Aerolíneas

Isela en crisis: no quiere ajustes y temen que el déficit supere el heredado de La Cámpora

Las proyecciones indican que en el primer semestre la situación de Aerolíneas Argentinas podría agravarse.

Isela Costantini prometió a principios de febrero que el déficit de Aerolíneas Argentinas será "cero como máximo en cuatro años". Días después, se tomó vacaciones a un mes de asumir, afectada porque no le encuentra la vuelta a la compañía estatal.

Por su lugar de proveniencia, la ex General Motors no está acostumbrada a dar malas noticias y por ende no se anima a hacer el ajuste.

En los primeros dos meses de gestión, Isela demostró no estar preparada para la función y no se rodeó de colaboradores idóneos. Por el contrario, mantuvo la estructura de la compañía que heredó del camporista Mariano Recalde e incluso dejó a algunos gerentes que había colocado la organización de Máximo Kirchner.

Isela creyó que aumentando los vuelos la compañía ganaría más dinero y de esa manera podría atenuar el ajuste y pasó lo contrario. Es que en la Aerolíneas actual, cuanto más se vuela más dinero se pierde.

Lejos de reducir el déficit de la aerolínea de bandera, la actual gestión lo aumentó y ya sería de más de 2 millones de dólares por día. En ese sentido, en la empresa ya estiman que el déficit del primer semestre será aún mayor al que dejó La Cámpora. 

Para colmo, Isela creyó que aumentando los vuelos la compañía ganaría más dinero y de esa manera atenuar el ajuste pasó lo contrario. Es que por su estructura y manejo de los recursos -con grandes nichos de corrupción-, en la Aerolíneas actual, cuanto más se vuela más dinero se pierde.

El vicejefe de gabinete y ex LAN Argentina, Gustavo Lopetegui.

 “Nadie nace sabiendo”, argumentaron a LPO desde el Gobierno. “Este es un mundo que no esperaba y se nota que está incómoda, nerviosa con su nuevo rol”, indicaron. En el gabinete ven como un modelo opuesto al ministro de Energía, Juan José Aranguren, que junto a Isela es uno de los CEO que desembarcó en la gestión de Mauricio Macri. A Aranguren lo ven como un tipo idóneo al que no le tiembla la muñeca a la hora de firmar las resoluciones para cumplir lo que le pidieron a la hora de agarrar el cargo.

Muestra de la falta de carácter de Isela para encarar los conflictos fue el cierre de la empresa Sol. Cuando le advirtieron a Isela que si no renovaba el contrato iban a quedar 100 personas sin trabajo, la titular de Aerolíneas entró en crisis. “No puede ser, no podemos empezar así”, decía alarmada. Debió intervenir el ex LAN Gustavo Lopetegui, el Coordinador de Políticas Públicas de la Jefatura de Gabinete, que hizo dar de baja el acuerdo con Sol y la empresa dejó de volar.

Lopetegui se convirtió en una sombra para Isela y chapea con su “expertise” en LAN Argentina para intervenir en Aerolíneas. Aunque la realidad de las dos empresas es bien diferente: LAN Argentina tiene sólo 9 aviones y se maneja con manuales de procedimiento que viene de la casa matriz, donde todo está normado.

LAN es una empresa eficiente que tiene 130 trabajadores por aeronave, mientras que Aerolíneas tiene una flota de 70 aviones con 180 trabajadores por avión, procesos burocráticos que disparan los costos y una multiplicidad de gremios, que son los verdaderos dueños de la compañía.

Las urgencias de la titular de Aerolíneas ya le están valiendo críticas en el interior del país. Por ejemplo, en Catamarca están furiosos porque los vuelos a esa provincia no salen más de Aeroparque y llegan y salen desde Ezeiza. Para los catamarqueños esto no sólo perjudica a sus pasajeros sino que representa un golpe al turismo de la provincia y vuelve más atractivas a otras provincias cercanas como La Rioja.

Ya en el gobierno de Cristina Kirchner, el Ministerio de Planificación entonces conducido por Julio de Vido había hecho un plan de reestructuración que implicaba eliminar los vuelos internacionales de más largo alcance -que son los que generan el grueso del déficit- y reducir la operación de Aerolíneas a nivel regional y sobre todo de cabotaje. Esto se abortó pro el lobby de Mariano Recalde sobre Cristina, pero el diagnóstico sigue vigente, lo curioso es que el actual Gobierno no tome cartas en el asunto.