Quienes integran el círculo de poder que acompañará a Chávez en su nuevo mandato

Una alianza de civiles y militares sostiene al presidente venezolano. Una veintena ex compañeros de armas administra el congreso venezolano. Maduro y Jaua lo escoltan en el palacio Miraflores. El ascenso de la juventud y los castigos a los "burócratas", ejes del nuevo período.
Cuando hace poco más de un año se supo que Hugo Chávez padecía cáncer los rumores en Venezuela hablaban de una crisis en su entorno que podía acelerar su salida. Sin embargo, el tiempo demostró que de haber existido no fue de tal magnitud.

El chavismo, en esencia, es una alianza de ex militares que acompañaron las intentonas golpistas de Chávez de los noventa y “civiles” incorporados a la etapa democrática del líder bolivariano. En su tercer mandato, Chávez quiere sumar jóvenes que agilicen un Estado voluminoso que él mismo admite como tosco y excesivamente burocratizado. Una respuesta similar a la que en su momento imaginó Mao para un problema similar.

Las piezas están ubicadas de la manera más impensada: los civiles ocupan puestos en el Poder Ejecutivo y los ex militares comandan la Asamblea Nacional, nombre que Chávez le dio al Parlamento Venezolano cuando también convirtió en unicameral.

Los civiles

Los civiles que escoltan a Chávez son el vicepresidente Elías Jaua y el canciller Nicolás Maduro. El primero es quien controla a los 17 gobernadores que Chávez tiene, sobre un total de 23 Estados venezolanos.

Su próxima tarea, no menor, será ampliar la presencia regional de Chávez en las elecciones regionales, pautadas para el 16 de diciembre. El orden de la elección no es casual: busca hacer valer la victoria presidencial en las regiones y evitar el arrastre de algún opositor creciente, como podía ser Capriles que medita volver a disputar una gobernación.

Así es Chávez: se somete a la voluntad popular pero si las cosas no se dan como prefiere busca acomodar las piezas para que la dinámica institucional funcione a su gusto.

Lo hizo cuando perdió el referéndum sobre la reforma constitucional que permitía su reelección, pero igual se la rebuscó para tenerla por decreto.

Lo mismo ocurrió en las elecciones parlamentarias de 2010: la oposición sumó más votos pero Chávez cambió la distribución de bancas por circuito y no perdió el control de la Asamblea Nacional.

Los militares


La Asamblea nacional de Venezuela la preside Diosdado Cabello, compañero de armas de Chávez en aquel intento de golpe de Estado de 1992 y primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Lidera un grupo de unos 18 ex militares que dominan el congreso chavista. Fue, por ejemplo, quien encabezó el rescate de Chávez en 2002, tras el fallido golpe de Estado. 

El sesgo militar está marcado en el chavismo hasta el punto que a Chávez se lo menciona como “comandante presidente” y entre los militantes se llaman “compañero camarada”, una síntesis del ADN del partido. Los gendarmes ilustran la ciudad sobre todo en el casco central, donde custodian con mucho celo los edificios públicos, si es necesario, perdiendo por completo la amabilidad que caracteriza a los venezolanos. Ayer, en la elección, los hombres de verde dieron dos conferencias de prensa para destacar el buen desarrollo de los comicios. 

Con la enfermedad de Chávez, los rumores de roces entre Jaua y Maduro con Diosdado crecieron pero quienes siguen de cerca al chavismo aseguran que nunca hubo peleas y que en los últimos tiempos hasta se fortalecieron como grupo político.

Lo cierto es que el PSUV no estaba preparado para una sucesión porque ninguna de estas figuras podía ganarle a Capriles. De hecho, el sábado en los comandos de campañas chavistas estaban seguros de su victoria, amparados en encuestas que mostraban un ascenso de los votos cuando la figura del líder está en juego.

En su campaña, Chávez no ocultó cierto fastidio con la burocracia del Estado superpoderoso que él mismo creó y, por ejemplo, no pudo terminar las obras públicas previstas antes de la elección y falló en varios planes de vivienda. Un crimen para un año electoral, en el que ya debía lidiar con la inseguridad y la inflación, los dos principales flagelos de la clase media. 

La revolución cultural de Chávez


Así, para su tercer mandato Chávez planea un asalto a las mismas estructuras que él creo y estudia hacerlo de la manod e los jóvenes, acaso inspirado por la fallida Revolución Cultural de Mao. Claro que con los ritmos más bonachones del país tropical.

Por  eso, el líder bolivariano ya dejó en claro que para esa renovación que piensa instrumentar se apoyará en la creciente juventud socialista, liderada por el ministro de Deportes, Héctor Rodríguez Castro. Este dirigente pudo exhibir su creciente poder en uno de los últimos actos de campaña, en el Poliedro de Caracas, donde logró convocar entre 15 y 20 mil jóvenes de todo el país.

Y no sólo eso: Chávez no sufrió para nada un castigo del millón y medio de votantes que se sumaron a esta elección.

Otro de los referentes juveniles es Herick Goicoechea, responsable nacional de formación política, quien este lunes ya adelantó que Chávez buscará un Estado más dinámico en su nueva gestión, con la que completará dos décadas en el poder.