Boudou en crisis por el rechazo de Oyarbide a la causa Ciccone

Los penalistas que preparan la defensa del vicepresidente le advirtieron a Boudou que es "una pésima señal" que el juez más confiable del Gobierno haya renunciado a la causa Ciccone. En su entorno hay gran nerviosismo y la crisis ya impacta en la propia papelera. Vandenbroele se peleó a los gitos con Lanusse, el hombre del banquero Brito.
Amado Boudou tuvo una pésima tarde. El equipo de penalistas que coordina Durañona y que ya está asesorándolo por la causa Ciccone le advirtió que era una "pésima señal" que el juez federal Norberto Oyarbide haya decidido rechazar la causa de la papelera, en la que el vicepresidente podría ser imputado por los delitos de tráfico de influencias y lavado de dinero.

En el entorno del vicepresidente y sus propios abogados evaluaban que el notable desinterés de Oyarbide -el juez que por lejos ha sido más funcional al kirchnerismo- parecía indicar que el Gobierno “le soltó la mano”.

Todos esperaban que el juez más cercano al Gobierno tomara el expediente y avanzara en una falta de mérito o directamente su sobreseimiento.

Uno de los rumores más fuertes en Tribunales era que Oyarbide iba a dormir la causa de Ciccone a cambio de avanzar en la de Sergio Schoklender, el ex apoderado de Madres de Plaza de Mayo, en su particular interpretación de lo que debe ser la "Justicia", que configura su personal ejercicio de "equilibrios".

Pero nada de eso ocurrió y será el más serio juez federal Daniel Rafecas quien siga adelante con la investigación.

La desaprensión de Oyarbide por la suerte del vicepresidente, hizo temer a su círculo que sean ciertas las versiones sobre una lapidaria frase de Carlos Zannini a su amigo Gerardo Ferreyra, dueño de la firma Electroingeniería. "Boudou debería renunciar", habría dicho el hombre más influyente del Gobierno.

La crisis llegó a Ciccone


El clima de zozobra que rodea al vicepresidente ya impactó en la propia Ciccone, donde hasta hace poco su supuesto testaferro Alejandro Vandenbroele y su socio Nuñez carmona, alardeaban de manera imprudente de sus contactos con  "lo más alto" del poder y su amitad con Boudou.

Es que el escándalo no es saludable para una compañía que se dedica a una materia tan sensible como la fabricaciones de papeles de seguridad (billtes, bonos, cheques). Es que no representa un gran respaldo para los bancos o instituciones que realz an este tipo de contrataciones que el "dueño" de la compañía sea un monotributista con ingresos declarados de 15 mil pesos por año, como es Vandenbroele.

Esto dejó prácticamente sin clientes a la rebautizada Compañía de Valores Sudamericana, que nadie puede explicar como hace para solventar sus costos operativos que entre sueldos y otros rubros indispensables asciende a la friolera de un millón de dólares por mes.

Se suponía que la toma de control de Ciccone iba a ser un gran negocio que se quedaría nada menos que con el monopolio de la impresión de papel moneda, maniobra para la que contaban con la complacencia de la titular de la Casa de la Moneda, Katya Daura, una funcionaria cercana a Boudou que puja por otorgarle a la papelera un contrato de 50 millones de dólares.

Pero el escándalo y sobre todo el avance de la causa judicial encendió luces de alerta en el Banco Central y la propia Marcó del Pont se niega a firmar semejante contratación, lo mismo que el vice de la Casa de la Moneda, el sobrio economista santafesino Carlos Maira.

En este marco y todavía arrastando el pasivo que les representó la inyección de fondos necesaria para levantar la quiebra de Ciccone -hablan de cifras que llegan a los 24 millones de dóalres entre acuerdos oficiales y por debajo de la mesa- la parálisis económica de la planta ya empezó a inquietar a los verdaderos financiastas de la operación.

En el mercado se menciona como presuntos inversores a Claudio Belocopitt, titular de Swiss Medical Group y a Jorge Brito del Banco Macro, principal sponsor de Boudou y el ministro de Economía, Hernán Lorenzino.

La furia de Brito habría detonado en una reciente discusión entre el vice de Ciccone, Máximo Lanusse -supuestamente el hombre del banquero en la compañía- y Alejandro Vandenbroele.

La discusión que al parecer incluyó insultos terminó mal y Vandebroele no apareció más por la empresa, según afirmaron a LPO fuenets de la compañía.

La tensión que se vive en este espacio político y económico quedo también reflejada en una insólita sucesión de solicitadas en las que los protagonistas del "take over" de Ciccone se enredan más de lo que aclaran.

Solicitadas que -curiosamente- siguiendo la línea oficial eluden para su publicación los dos diarios d emayor circulación -Clarín y La Nación-, en una sugestiva sintonía con el discurso de Boudou contra estos medios.

Primero, a fines de la semana pasada  Guillermo Reinwick, yerno de Nicolás Tadeo Ciccone y "accionista" de la compañía dijo que él era el flamente propietario del 70% de Ciccone, gracias a la "ayuda invalorable de mis amigos, socios y allegados comerciales".

Reinwick proviene del rubro gastronómico y presenta como todo respaldo económico para quedarse con la papelera más importante del país con la propiedad del Café Francesca, con presencia en Patio Bullrich y Alto Palermo.

Este empresario habría subscripto la solicitada que lo expone "presionado" y su malestar se sumaría a las acusaciones cruzadas que por estas horas afectarían a la compañía.

Luego, hoy se sumó una nueva solicitada, esta vez de Vandenbroele, en la que el presunto testaferro de Boudou se dedica a aclarar detalles insólitos como que su prima nunca fue novia del vicepresidente.