La transición

El desguace de Planificación, un sistema funcional al liderazgo de Nicky Caputo

La obra pública se la repartirán entre varios ministerios y el mejor amigo de Macri será quien la controle entre las sombras.

El gabinete que diseñó Mauricio Macri tiene una curiosidad que esconde una hábil jugada política: La atomización de la obra pública parece un traje a medida de su mejor amigo y principal consejero, Nicolás “Nicky” Caputo, que de esa manera se garantiza el lugar de árbitro o ministro en las sombras de la obra pública.

Como anticipó LPO, Caputo venía insistiendo en la necesidad de desguazar el gigantesco Ministerio de Planificación de Julio de Vido, que abarca obra pública, energía y telecomunicaciones, entre otras cosas. 

Se entiende, no había necesidad de crear un "nuevo Julio de Vido", si el núcleo duro de la gestión de la economía real, ya tenía en el macrismo un referente natural. Caputo es dueño de una de las constructoras más importantes del país y conoce como pocos esa actividad. ¿Para qué arriesgarse a eternas negociaciones con un superministro?

De hecho, como reveló este medio, Caputo ya empezó a negociar las nuevas reglas de juego del sector con las grandes constructoras que se nuclean en la Cámara Argentina de la Construcción.

Su compañero del Newman le concedió el deseo cuando anunció que rompería el gabinete económico en seis pedazos. El anuncio lo hizo el anunciado jefe de gabinete, Marcos Peña, en la impecable Usina del Arte de La Boca, construida por el propio Caputo en La Boca.

Peña confirmó que el ministerio de Planificación desaparecerá como tal. Ahora, las Secretarías de Energía y de Minería fueron fusionadas en un ministerio que tendrá a cargo el ex CEO de Shell, Juan José Aranguren.

En tanto, la Secretaría de Comunicaciones también fue elevada a rango ministerial. En ese lugar fue designado el radical Oscar Aguad.

La nebulosa

El cabo suelto que Peña no dejó del todo claro y que horas después de la conferencia de prensa en el PRO no sabían explicar con exactitud es qué pasará con la secretaría de Obras Públicas que hoy encabeza el tucumano José López.

Es un área clave en donde se definen las rutas, viviendas, hospitales, entre tantas otras cosas, que construye el gobierno nacional.

Con el nuevo organigrama, todo eso estará dividido en al menos cuatro ministerios o secretarías.

La Dirección de Vialidad que fue una de las cajas más importantes del kirchnerismo y enfrenta un déficit de 25 mil millones, como reveló LPO, la absorberá el Ministerio de Transporte, en el que fue designado Guillermo Dietrich, que tendrá a su cargo la construcción de las rutas y las obras de infraestructura vial. La construcción de represas y otras obras energéticas quedarían a cargo de Aranguren.

En tanto que el tucumano José Cano será secretario con rango de ministro para manejar el Plan Belgrano, con el que dispondrá de 30 mil millones de pesos por año para “reconstruir el norte argentino” a través de obra pública y viviendas.

En tanto que el grueso de la obra pública en el área metropolitana de Buenos Aires la acaparará Edgardo Cenzón a través del superministerio de Infraestructura que le crearán en el gobierno de María Eugenia Vidal. En el PRO todavía no pudieron explicar de quién dependerá la construcción de viviendas en el sur y el centro del país, aunque sugirieron que se podría encargar la Anses, que aún no tiene titular definido.

A priori, lo más llamativo de este desguace es el posible choque entre las carteras y el cruce de jurisdicciones. Es que si Dietrich quiere construir una autovía desde Córdoba a Salta como prometió Macri, deberá cruzarse con Cano, encargado de la obra pública del Norte o si Cenzón quiere hacer una obra energética en la provincia, se pisará con Aranguren.

Ese esquema caótico sólo se explica con un hilo conductor que cierre el sistema. El coordinador no sería otro que el propio Caputo, que acaso gozará de un superpoder que no tiene ni el propio De Vido: será invisible.