la política, es la política internacional.
Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas.