Editorial
Repunte oficialista y fin de ciclo
Por Jorge Raventos
La Casa Rosada sufre porque, pese al esfuerzo, un segundo puesto (y hasta un empate) en la provincia de Buenos Aires equivale a la derrota ilevantable e indisimulable de las ilusiones re-reeleccionistas.
A una semana de las elecciones primarias, el oficialismo protagoniza un interesante repunte en el decisivo distrito bonaerense: varios estudios demoscópicos revelan que Martín Insaurralde ha logrado reducir a unos cinco puntos la distancia que lo separa de Sergio Massa.

La Casa Rosada sufre porque, pese al esfuerzo, un segundo puesto (y hasta un empate) en la provincia de Buenos Aires equivale a la derrota ilevantable e indisimulable de las ilusiones re-reeleccionistas.

Argumentar que “la verdadera elección es la de octubre” es un razonamiento para consolar a la tribuna: los jugadores principales saben que la secuela de una caída en las primarias es un derrumbe en octubre.

Pero por ahora la pelota sigue en juego y el oficialismo se siente a la ofensiva y recuperando terreno. Y las encuestas le dan la razón.

Trazar una raya

Un mérito de este repechaje hay que adjudicárselo a la acertada línea estratégica que adoptó la propaganda oficial para enfrentar el desafío del intendente de Tigre, que no atacaba desde un ala sino por el centro y conseguía retener a su lado a un número considerable de ciudadanos que o no se sentían opositores netos del kirchnerismo o inclusive seguían considerándose kirchneristas.

Para eso, el gobierno trazó una raya con su consigna: “Hay que elegir”.

Y Daniel Scioli la destacó con su emblemática frase: “O se está con el gobierno o no se está” (una recriminación que hasta hace apenas unas semanas el kirchnerismo fundamentalista le arrojaba a él).

El gobernador explicó la táctica ayer, en La Nación: “Al principio había un poco de confusión y algunos preguntaban: ¿Cuál es la lista?, porque hay algunos que están, pero de manera distinta. Entonces dije: Ésta es la lista del Gobierno, la que encabeza Martín Insaurralde. Los demás son lista opositora”.

Protagonismo de Scioli

Scioli habla en primera persona con buenos motivos: él impulsó esa línea de acción, él contribuyó activamente a la campaña de Insaurralde y su presencia empujó a la retaguardia a personajes de la lista que acompaña al primer candidato que representan al cristinismo neto y duro y que son, para usar el término que solía emplear Perón, muy piantavotos. 

Por ese camino, el oficialismo consiguió rescatar un contingente de propia tropa que había cambiado de corral. Con el agregado de que cada recuperación vale por dos: suma uno y le resta uno al adversario.

De todos modos, pese a la vigorosa ofensiva oficialista (que dispone de medios ilimitados y transgrede incluso los límites legales) Massa logra retener muchos votantes de origen kirchnerista, que dentro de una semana, después de pasar por las urnas, dejarán de serlo (según las encuestas, uno de cada tres de quienes prometen votarlo, no se definen como opositores; hasta hace dos meses, en esa situación estaban dos de cada cinco).

Sin duda en la desesperada lucha por evitar la derrota el gobierno no tiene problemas en pegar debajo del cinturón. La presidente está siendo investigada por la Justicia por hacer propaganda en actos oficiales y en tiempos de veda para ese tipo de anuncios. Seguramente lo más patético en estos aspectos es el intento de usar la figura del Papa en la propaganda oficialista y el haber instrumentado la visita presidencial a Brasil y el encuentro con Francisco para convertir al Pontífice en actor involuntario de un apurado afiche de campaña.

En cualquier caso, hasta los recursos a los que necesita apelar van desnudando la paulatina deconstrucción del kirchnerismo: refugiarse bajo la sombra de Bergoglio, el ex cardenal primado al que los Kirchner combatieron, pretendieron ignorar y mandaron calumniar no es el único dato. Que Daniel Scioli sea hoy el tractor de la campaña bonaerense del oficialismo es otro, de gran importancia. En la última semana Scioli encabezó un acto que fue una doble reivindicación: con el pretexto de impulsar la campaña de Insaurralde se reunió en Ezeiza la liga de gobernadores; era la primera vez que se congregaban los mandatarios de provincia oficialistas en tiempos K: Néstor Kirchner nunca los quiso reunidos, como no fuera en rol de aplaudidores o claques de actos de propaganda. El había sido gobernador y sabía bien que cuando se juntan, el poder central se debilita.

