Riesgo Default

Preocupa la falta de asesores legales de Kicillof y Lorenzino no aparece

El ministro no tiene un abogado de fuste en su equipo ni conoce de temas financieros, los fuertes de su antecesor, que no aparece.

A una semana de conocerse la decisión de la Corte Suprema de ratificar el fallo del juez neoyorkino Thomas Griesa a favor de los fondos buitres, no se vio la cara de Hernán Lorenzino, aun cuando además de su reciente designación como embajador ante la Unión Europea, desde noviembre está al frente de la Unidad de Reestructuración de Deuda.

Cristina le encargó esa tarea por el respeto que le tenía Néstor Kirchner y porque sabía que Axel Kicillof no tenía en su equipo abogados capaces de dirimir en tribunales internacionales. Pero como cada vez que retuvo a alguien que interactuaba con su esposo, luego de encargó de licuar su influencia. A un semestre de asumir Lorenzino quedó eclipsado por quien sería su sucesor.

Lorenzino no sólo está a cargo de una unidad creada para lidiar con situaciones como la actual sino que además es abogado y tiene un master en Finanzas, dos de los costados más débiles en la formación de su sucesor, como quedó en evidencia en la conferencia de prensa de esta tarde. 

Es decir que Cristina supo anticipar bien la necesidad de mantenerlo cerca para esta tarea cuando decidió reemplazarlo por Kicillof. Situación que vuelve aún más incomprensible su ausencia.

“Kicillof no tiene experiencia en finanzas ni un abogado formado en el tema. Y quiere hacer todo solo”, le dijo a LPO un funcionario preocupado por lo que entiende es hasta ahora un manejo errático de la crisis abierta con el fallo de la Corte Suprema.

El paso al costado de Lorenzino en este momento sólo se explica como producto de la interna con Kicillof que ha demostrado una enorme influencia sobre la Presidenta.  De hecho, a poco de asumir, cuando supo de una reunión de su antecesor con autoridades del Club de París, viajó a la capital francesa para un encuentro con los mismos funcionarios.

Este año monopolizó las negociaciones que terminaron en un acuerdo por 9.700 millones de dólares, aun cuando en septiembre de 2013 las planillas del Ministerio de Economía elaboradas bajo la gestión de Lorenzino indicaban que la deuda no superaba los 3.400.

“No me pueden acusar de nada. La deuda es la que cada representante de los países llevó a la mesa”, fue la respuesta, flojísima de argumentos, que Kicillof le dio a los diputados que le preguntaron por el monto final en la reunión convocada para "informar" sobre cual iba a ser la "estrategia" del Gobierno ante el fallo de la Corte norteamericana. Más insólito fue que Cristina usó frases parecidas para elogiarlo durante el acto por el día de la bandera en Rosario.

Las planillas de Economía que registraban una deuda menor con el Club de París eran rubricadas por Lorenzino, quien estaba a cargo de estos temas desde que asumió como secretario de Finanzas durante la gestión de Carlos Fernández.

Ambos platenses, habían compartido el Ministerio de Economía de la provincia y Fernández sabía de sus cualidades para entender la dinámica de los tribunales internacionales neoyorkinos, por donde había coordinado emisiones de deuda durante la gobernación de Felipe Solá.

Kirchner valoró siempre su aporte y lo retuvo durante la gestión de Boudou, para que diseñe el último canje de deuda. “Valoraba lo que sabía sobre litigios financieros y cómo entendía la crisis de las hipotecas subprime. Y sobre todo, que no era lobbista de banqueros”, recuerdan quienes frecuentaban el Ministerio de Economía en esas épocas.

Kicillof no lo ve así, aunque cuida las apariencias: Le preparó a la Unidad de reestructuración de deuda una amplia oficina en la esquina de Balcarce y Alsina, donde pueden verse los empleados que antes estaban en Finanzas.

El día a día lo lleva Adrián Cosentino, secretario de Finanzas hasta diciembre, cuando fue reemplazado por Pablo López, un economista ligado a Kicillof con cero antecedentes en el mundo financiero y sin ninguna capacidad de sentarse en tribunales neoyorkinos, donde el ministro dirime el futuro del Gobierno, sin consultar a casi nadie.