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Alberto Fernández cuestionó a La Cámpora y culpó a Cristina por la derrota

El ex jefe de Gabinete, que supo ser el conductor del kirchnerismo porteño, dijo que se privilegió a los militantes de La Cámpora por su "obediencia" sin ver su "insuficiencia a la hora de colectar votos". Además cuestionó el personalismo de Cristina a la hora de "manipular" listas, la exclusión de los aliados y le cargó a la Presidenta "el mayor peso" en la derrota frente a Macri.
“De aquel proyecto plural y participativo que alguna vez soñó Néstor Kirchner poco se ha expresado en esta elección porteña. Tanto es así que dos listas de legisladores independientes que aportaron a Filmus la mitad de sus votos fueron cuidadosamente silenciadas para favorecer a otra tan oficial como sumisa”, afirma Alberto Fernández, en una columna publicada en La Nación, en la que hace su balance de la derrota que sufrió el kirchnerismo en manos de Mauricio Macri.

La opinión del ex jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner no es cualquier opinión. Alberto Fernández condujo durante su paso por el gobierno el kirchnerismo porteño. Y lo cierto, como él mismo reconoce, es que no le fue mejor, y si se miran los números, acaso peor. Pero conoce el paño y de ahí que resulta interesante leerlo.

Con un sentido común que no evidenciaba cuando estaba en la gestión, Alberto Fernández desgrana con meticulosidad las causas de la derrota del domingo, en lo más parecido a una autocrítica que acaso ofrezca el kirchnerismo.

Alberto Fernández sitúa el primer error grave en el “dedazo” presidencial que definió las candidaturas del Frente para la Victoria. “Una extraña campaña interna desarrollada con el solo propósito de que la Presidenta seleccionase al candidato apareció ante los ojos porteños como algo definitivamente inexplicable. No porque en otros espacios políticos se actuara de manera diferente, sino porque para ello no hacía falta una campaña y porque, además, no se esperaba semejante proceder en la misma fuerza que impulsó una reforma electoral que decía buscar la profundización del debate interno en los partidos políticos”, señala.

Para agregar en uno de sus párrafos más duros, una crítica a la concentración de las decisiones en lo más alto del poder, que no se le escuchó cuando defendía hasta las decisiones más irracionales de Kirchner, como lo hizo en la crisis del campo.

Como sea, el ex jefe de Gabinete no se priva de cuestiona a fondo a La Cámpora: “Como producto de esta concentración en la toma de decisiones, nació una lista de legisladores más atenta a la obediencia de los candidatos que a la representación de los diversos sectores que confluyen en ese espacio político. Además, se le asignó una relevancia singular a un emergente sector juvenil que, movilizado, parecía enorme pero que, a la hora de convocar votantes, demostró su insuficiencia colectando un escueto 14 por ciento”, señala hiriente.

“De esa manera, todo se ha reestructurado para acabar consolidando un modelo político sin matices, reivindicador de un relato dual de la realidad que desalienta reflexiones y debates”, apunta, para marcar otra de las evidentes falencias de la campaña kirchnerista, su tendencia endogámica, esa pulsión por decirse a ellos mismos lo que quieren escuchar. “

El tono de una campaña gestual y discursivamente dirigida a la propia tropa, terminó olvidando, además, un elemento esencial de la ciudadanía porteña: la condición independiente de la mayoría de los electores, circunstancia que tuvo muy presente y de la que supo sacar provecho Mauricio Macri”, afirma el ex jefe de Gabinete.

Para luego concluir que la suma de desaciertos, tiene una responsable excluyente: Cristina Kirchner. “La experiencia tal vez sirva para entender que en política los debates tienen sentido porque fortalecen los proyectos y que la concentración de las decisiones y la manipulación de las candidaturas también concentra en quien dispone, el mayor peso de las derrotas”.