En marzo, en Entre Ríos, el kirchnerismo había sentado a sus gobernadores en un acto del que Scioli fue explícitamente excluido y en el que se coreó el pedido de re-reelección de la señora de Kirchner. Estra vez, en Ezeiza, todos rodearon a Scioli, que fue el principal orador. El sanjuanino José Luis Gioja venía de coincidir con el bonaerense en sus comentarios sobre la reelección de la señora de Kirchner: “Está fuera de agenda”. Agregó algo: ”Hay varios gobernadores que han manifestado o andan con ganas”. Al día siguiente Scioli incorporó otro concepto: “Argentina tiene que tener alternancia”.

Mientras hacen notar que son necesarios y aportan a la campaña legislativa oficialista, los gobernadores recobran la palabra y ya piensan en voz alta en la Argentina poscristinista. Esa etapa probablemente quedará informalmente inaugurada después de las elecciones, una vez que se confirme la derrota oficialista.

La vereda de enfrente

Mientras en el seno de lo que va quedando de la coalición oficialista empieza a activarse ese debate en paralelo con la búsqueda de un aterrizaje suave en los comicios, las fuerzas que se ubican en la otra vereda también piensan ya en lo que vendrá.

Sergio Massa lentamente va asumiendo su condición de opositor. “La nuestra es la única fuerza de la oposición en condiciones de derrotar al gobierno”, declaró esta semana. Hasta ahora venía evitando esa definición, pero como el gobierno le disputa sus electores potenciales de raíz kirchnerista, él tiene que explotar las canteras adversas al gobierno. Los hechos hacen que compita por ese público, principalmente, con Francisco De Narváez. Esta semana, por ejemplo, se supo que Roberto Lavagna, que dos meses atrás se presentó como aliado de De Narváez, trabajará para que en la provincia de Buenos Aires gane Massa, porque es “el voto útil”. Eduardo Amadeo, candidato del frente que lidera Alberto Rodríguez Saa, decidió renunciar a esa postulación para respaldar a Massa. Son dos nombres que incrementan la atracción del tigrense sobre el electorado peronista que se opone al modelo y el estilo K.

La lógica de la competencia va delineando en el peronismo ejes de reagrupamiento para la etapa postcristinista: Massa y José Manuel De la Sota, con distintos pesos e intensidades, parecen destinados a encarnar las corrientes peronistas que subrayan la necesidad de cambios; Scioli, a representar más bien a los que desean sobre todo continuidad. Es interesante observar que tanto Massa como Scioli admitieron en la última semana la posibilidad de competir con el otro en una futura interna peronista que, de producirse, sería un momento crucial en la unidad y reorganización del justicialismo, que vivió su último gran momento de unidad y legitimidad interna en la competencia electoral que libraron Carlos Menem y Antonio Cafiero en 1988.

Los que no son peronistas

Queda por ver qué hará, en la próxima etapa, el fragmento no peronista de la política argentina. En la ocasión actual, al menos en la ciudad de Buenos Aires, los protagonistas de la elección no serán justicialistas.

El peronismo disidente porteño, disperso en tres boletas distintas (las de los partidos de Gerónimo Moyano, Hugo Moyano y Alberto Rodríguez Saa) no tiene, a priori, chances de pelear por los primeros puestos, pese a la calidad de la mayoría de sus candidatos.

El Pro de Mauricio Macri y la policromía de la coalición UNEN (donde conviven radicales diversos, distintos gajos de la Coalición Cívica, socialistas y corrientes de izquierda) son los que compiten por el premio mayor, con la presencia como tercero en discordia del oficialista Frente para la Victoria, que en el distrito no tiene candidaturas peronistas visibles (prevalecen excomunistas y cuadros camporistas y derechohumanistas).

