Editorial
No hay salida en el Estado neoliberal
Por Gastón Harispe
Le pediremos a Alberto y Massa, como ya lo hicimos con muchos Presidentes y Ministros, que hagan magia para distribuir y nos sentiremos insatisfechos mientras crece la pobreza.

Argentina agotó los caminos para salir a flote dentro de las reglas de juego instauradas en los años '90. Las privatizaciones de las empresas estratégicas nacionales en esos años del gobierno de Menem quitaron instrumentos para un Estado que acumule Poder de la Nación que resuelva un crecimiento armónico de la economía con independencia del sector financiero internacional, que se metió por los poros de las fuertes protecciones a la comunidad y el capital nacional que se habían desarrollado fundamentalmente en el gobierno peronista de 1945 a 1955. También el ciclo yrigoyenista y los años precedentes a 1943 habían visto nacer empresas nacionales privadas y públicas que fortalecieron el mercado interno y nuestra posición en el comercio exterior.

Argentina no tiene barcos de bandera nacional, puertos nacionales, industria ferroviaria, soberanía sobre las vías de las principales líneas de trenes, bancos privados nacionales y otros otrora puntales del desarrollo argentino. La siderurgia nacional con centro en la minería de hierro y los hornos nacionales no se recuperaron nunca más y quedaron en manos de empresas que oligopolizan los insumos difundidos, que forman precios y definen qué se hace y qué no. La distribución de energía eléctrica está en manos privadas siendo uno de los principales rubros que exigen financiamiento público y uno de los principales cuellos de botella de la producción nacional.

El peso argentino es víctima de la presión que ejercen a cada débil gobierno nacional, sea cual fuere el color político, los bancos extranjeros artífices de las cotidianas corridas financieras que devalúan la economía y que convierten al país en un paraíso como ningún lugar del mundo, de la especulación financiera que derrumba periódicamente los esfuerzos de las empresas argentinas de poner en marcha un ciclo virtuoso de crecimiento, generación de trabajo y distribución en forma de salarios de las riquezas generadas.

Para que haya Estado Neoliberal tuvo que haber y tiene que sobrevivir la Ley de Entidades Financieras de la dictadura militar que abrió el ciclo de financiarización de la economía en detrimento de la Argentina productiva.

El Estado Neoliberal es el gran limitante a los objetivos de los gobiernos populares. Las retenciones y otras medidas tienen objetivos distribucionistas porque están basadas en la idea de capturar una renta extraordinaria que se produce en ciclos como este veinteño. Pero se expandió la agricultura y emprendimos un proceso de sustitución de importaciones mediante la recuperación parcial de la industria que no concluyó. La falta de consenso social de las retenciones en zonas rurales y de sectores sociales urbanos inclusive, limitó un proceso que de todas formas parece que requería de que el Estado se concentrase también en intervenir en una logística argentina que beneficiara el interés nacional y a las provincias y productores en particular. 

El Estado también debe promover un desarrollo armónico entre la producción de commoditys para el comercio exterior y la producción de alimentos verdaderos que se consumen aquí. La renta de las empresas multinacionales que manejan los barcos, los puertos y la comercialización de los productos es la expresión del atraso nacional y las contradicciones secundarias con miles de productores argentinos y millones de connacionales en centros urbanos y pueblos rurales. Sólo hay mil familias de una oligarquía financiera que atrasa y frena el desarrollo de las fuerzas productivas.

El Estado Neoliberal de los 90 inventó también una posición argentina en el mundo. Una geopolítica de una Argentina dependiente. El Canal Punta Indio sobre el Río de la Plata -que actualmente se sigue dragando- es una obra de ingeniería para sacar a nuestro País del mar. El Canal Magdalena, más económico y conveniente a productores, provincias litoraleñas y patagónicas y a una futura nueva política portuaria, es uno de los reclamos crecientes en la sociedad que el gobierno peronista debería concretar.

El Estado neoliberal sin manejo de sus vías navegables, sus mares ni control del comercio exterior proveerá al mundo de proteínas vegetales y animales, minerales, energéticos e inclusive agua favoreciendo la depredación de las empresas multinacionales y los Estados Poderosos, que consideran a estos como insumos estratégicos para la disputa bipolar o multipolar, donde los débiles Estados Neoliberales no podrán intervenir, mientras los fuertes Estados Nacionales que dominen la relación con el sector financiero internacional, podrán proveerse de lo que necesiten por el mundo, en un sistema neocolonial remixado. Un ejemplo sirve: Mientras en Ucrania intervienen los gobiernos occidentales para abrir el paso "humanitario" en los puertos del Mar Negro a 20 millones de toneladas de cereales ucranianos, en Argentina las empresas multinacionales exportadoras -que dominan económica y políticamente a sus subalternos de la Mesa de Enlace y la Bolsa de Cereales- no liquidan la totalidad de las 20 millones de toneladas criollas. 

En Ucrania, vender los cereales es humanitario. En Argentina, no vender el mismo producto es un derecho privado. ¿Cuánto impacta en la hambruna del mundo y de Argentina la negativa de liquidar de parte de los acopiadores de aquí? ¿En los precios del mercado interno? Según esta proposición, no sólo es un problema de los que no quieren vender, sino de un Estado que renunció históricamente a tener la logística y los instrumentos financieros del Estado y la Comunidad Nacional. Lo mismo en insumos de uso difundido para la industria. Que no haya producción de caños sin costura en Argentina no solo es una decisión estratégica de una empresa de producir en otro País, sino de un Estado que renunció a hacer una verdadera transformación económica con presencia en áreas estratégicas aliado al capital nacional, para que su Pueblo tenga trabajo y salarios dignos. A esta altura, es necesario recuperar la idea de que hay que hacer un Plan Quinquenal o un Plan de Desarrollo que vuelva a la planificación frente a la improvisación y el inmediatismo. 

Le pediremos a Alberto y Massa, como ya lo hicimos con muchos Presidentes y Ministros, que hagan magia para distribuir y nos sentiremos insatisfechos mientras crece la pobreza. El problema no es de ninguna manera cerrar los números de "la macro" o sea de las variables de la economía dependiente, injusta e inmoral con millones de compatriotas con hambre viviendo en villas sin salud ni la educación correspondientes y trabajadores o trabajadoras con bajos salarios. Hay que incluir a 47 millones de argentinos. Gobernar es generar trabajo, distribuir y ejercer el poder requiere transformar el Estado entre el gobierno y la comunidad, porque no hay salida dentro del Estado Neoliberal.



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