La nota del New York Times dejó en una encrucijada al Gobierno. Aceptar que algún funcionario de la administración podría haber utilizado mal el software Pegasus para espiar a periodistas y activistas abriría sin dudas una crisis política. Pero la escueta desmentida que se envío al prestigioso diario de los Estados Unidos también dejó abierta la puerta para denuncias desde todo el sistema política.

Este mediodía La Política Online revelaba las primeras sospechas que llegaban desde Nuevo León. El entorno de Jaime Rodríguez ya sospechaban desde hace meses que habían intervenido las comunicaciones del gobernador. Sus asesores dicen que en sus eventos aparecía gente con información muy detallada de su agenda, aunque nunca se había publicado.

Horas más tarde llegó la primera denuncia formal y mediática. Fue Ricardo Anaya, que aseguró que varios de los integrantes del CEN -incluido él- habían recibido los mismos mensajes que se mostraron entre periodistas y activistas. Ampliaron así el alcance de la denuncia inicial: ahora se instala la idea de que la herramienta de NSO Group fue utilizada también entre opositores políticos.

Esta situación abrió en las últimas horas la búsqueda de mensajes parecidos en los celulares de los principales colaboradores de Andrés Manuel López Obrador. "Estamos buscando para poder hacer la denuncia pública", explicaron a este medio.

El entorno más cercano de AMLO conoce sus niveles casi obsesivos de cuidados en su comunicación. Prácticamente no se reúne con personas en las que no confía, sino que lo hace a través de sus máximos interlocutores, su hijo Andy López Beltrán o la secretaria general de Morena, Yeidckol Polevnsky, quienes casualmente fueron víctimas de una filtración de una audio hace pocas semanas.

Mientras tanto, desde Los Pinos se evalúa la posibilidad de que algún funcionario vaya a responder las inquietudes que generó esta denuncia ante la Comisión Bicameral de Seguridad del Congreso. El primer candidato es Eugenio Imaz, director del Cisen.