UNEN presenta para estas primarias una oferta importante y plural, en la que compiten figuras de enjundia como Pino Solanas, Rodolfo Terragno, Lilita Carrió, Adolfo Prat Gay, Rodolfo Gil Lavedra, Victoria Donda y hasta Leandro Illia, uno de los hijos del ex presidente radical de la década del 60. Esa competencia y el debate público que se permitieron ciertamente alimentarán una buena performance. Las encuestas permiten presumir que Lilita Carrió, probable ganadora de las PASO en la categoría diputados, podría quedarse con la victoria en ese rubro en los comicios de octubre, postergando a su competidor del Pro, el rabino Sergio Bergman. En cuanto a la carrera por el Senado, allí la lista del Pro tendría la victoria asegurada y coronaría a Gabriela Michetti y Diego Santilli. Todavía no hay certeza sobre la tercera banca. Gabriel Filmus tiene chances de conservar al menos un sitio de los tres que el oficialismo pone en juego en el distrito. Pero esas chances podrían achicarse bastante si el que gana la puja de UNEN en esa categoría llega a ser Fernando Solanas. El veterano cineasta parece, de los postulantes que disputarán las primarias de esa fuerza, el que está en mejores condiciones de pelear por un fragmento del público centroizquierdista que buscará Filmus en octubre.

Pensando en lo que vendrá, Solanas, que hasta hace unas semanas decía que su alianza con Lilita Carrió era cosa de una sola vez, ahora afirma estar unido a su socia “por elcomún amor entrañable al pueblo argentino” y quiere que la experiencia plural de UNEN se expanda, siguiendo el ejemplo del Frente Amplio, “donde conviven decenas de líneas internas”.

Las corrientes no peronistas de centroizquierda tienen ante sí el desafío de construir una fuerza capaz de ofrecerse de modo creíble como alternativa de gobierno. De lo contrario, seguirán balconeando (y muchas veces envidiando) la capacidad peronista para adaptarse a la cambiante realidad y disputar con fuerza y posibilidades el poder.

Final con militares y marcha

Está lejos de haberse cerrado el episodio Milani (frustrado ascenso del nuevo jefe del estado, general César Milani, denuncias, investigación judicial, etc.).

El general se en cuentra en elcentro de un campo de tensiones:aunque insinuó la presentación de su renuncia o retiro, la señora de Kirchner no lo deja ir, porque entiende (con razón) que un paso atrás de Milani en estos momentos sería una derrota de la Casa Rosada La opinión pública, de su lado, lo presiona para que rinda cuentas tanto sobre las acusaciones referidas a su pasado castrense como a su presente patrimonial de general exitoso; hasta un dirigente cristinista, el tucumano Gerónimo Vargas Aignasse, hijo de un ex senador secuestrado y asesinado durante el gobierno militar, consideró que si el pliego de su ascenso (hoy postergado) fuese aceptado, eso implicaría un "indulto encubierto".

Por su parte, el ministro de Defensa, sin dejar de verbalizar una defensa del general, consideró que debería “responder ante la Justicia” por las imputaciones de enriquecimiento sospechoso. Es probable que el oficialismo, resignado a la idea de que tendrá que sacrificar a quien venía protegiendo como hombre propio,prefiera hacerlo por cuestiones de patrimonio y no por el tema de derechos humanos, que todavía sigue siendo central en su relato.

En fin,el tercer campo de problemas para el general es su propia fuerza. Milani venía vendiendo hacia adentro la necesidad de “crecer a la sombra” oficialista, para recuperar espacios perdidos, un argumento como el que en campo sindical ensayó la CGT de Antonio Caló sin demasiada suerte. Ultimamente Milano debió escuchar voces de subordinados que le reprochan el precio que pagó (e hizo pagar) por su aproximación al poder político.

En cuanto a la marcha del subtítulo, no se trata de una marcha militar, sino de una muy civil: la que se anuncia para el jueves 8 y se presenta en las redes como continuidad de los masivos cacerolazos de abril y de octubre pasados y como anticipo del domingo 11, día de elecciones. Otra línea de fuerza que converge en la atmósfera de fin de ciclo que ya nadie puede ignorar.
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  • 1
    24/08/13
    22:20
    ¡¡Ay Raventos!! J.A:E.N., Izquierda Nacional,, Exilio, Menemismo, etc,etc. ¿Inteligencia y formación política?. Si la respuesta es si, se le podría agregar: "Para nada y lejos de los intereses populares".
    Responder
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